Mar 20.04.2004

EL MUNDO

“La retirada no debería afectar el nexo con EE.UU.”

Miguel Angel Moratinos, flamante ministro de Asuntos Exteriores del gobierno socialista español, explica en este reportaje la decisión sobre el repliegue de las tropas españolas de Irak y sus implicancias.

Por Perú Egurbide *
Desde Madrid

El diplomático Miguel Angel Moratinos, nacido en Madrid hace 52 años, es el miembro del gobierno que, en su calidad de ministro de Asuntos Exteriores, deberá gestionar los dos “dossieres” en principio más problemáticos del nuevo gabinete: la retirada de las tropas españolas de Irak y el retorno a una política que dé prioridad a Europa sobre EE.UU.
–¿No hubiera sido más lógico esperar los resultados de su visita a Washington (de mañana) para anunciar la vuelta de las tropas?
–Hemos preferido no mantener más dudas e incertidumbres sobre nuestra actitud. Habíamos tenido ya consultas con altos responsables de Naciones Unidas, en particular una larga conversación telefónica mía del sábado con Lajdar Brahimi, enviado a Irak del secretario general, Kofi Annan, y con otros socios importantes. Todos decían que es muy difícil que la ONU asuma la plena responsabilidad política y la dirección militar de lo que ocurra en Irak tras el traspaso de poderes al gobierno iraquí, el 30 de junio.
–¿Y ésas son las condiciones mínimas que esperaba España de una eventual resolución del Consejo de Seguridad?
–Esas son las condiciones a las que nos comprometimos con el electorado español, por eso, no es que sean mínimas o máximas, son las condiciones.
–En el pasado se señaló que, aunque la OTAN asuma la dirección militar en Irak, el mando de las tropas, del mismo modo que el principal contingente seguiría siendo probablemente estadounidense. No obstante, el problema es que, por encima de ese mando, tendría que haber un comité militar integrado por representantes de varios países y Washington no parece aceptarlo. ¿No hubiera podido encontrarse ahora un arreglo sobre esas líneas?
–Parece ser que, efectivamente, los estadounidenses no lo aceptan. Pero el elemento esencial es doble: uno, el político, la presencia de la ONU, y otro el militar. En el primero, hay que constatar, con enorme decepción y tristeza, que hoy en día no se producen las condiciones ni siquiera para que la ONU pueda asumir sus responsabilidades y acudir a Irak. Vemos con enorme dificultad, como dijo el presidente en el debate de investidura, que esto pueda cambiar y que Naciones Unidas se implique. Vamos a tener una actitud constructiva y activa en Naciones Unidas para cambiar la situación actual y permitir que, en su momento, que esperemos que sea cuanto antes, la ONU pueda recuperar la presencia política en todo el proceso. Luego está el elemento militar, que incluye el mandato de la ONU, un segundo nivel, que es el de la dirección, y luego el mando sobre el territorio. Hay, pues, muchas fórmulas que todavía no se han estudiado. Lo que hasta ahora hemos oído es que, por el momento, Estados Unidos no parece dispuesto a cambiar la estructura actual de la presencia de lo que podemos denominar las fuerzas multinacionales en Irak, y eso lo consideramos como un interrogante, una incertidumbre que, en las actuales circunstancias, de aquí al 30 de junio, no nos iba a permitir considerar que se ha producido un cambio sustancial de la situación.
–Algún analista autorizado ha escrito también que la prueba del nueve de la eventual resolución del Consejo, la que sin duda permitiría la presencia de las tropas españolas, sería aquella que cree unas condiciones en las que Francia y Alemania pudieran enviar tropas.
–Bueno, la verdad es que en mis contactos informales con franceses y alemanes no hemos entrado en estos detalles. Lo que sí he comprobado, tanto en Francia como en Alemania, es una voluntad de trabajar conjuntamente en Naciones Unidas para crear una dinámica diferente. No hemos entrado a discutir la eventualidad de un despliegue de tropas, pero, a corto plazo, no lo veo. Luego, si cambia el modelo, todo es posible, pero a corto plazo no lo creo.
–Su visita a Washington se plantea ya con otra perspectiva. ¿Va a proponerle a al jefe de la cancillería norteamericana, Colin Powell, fórmulas de cooperación en Irak alternativas a la militar?
–Sí, vamos a abordar las posibilidades que tenemos. Hubo una Conferencia de Donantes que se celebró en Madrid, con unos compromisos ya adquiridos, y esos compromisos los vamos a mantener. Hay que ver cómo podemos llevar a cabo una ayuda humanitaria que sea verdaderamente humanitaria, y que, por tanto, no esté confundida con lo que es la presencia militar en la zona, así como cuáles son las condiciones para que esa ayuda pueda llegar a los propios iraquíes. También lo que debe ser contribución política en el debate de Naciones Unidas y de la Unión Europea, o la posible contribución española para que países árabes, países limítrofes de Irak, puedan encontrar fórmulas alternativas para salir de este atolladero. No nos queremos alejar del marco de Naciones Unidas, que yo creo que debe ser esencial. También veremos qué posibilidades tenemos de contribuir en el futuro, sin necesidad de mantener una presencia física de tropas en Irak. Se puede formar a policías, se puede formar a fuerzas de seguridad, se pueden hacer muchas contribuciones positivas para que los propios iraquíes vayan consolidando su proceso de estatalidad, que es lo que hace falta en estos momentos.
