Lun 01.04.2002

EL MUNDO

“Lo que hice fue forzar un debate”

En esta entrevista, el escritor portugués José Saramago explica por qué comparó la situación de los palestinos con Auschwitz.

Volvió ayer a Lanzarote. Detrás dejó una intensa polémica cuando dijo, durante su visita a Ramalá, como miembro de la delegación del Parlamento Internacional de Escritores, que la situación generada en la zona por la intervención israelí le recordaba a Auschwitz, con los palestinos en el papel de las víctimas. José Saramago respondió a las preguntas de este diario acerca de unas afirmaciones que hasta algunos escritores que lo acompañaban, como el norteamericano Russell Banks y el español Juan Goytisolo, rechazaron.
–¿Qué quiso decir?
–Quise decir exactamente lo que dije: cercadas por el ejército israelí, rodeadas por más de 200 asentamientos de colonos, las ciudades y las aldeas palestinas, incomunicadas por carretera, están transformadas en auténticos guetos, donde no se puede entrar y de donde no se puede salir sin la autorización de las fuerzas militares israelíes. El comportamiento de esas fuerzas y, sobre todo, el espíritu que las impulsa se parece perturbadoramente a la acción y al espíritu nazi. Simplemente, la palabra Auschwitz, en Israel, es una palabra “prohibida”. Se les puede decir todo (incluso llamarles fascistas) siempre que no se pronuncie esa expresión. Auschwitz es, para los judíos, al mismo tiempo, una herida que nunca cicatrizará y un muro que no les permite ver la realidad. Al decir Auschwitz pretendí sacudir a la sociedad de Israel, forzar un debate, y el debate está abierto. Llamarme antisemita no resuelve nada. Para los judíos todo el que no es prosemita es antisemita.
–¿Lo hubiera dicho igual tras la polémica?
–Diría lo que dije, incluso sabiendo que desataría la polémica. Al serme preguntado, en una entrevista de la televisión israelí el viernes pasado, si sería capaz de pedir perdón a las personas que se sintieron heridas por la palabra “Auschwitz” respondí que sí, pero sólo por haberlas herido, no por haber pronunciado la palabra. En cuanto a las otras, si la palabra maldita les ofende, que la sustituyan por éstas: “Israel comete todos los días contra los palestinos crímenes que entran en la definición de crímenes contra la humanidad”.
–¿Lo habló con sus compañeros antes y después?
–Hablamos después, no teníamos por qué hablar antes. La posición común de la delegación del Parlamento Internacional de Escritores consta en un documento firmado por todos sus miembros y distribuido a los medios de comunicación antes del viaje. Pero, evidentemente, cada uno de los escritores que formaban la delegación tenía opiniones propias. Todos las expresaron. Yo también.
–¿Qué piensa de lo que está pasando en Ramalá?
–La ONU acaba de exigir un alto el fuego inmediato y la retirada israelí de las posiciones. Sería imposible no estar de acuerdo. Israel quiere expulsar a los palestinos fuera de Cisjordania y no descansará mientras no lo consiga, salvo si la parte sana de la sociedad israelí consigue juntar fuerzas suficientes para hacer oír la voz de la sensatez y del respeto humano. Haber sufrido tanto como han sufrido a lo largo de la historia debería ser para los judíos la mejor razón para no hacer sufrir a otros.
–¿Cómo vio a Arafat?
–Sereno, sonriente, conversador. Nadie diría que está a un paso de la muerte cada minuto.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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