Mié 28.04.2004

EL MUNDO  › EL PREMIER BRITANICO RESPONDE A LA CARTA ABIERTA

El diplopatinazo de Tony Blair

› Por Marcelo Justo

La política británica en Medio Oriente y el apoyo incondicional del primer ministro Tony Blair al presidente George Bush están contra las cuerdas. Ayer Blair debió salir al cruce de la carta pública que le enviaron 52 ex embajadores británicos que criticaban en términos nada diplomáticos su política exterior. En una conferencia de prensa tras la reunión en Londres con su par italiano Silvio Berlusconi, Blair señaló que la política británica no cambiará y que lo importante era la unidad, porque “todos, más allá de la posición que tuvieron sobre la guerra, deben reconocer que Irak necesita seguridad y estabilidad”.
En su contacto con la prensa, Blair también debió desmentir los rumores que circularon en los últimos días sobre el envío de un nuevo contingente de soldados británicos para cubrir el hueco dejado por las tropas españolas y la próxima retirada de las de Honduras y República Dominicana. “El tema de las tropas está bajo revisión. El dictamen por el momento es que tenemos suficientes efectivos para cumplir con nuestra tarea. Por supuesto, compensaremos cualquier insuficiencia por la retirada de tropas de otros países”, dijo Blair. A su lado, Berlusconi procuró mostrar la misma firmeza. “Empezamos esta misión, vamos a continuarla”, dijo.
A pesar de estas muestras públicas de confianza, la profundización diaria de la crisis en Irak está teniendo un fuerte impacto sobre ambos mandatarios. Sobre Berlusconi pesa la suerte de tres italianos secuestrados en Irak y el mensaje de sus captores anteayer, retransmitido por un canal de televisión árabe, que amenazaba con ejecutarlos si los italianos no protestaban contra la política gubernamental en Irak (ver nota abajo). En el caso de Blair, con muchísimo menos margen de maniobra que el italiano, la desintegración de los pilares de su política exterior en Irak y de su alianza con Bush se hacen cada vez más patentes.
La carta al primer ministro de los 52 ex embajadores que publicaron ayer los periódicos británicos en primera plana es una clara señal al respecto. “La comunidad internacional debió presenciar el anuncio de Ariel Sharon y el presidente Bush de una nueva política que es parcial, ilegal y que costará más sangre israelí y palestina. Nuestra alarma ante este paso atrás se ve profundizada por el hecho de que como primer ministro usted parece haberlo respaldado, abandonando principios vigentes durante casi cuatro décadas.” En relación a Irak, la carta era igualmente contundente. Según los ex diplomáticos, “no había un plan claro para la situación post-Saddam” y las distintas políticas y pronunciamientos de la coalición no convencían a nadie, alienaban a la población árabe, eran en el mejor de los casos “ingenuos” y en el peor una “desgracia condenada al fracaso”.
Ante este torrente de invectivas, el gobierno procuró reafirmar la posición oficial, al tiempo que aseguraba que consideraban “muy seriamente” las críticas. “¿Le conviene a Gran Bretaña sumergirse más en esta crisis? Hay una gran preocupación por lo que está haciendo Estados Unidos y mucho temor de que todo esto termine en un baño de sangre. Y la idea que está emergiendo de que Gran Bretaña se ocupe de toda la zona chiíta al sur del país es indudablemente peligrosa, pero al mismo tiempo puede a la larga mejorar la seguridad”, señaló ayer el analista de temas de defensa de la Universidad de Lancaster Tim Ripley.

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