Sáb 06.03.2004

EL MUNDO  › LOS MARINES SE HACEN CON EL PROTECTORADO DE HAITI

Reina el orden en el Estado 52

Por Juan Jesús Aznárez *
Desde Puerto Príncipe

Seis carros de combate yanquis y dos centenares de haitianos curiosos rodeaban ayer el Palacio Nacional de Puerto Príncipe, nuevamente protectorado de Estados Unidos. Su embajador, James Foley, forzó la salida del presidente Jean Bertrand Aristide, doblegó al jefe miliciano Guy Philippe, sube y baja el pulgar, y los cerca de 1000 marines a sus órdenes son la punta de lanza del patrullaje internacional. La comisión tripartita que negocia un gobierno de transición informa al nuevo virrey y hasta las palmeras le rinden cuentas.
El presidente Woodrow Wilson invadió Haití en el año 1915 para recuperar el orden, cobrar las deudas del Citibank y enmendar el artículo constitucional que prohibía la venta de plantaciones a los extranjeros. La ocupación terminó con Franklin Roosevelt dos decenios después. Bill Clinton la reanudó en 1994 con los 20.000 marines que repusieron a Jean Bertrand Aristide, derrocado tres años antes. Hace una semana comenzó el último desembarco estadounidense, sin que la democracia lo haya hecho todavía. Ni los negreros franceses, ni las sucesivas intervenciones internacionales hicieron mucho por pertrecharla.
“La negociación de una administración no va muy bien”, según fuentes próximas a su desarrollo. El ex senador Paul Denis, representante de la oposición, el ministro de los Haitianos en el Extranjero, Leslie Voltaire, delegado del Partido Lavalas de Aristide, y Adam Guindo, en nombre de Naciones Unidas, trabajan en la designación de nuevas autoridades haitianas y de un sanedrín de notables. El “comandante” Guy Philippe permanece replegado, sin deponer las armas, los “chimeres” del gobernante depuesto conservan las suyas y las rondas de los marines y soldados franceses, canadienses y chilenos tratan de que nadie las use.
El presidente Roosevelt devolvió Haití a caporales y espadones depredadores, hasta la fatal irrupción, en el año 1956, de dos tiranos de verdad: François Duvalier, “Papá Doc”, y su hijo Jean Claude Duvalier, “Baby Doc”, criaturas sólo posibles en sociedades primitivas y proclives al embrujamiento. El primogénito del fundador de una satrapía que rivalizó en salvajismo con la dictadura del dominicano Leónidas Trujillo fue investido presidente vitalicio, en el año 1971, con la venia de Clinton Knox, entonces embajador norteamericano en Puerto Príncipe.
Treinta años después, consumado el golpe número 33 de la historia haitiana, no es concebible un sustituto de Jean Aristide sin la venia de James Foley. Históricamente abocada a la intervención, entre otras razones, para evitar la llegada masiva de “boat people” a las costas de Florida, la Casa Blanca deberá estacionar a sus marines en Haití durante un período relativamente largo. La cesión y el diálogo constructivo son ajenos a la cultura de los partidos, empresarios, jefes de pandilla y sindicatos que pugnan otra vez en la porción occidental de la isla La Española.
La misión internacional no es cosa de días si sus promotores quieren cumplir la meta trazada por el secretario general de la ONU, Kofi Annan: “Espero que en esta ocasión no se tratará solo de estabilizar la situación, sino de ayudar a los haitianos a largo plazo para recomponer las piezas de su país y construir uno estable”. La pacificación callejera es esencial para ulteriores avances.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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