Mié 27.03.2002

EL MUNDO

A Berlusconi no le importan las huelgas de los almuerzos gratis

El primer ministro italiano volvió a cargar contra los sindicatos, que llamaron a una huelga general para el 16 de abril.

En la más fuerte disputa en dos décadas, los tres principales sindicatos de Italia convocaron ayer a una huelga general para el 16 de abril en rechazo a los planes de flexibilización laboral del gobierno de Silvio Berlusconi. La confrontación sigue en aumento tras las duras declaraciones del ministro de Reformas Umberto Bossi, que relacionó a la Confederación General del Trabajo (CGIL) con el terrorismo tras el asesinato del asesor gubernamental Marco Biagi. Por su parte, Berlusconi intentó minimizar la reacción de los sindicatos y subestimó la masiva protesta del sábado en Roma: quienes se movilizaron los hicieron “porque alguien les ofreció un viaje gratis, un almuerzo gratis y la oportunidad de visitar museos”. Además, uno de los fundadores de las Brigadas Rojas desmintió que esa organización haya asesinado a Biagi –uno de los autores de las medidas que el gobierno quiere implementar–.
Los líderes sindicalistas realizaron una reunión de emergencia en la que decidieron la medida de fuerza. “Habrá una huelga general de ocho horas el 16 de abril”, dijo a los periodistas Savino Pezzotta, jefe del CISL, el segundo sindicato más importante de Italia. “Esperamos que todos los trabajadores apoyen la huelga, no sólo los que sean miembros de los sindicatos. Va a ser una huelga general parando la producción en todo el país”, dijo el director general de la CGIL, Achille Passoni. Además, el líder de la CGIL, Sergio Cofferati, Pezzeta y Luigi Angeletti de la UIL, convocaron a una marcha hoy, en varias ciudades de Italia para protestar contra el terrorismo. Los sindicalistas interrumpieron las conversaciones que mantenían con el gobierno luego de que algunos ministros centroderechistas los acusaran de intentar socavar la democracia y de ser en parte responsables por el asesinato de Biagi. El ministro de Reformas Umberto Bossi dijo que los asesinos eran “los hijos de una protesta sindical exasperada”.
Por su parte, Berlusconi reunió ayer a todos los líderes de la coalición gobernante, luego de la cual desmintió los dichos de Bossi y acusó a los sindicalistas de “tergiversación”. Respecto de la huelga general anunciada por los sindicatos, Berlusconi ironizó: “Deberemos llamarla de otro modo, porque no participarán todos y cada uno de los 21 millones de trabajadores italianos”. Pero también se encargó de minimizar la manifestación del sábado pasado, -”sólo (participaron) 700.000 personas”, dijo- a pesar de que tanto los medios como la policía calcularon que hubo más del doble. En un intento de poner freno a las críticas, Berlusconi aseguró que “el gobierno está trabajando a una serie de iniciativas que tienen como objetivo la creación de un millón y medio de nuevos puestos de trabajo”.
El anuncio de la huelga ocurre tres días después de que alrededor de dos millones de personas se manifestaran el sábado en una marcha sindical en Roma. La manifestación, que en principio era contra el intento gubernamental de modificar el artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores -que prohíbe los despidos sin causa- fue aprovechada también para protestar contra el terrorismo tras el asesinato del asesor del gobierno. Respecto de las reformas que los sindicatos critican, el gobierno insiste en que son necesarias para promover la flexibilidad del mercado laboral y alinear las leyes italianas con las normas europeas. Por su lado, los sindicatos temen que estas reformas impliquen despidos masivos.
Por otra parte, ayer Alberto Franceschini, uno de los fundadores de las Brigadas Rojas aseguró que el asesinato de Biagi no fue llevado a cabo por la organización. “Calificaría a los asesinos de seudobrigadista, de sujetos anormales, fuera de los esquemas tradicionales de la izquierda y la derecha”, dijo Franceschini en referencia al atentado autoadjudicado por las Brigadas Rojas-Partido Comunista Combatiente (BR-PCC). Este grupo salió a la luz en mayo de 1999 al reivindicar el asesinato en Roma de Massimo D’Antona, que también era consejero del ministerio de Trabajo.
Las afirmaciones de Franceschini al semanario Oggi contradicen la versión que establecía que en ambos asesinatos se utilizó la misma arma.

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