Jue 12.02.2004

EL MUNDO

El general ya fue, el senador y el ex gobernador insisten y JFK lidera

Después de las primarias de Virginia y Tennessee, el general Wesley Clark tiró la toalla. Howard Dean, que iba a ser su gran rival, permanece pero sin esperanzas, y John Edwards es una incógnita.

Por Rupert Cornwell*
Desde Washington

El campo demócrata se achicó aún más ayer cuando el general retirado Wesley Clark abandonó su corta campaña por la nominación, dejando a John Edwards como el único candidato con una oportunidad, aunque mínima, de detener al senador de Massachusetts John Kerry. El general Clark se inclinó ante lo inevitable después de su deprimente resultado en el tercer lugar el martes en Virginia y Tennessee, dos estados sureños en los que el ex comandante de la OTAN había puesto sus esperanzas. Corto de dinero, y sin otra perspectiva real de éxito, anunció formalmente su decisión en una conferencia de prensa en su ciudad natal de Little Rock, Arkansas.
Después de entrar tardíamente en la contienda en septiembre, el general Clark surgió como el principal adversario de Dean cuando parecía que el ex gobernador de Vermont arrasaría con todo. Sólo en el último trimestre de 2003 Clark pudo recaudar una considerable suma de 15 millones de dólares. Disfrutó la bendición informal de Bill Clinton, y muchos de los altos asesores del ex presidente se unieron a la campaña. Pero el general demostró repetidamente su inexperiencia política, al principio estableciendo torpemente su posición en la guerra de Irak, y demostrando ignorancia en varios temas clave de política interna.
Pero el golpe fatal llegó en Iowa, cuyos caucuses iniciaron la temporada de las primarias y donde el general Clark no compitió. Su apuesta era que Dean ganaría, y que como un militar con fuertes credenciales de seguridad nacional emergería de ahí en más como un candidato para “detener” a Dean. Pero Iowa lanzó a Kerry, un héroe de guerra condecorado, a su asombrosa recuperación, privando en el proceso al general Clark de gran parte de la razón de ser de su candidatura. En New Hampshire, la semana siguiente, su apoyo decaía a medida que pasaban los días, mientras que el de Kerry aumentaba. El 3 de febrero ganó su única victoria en la primaria, y la única elección pública en su vida, en Oklahoma.
A pesar de ese éxito, la recaudación de fondos se hizo aún más difícil, obligando al general Clark a suspender los sueldos de muchos de sus empleados de campaña. El retiro de ayer fue inevitable después que ni siquiera logró un segundo puesto en lo que debiera haber sido un terreno amistoso. Los resultados finales mostraron al senador Kerry ganando por un abrumador 52 por ciento del voto en Virginia y un 41 por ciento en Tennessee, una prueba concluyente de que un norteño del este podía persuadir a los sureños que lo apoyaran a él en lugar de uno de los suyos. Edwards salió segundo, con un 27 por ciento en cada estado.
A medida que llegaban los resultados, algunos viejos demócratas intensificaron su presión sobre Edwards y Dean para que se retiraran, sosteniendo que ninguno tenía una posibilidad real de una victoria final y que la prioridad era unir al partido detrás de Kerry en la causa de derrotar al presidente Bush. Pero ninguno de los oponentes pareció dispuesto a aceptar la insinuación. Hablando en Wisconsin, donde se llevarán a cabo las próximas primarias importantes el 17 de febrero, Edwards sostuvo que los votantes “quieren una elección, no una coronación”. Dean también se comprometió a seguir con la pelea hasta el llamado “súper martes” del 2 de marzo, cuando se llevan a cabo primarias y caucuses en 10 estados.
Entre ellos están California, el premio más alto de todos, así como los otros dos “megaestados” de Nueva York y Ohio, este último ya perfilándose como el estado oscilante más importante en las elecciones generales de noviembre. En total, más de la mitad de los 2182 delegados necesarios para obtener la mayoría en la convención por la nominación en julio en Boston estará en juego ese único día.
A pesar de lo impresionante de su serie de victorias, en 12 de las 14 primarias y caucuses hasta ahora, Kerry sólo tiene 516 delegados comprometidos, de acuerdo con Associated Press, menos de un cuarto del número necesario para la victoria. Dean tiene 182, Edwards 165 y el general Clark 105. Sin embargo, el senador de Massachusetts se está comportando cada vez más como si las primarias hubieran terminado, ignorando a sus rivales que permanecen en carrera y concentrando toda su artillería sobre Bush. El patrón parece establecido para seguir en Wisconsin, un estado donde Dean una vez dijo que la victoria era esencial, si su candidatura debía seguir con vida. Wisconsin tiene la costumbre de elegir a los de afuera, pero probablemente no esta vez. Las encuestas muestran a Kerry muy por delante de Edwards, con Dean en un distante tercer lugar.
Pero a pesar de toda la fortaleza de Kerry, y la amplia consagración por parte de los comentaristas, de Edwards como el perfecto compañero de fórmula para la vicepresidencia, los demócratas influyentes sienten que la historia todavía puede deparar sorpresas. “Muchas cosas suceden más tarde en la carrera –dijo Clinton a USA Today–, que a veces marcan una diferencia y a veces no.” El ex presidente estaba reflejando un difundido deseo de ver un directo empate entre Kerry y Edwards, cuya campaña atrajo muchos elogios, pero que hasta ahora ha tenido que competir con el general Clark por la misma cantera de votos. Por su parte, Dean planea un último intento de bombardeo publicitario de un millón de dólares en Wisconsin, para generar el impulso que lo lleve a una improbable victoria.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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