–¿Cree que hay motivos para temer la reacción de EE.UU. a la retirada de las tropas?
–Yo creo que no. Esta decisión no debería afectar a las relaciones bilaterales. España y Estados Unidos tiene suficiente densidad estratégica en su relación como para poder entender lo que son posiciones que vienen justificadas por una voluntad mayoritaria de cada uno de los países. Estados Unidos es un país donde el triunfo de la democracia es esencial, y donde se entiende perfectamente que, cuando hay una voluntad mayoritaria de la sociedad española expresada democráticamente en las elecciones, hay que respetarla y apoyarla, como nosotros entendemos las políticas de Estados Unidos que han sido sometidas a una criba electoral. Además, tenemos una agenda mucho más amplia y atractiva a medio y largo plazo. La diferencia fundamental será tratar de dar mayor contenido y resultado tanto a la agenda bilateral como a la agenda entre Estados Unidos y Europa.
–No obstante, hay que constatar que los medios de comunicación estadounidenses son muy poderosos y que tanto Francia como Alemania han sufrido campañas para perjudicar su imagen y boicoteos comerciales.
–Bueno, sí, pero nosotros tenemos no solamente la garantía, sino la fuerza que dan 11 millones de votos de españoles y, sobre todo, una posición que consideramos que es la más razonable.
–El presidente Zapatero dijo en las Cortes que España seguirá siendo el primer aliado en la lucha antiterrorista, pero usted ha anunciado un cambio de concepto estratégico en ese campo. El presidente Aznar decía, por ejemplo, que todos los terrorismos son iguales, que no hay que estudiar las causas del terrorismo, sino simplemente derrotarlo. ¿Usted comparte esos criterios?
–Yo creo que el concepto es el mismo. El presidente Zapatero en eso fue contundente. Dijo que no hay distinciones sobre terrorismo, y que no se puede justificar ningún tipo de terrorismo, e incluso que no está dispuesto a entrar en las causas del terrorismo. Lo que sí dijo es que hay algunos conflictos o algunas situaciones que facilitan el que ese terrorismo se desarrolle. Y también dijo que hay algunas situaciones políticas o conflictivas, en las que hay actos de terrorismo y luego puede haber actos de resistencia a una ocupación, pero que la manifestación no es la misma y que, por tanto, no debemos entrar en esta distinción. Donde sí nos separamos es en los instrumentos para combatir el terrorismo, en el rechazo de la guerra preventiva.
–¿También, quizás, en la promoción de políticas para modificar las circunstancias que pueden servir de caldo de cultivo para el terrorismo?
–Sí, desde luego. Habría que tener en consideración, aunque luego muchos me vayan a decir que estoy poniendo en peligro la democracia occidental, que si no solucionamos el problema israelo-palestino, seguiremos teniendo ahí un caldo de cultivo.
–Volviendo a Medio Oriente, ¿debe España buscarse un papel propio en el proceso de paz o actuar únicamente en el contexto de la Unión Europea?
–España no puede ser un actor unilateral, que por su propia capacidad pueda desempeñar un papel clave en la resolución de conflictos. España tiene que estar presente en Europa y, dentro de Europa, desempeñar lo que, sin lugar a dudas, tiene como elemento catalizador de lo que ha sido su historia, su presente, su capacidad de negociación y la atracción en la zona. Tenemos, por tanto, que ser un elemento activo en la UE para, primero, formular políticas, y, luego, a nivel instrumental, llevar cabo iniciativas que, en algunos casos nos conducirán a un protagonismo extraordinario, como fue la Conferencia de Madrid, y en otros a un protagonismo mucho más discreto.
–No parece, sin embargo, que quede mucho margen para la negociación, desde el momento en que el presidente George Bush apoya plenamente el unilateralismo del primer ministro Ariel Sharon.
–Hay partes positivas en este último acuerdo, como la voluntad israelí de retirarse de Gaza, que lógicamente queremos que se enmarque en la Hoja de Ruta del Cuarteto, que no sea unilateral. Es también positivo que el presidente de EE.UU. haya reafirmado su compromiso con la visión de que la solución tiene que pasar por dos Estados. Lo que hay que clarificar es la demarcación de fronteras, y ahí Europa no admitirá más solución que lo que es la legalidad internacional. Las fronteras anteriores a 1967 siguen siendo el punto de referencia europeo. Si las partes acuerdan modificaciones, la comunidad internacional lo aprobará, pero tiene que venir de una negociación de las partes.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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