Por Camilo Valdecantos *
Desde Madrid

Faltaban 11 minutos para las dos de la tarde de ayer cuando el presidente del Congreso, Manuel Marín, con la solemnidad que exigía el momento, anunció que el candidato a la presidencia del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, había conseguido 183 votos a favor de su investidura –PSOE, Esquerra Republicana (ERC), Izquierda Unida (IU), Coalición Canaria (CC), Bloque Nacionalista Galego (BNG) y CHA (Chunta Aragonesista)–, 148 en contra –Partido Popular– y 19 abstenciones –CiU (Convergencia i Unió), PNV (Partido Nacionalista Vasco), Eusko Alkartasuna (EA) y Nafarroa Bai–. Así que declaró “otorgada la confianza del Congreso de los Diputados”, y de los escaños socialistas arrancó una ovación entusiasta y sostenida que impidió a Marín terminar su parlamento.
Lo hizo minutos más tarde, cuando dijo: “Comprendo su emoción pero el presidente tiene que cumplir con la fórmula legal” y anunció que lo comunicaría al rey para que junto con él firmase el decreto por el que se nombra al líder socialista presidente del gobierno y que hoy publicará el Boletín Oficial del Estado. Sólo el PP, del saliente José María Aznar, en ejercicio de la lógica política, se opuso a la investidura. Los apoyos, descontado el del PSOE y las abstenciones, llegaron de los muchos grupos nacionalistas que pueblan la Cámara. Vascos –en sus tres modalidades parlamentarias– y los catalanes moderados de CiU se decantaron por la abstención. Izquierda Unida –5 votos–, los republicanos independentistas de ERC –8–, Coalición Canaria –3–, el Bloque Nacionalista Galego –2– y la Chunta Aragonesista –1– sumaron sus seis para que Rodríguez Zapatero lograse convertirse en presidente del gobierno, con cinco votos de sobra sobre los 176 que exige la mayoría absoluta. Ni un solo diputado faltó a la cita. Uno por uno, tras ser nombrados por los secretarios de la mesa, fueron anunciando en voz alta su decisión. El sorteo determinó que el popular Juan Carlos Vera fuese el primero en votar y que se escuchase un “no” en el hemiciclo.
Alfredo Pérez Rucalcaba, el portavoz del PSOE, además de hacer explícito lo más obvio, el apoyo de su grupo al candidato y al próximo gobierno, destacó la madurez de la democracia española que ha pasado con normalidad “del centro a la izquierda (UCD-PSOE en 1982), de la izquierda la derecha (PSOE-PP en 1996) y ahora de la derecha a la izquierda”. Pérez Rubalcaba hizo una crítica muy dura al PP sobre su comportamiento como gobernante. “Quizá el principal error del anterior gobierno es que nunca dejó de ser partido; es más, su condición de partido se impuso sobre la de gobierno. Y eso ha impedido a muchos millones de españoles sentir el gobierno como suyo, al margen del voto de cada uno.” Tras esa opinión vino una suerte de declaración de entrega al que será hoy presidente del gobierno, al decirle que tendrá el apoyo del Grupo Socialista en la certeza de que “su gobierno será el de todos los españoles”, que, además, aplicará su programa pensando siempre “en el interés general”.
El representante del Grupo Socialista quiso ahorrar a la Cámara un recordatorio de las propuestas y promesas de Zapatero y centró su discurso en líneas generales de actuación y se detuvo largo tiempo en reafirmar el compromiso total del PSOE en la lucha contra el terrorismo y en el recuerdo emocionado a todas las víctimas y, singularmente, las del 11 de marzo. Volvió a insistir en el propósito y la necesidad de mantener el pacto contra el terrorismo y advirtió a los terroristas “de dentro y de fuera” para que “pierdan toda esperanza de que el cambio político pueda mejorar sus expectativas”.
El gobierno socialista se estrenará el lunes con un Consejo de Ministros extraordinario que convocará las elecciones europeas del 13 de junio y en el que procederá a los primeros nombramientos de segundos niveles de la Moncloa y los ministerios. Previamente hoy, Zapatero jurará ante el rey su cargo como presidente del gobierno.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.