Jue 29.04.2004

EL MUNDO

Una escalada en el sur de Tailandia, con 107 muertos

Decenas de militantes islamistas asaltaron varios distritos del sur tailandés y fueron muertos por las fuerzas de seguridad. De fondo, el temor a que esa región se esté convirtiendo en un caldo de cultivo de terroristas como Al Qaida.

Por José Reinoso *
Desde Pekín

Tras cuatro meses de enfrentamientos, la violencia estalló ayer en toda su intensidad en el sur de Tailandia. Un total de 107 militantes islamistas, que habían comenzado a las cinco de la mañana una serie de ataques coordinados contra 15 comisarías y puestos de vigilancia, fueron abatidos por las fuerzas de seguridad en una larga batalla, que finalizó con la policía abriendo fuego sobre una mezquita donde se habían refugiado algunos insurgentes. Aunque los asaltos no fueron reivindicados, según algunos militares se debieron a separatistas que pretenden fundar un Estado musulmán en este país predominantemente budista.
Iban armados con machetes, cuchillos y algunas pistolas. Algunos vestían el tradicional sarong, otros pantalones. Llevaban pañuelos rojos alrededor de la cabeza con eslóganes islámicos. Fue al amanecer cuando varios centenares de personas, la mayoría adolescentes, lanzaron de forma perfectamente coordinada, pero mal armados, una serie de asaltos en las provincias de Yala, Pattani y Narathiwat, situadas en el sur del país, predominantemente musulmán. Pero las fuerzas de seguridad habían sido prevenidas y los estaban esperando, lo que les permitió saldar la lucha con tan sólo cinco bajas. “Nuestros servicios de inteligencia habían recibido información de la población local”, comentó el general jefe del ejército, Chaiyasidh Shinawatra. Las ocho horas de enfrentamientos acabaron cuando la policía emprendió una dura ofensiva con gases lacrimógenos y lanzagranadas sobre una mezquita del siglo XVI, en Pattani, que después de tres horas de lucha culminó con la muerte de 32 militantes que se habían atrincherado en el edificio.
El primer ministro de Tailandia, Thaksin Shinawatra, afirmó que el resultado del ataque ayudaría a detener un conflicto separatista islámico que se remonta a varias décadas y que, según dijo, ha sido encendido de nuevo con el dinero de traficantes de drogas y políticos corruptos y no por el terrorismo internacional. El enfrentamiento supone una escalada de la violencia que vive el país desde que el pasado 4 de enero murieran cuatro soldados durante el ataque a unos barracones militares. Desde entonces, más de 65 miembros de las fuerzas de seguridad, funcionarios del gobierno y monjes budistas han perdido la vida. Algunos expertos temen que el sur de Tailandia se esté convirtiendo en campo de abono para movimientos terroristas como Al Qaida.
El general Panlop Pinmanee, subdirector del Mando de Seguridad Interior, dijo que está “absolutamente seguro” de que las incursiones habían sido organizadas por separatistas entrenados por grupos militantes en el sur del país. Los líderes islámicos temen que la violencia de los enfrentamientos de ayer deteriore aún más la situación en la región, donde el resentimiento contra el gobierno central ya es alto.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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