Mié 12.05.2004

EL MUNDO

Echale la culpa a los servicios de inteligencia

El general Antonio Taguba culpó ayer a la inteligencia militar e indirectamente a la CIA por los abusos contra prisioneros iraquíes en Abu Ghraib, mientras la atmósfera política se recalentaba.

Por Andrew Buncombe*
Desde Washington

El general del ejército cuyo informe sobre el abuso en Abu Ghraib indignó y repugnó al mundo culpó ayer por el maltrato de prisioneros al fracaso del liderazgo, a la mala disciplina y a la ausencia de supervisión. Aunque dijo que no había evidencia de que se ordenara a los soldados abusar y torturar a los prisioneros como preparación antes de ser interrogados, el mayor general Antonio Taguba le dijo al Congreso que las tropas más jóvenes pueden haber pensado que eso es lo que se requería que hicieran. “Hubo un fracaso en el liderazgo”, dijo. “Fracaso en el liderazgo, señor, del comandante para abajo. Falta de disciplina, nada de entrenamiento y ninguna supervisión. La omisión de la supervisión era notoria. Estas son mis observaciones.”
El testimonio de Taguba ante el Comité de Fuerzas Armadas del Senado llegó en un momento en que la administración Bush estaba en un intenso debate con el liderazgo del Congreso sobre la conveniencia de dar a conocer más fotografías y videos del abuso en la prisión al oeste de Bagdad que ya han producido olas de estupor en el mundo y puesto a la Casa Blanca a la defensiva. Bush ya vio las imágenes, reaccionando con “disgusto e incredulidad”, según su vocero, y existe presión para dar a conocer las restantes fotografías de manera controlada antes que se divulguen. Taguba también ayer dejó abierta la posibilidad de que miembros de la CIA, así como personal de las fuerzas armadas y contratistas civiles empleados en Abu Ghraib, fueran culpables del abuso. “Unos pocos soldados y civiles conspiraron para abusar y llevar a cabo atroces actos de violencia contra detenidos y otros civiles fuera de los límites de las leyes internacionales y la Convención de Ginebra”, dijo.
A pesar de esto, dijo que su investigación no había descubierto evidencia alguna de que hubiera habido órdenes dadas a la Policía Militar en la prisión para maltratar a los prisioneros como parte de un plan más amplio, aunque el control de la prisión había sido entregado a la Inteligencia Militar del Ejército (IM). “No obtuvimos ninguna evidencia de una política de inteligencia militar de ese tipo. Creo que se trató de soldados con su interacción con el personal de inteligencia militar que pensaban que eran autoridad competente que les estaban dando o influenciando sus acciones para establecer las condiciones para operaciones de interrogaciones exitosas”, dijo.
Cuando el senador demócrata de Virginia occidental Robert Byrd preguntó directamente quién había dado las órdenes para “ablandar” a los prisioneros, Taguba contestó: “No encontré ninguna evidencia de una política o una orden directa dada a esos soldados para justificar lo que hicieron. Creo que lo hicieron por su propia voluntad. Creo que colaboraron con varios interrogadores de bajo nivel basado en la trasmisión de esa información a través de entrevistas y declaraciones escritas”.
Las audiencias en el Capitolio eran cruciales no sólo por la probable dirección que tomará la investigación sobre el abuso, sino también por el futuro del acosado secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que apareció ante el comité la semana pasada y que ayer fue ovacionado de pie por el personal del Pentágono en pleno. Mientras Bush defendió públicamente a su alto funcionario, declarando que Estados Unidos tiene con él una “deuda de gratitud”, es difícil ver cómo podría resistirse la Casa Blanca si los senadores republicanos de mayor rango exigieran la cabeza de Rumsfeld como precio para salir del escándalo. En ese sentido, muchos en el Capitolio estarán observando las acciones del presidente del comité, el senador John Warner, y John McCain, otro alto republicano en el comité. Pero Rumsfeld tiene apoyo popular: una encuesta dice que el 69 por ciento de los norteamericanos cree que debe permanecer en el puesto y sólo un 20 por ciento exige su salida.
En cuanto a Abu Ghraib, una figura emergió cada vez más del control pasado al IM, una decisión tomada por el mayor general Geoffrey Miller, anteriormente un guardián en Bahía de Guantánamo, que tomó control de Abu Ghraib a fines del año pasado con un plan de convertir el lugar en un agujero de interrogatorios. Colocó a la policía militar bajo el control táctico de la 205ª Brigada de Inteligencia Militar. La confirmación de esto ayer por Taguba llevó a un choque con Stephen Cambone, el subsecretario de Defensa para inteligencia, que declaró que la autoridad seguía con la unidad de policía militar asignada para gobernar la prisión.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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