EL MUNDO
› LYNNDIE ENGLAND ACUSO A SU CADENA DE MANDOS POR LAS HUMILLACIONES Y TORTURAS
La soldado que empezó a apuntar para arriba
El Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos tuvieron ayer un acceso restringido a las fotografías y videos que no han sido divulgados públicamente sobre los abusos a prisioneros iraquíes en la prisión de Abu Ghraib, el mismo día que la soldado Lynndie England acusaba a su cadena de mandos por lo ocurrido.
Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
La soldado de 21 años que está en el centro del escándalo de los abusos en la prisión iraquí de Abu Ghraib sostuvo ayer que sólo posó en las infames fotografías de detenidos desnudos porque sus superiores le dijeron que lo hiciera, como una forma de ablandarlos antes de ser interrogados. En una entrevista televisiva ayer, Lynndie England dijo que le dieron instrucciones específicas sobre cómo posar en las fotos. Cuando se le preguntó quién le dio las instrucciones, ella contestó “personas de mi cadena de mandos”, negándose a ser más específica.
Su declaración concuerda con las de sus otros seis colegas de bajo rango que enfrentan tribunales militares por su participación en el escándalo del abuso. Aumentará las sospechas que la responsabilidad por el abuso no está reducido a ellos, o aún a sus superiores de mediano rango, que han recibido reprimendas y probablemente enfrenten la expulsión de las fuerzas armadas. En una entrevista con The Washington Post ayer, la brigadier general Janis Karpinski, que estaba a cargo de dirigir las prisiones militares de Estados Unidos en Irak, declaró que había tratado de bloquear las decisiones de oficiales superiores para poner a la inteligencia militar a cargo efectivo de las prisiones y autorizar el uso de fuerza letal para mantener el orden. Señaló con el dedo al teniente general Ricardo Sánchez, el más alto comandante estadounidense en Irak, y al mayor general Geoffrey Miller, el ex comandante en la prisión de Guantánamo en Cuba que fue enviado a Irak en 2003 para “mejorar” los interrogatorios de los prisioneros ahí. Ambos generales negaron haber dado tales órdenes.
La soldado England, ahora famosa por las fotos que la muestran sosteniendo una correa alrededor del cuello de un detenido iraquí desnudo y otra de ella sonriente y señalando los genitales de un prisionero, dijo que fue “instruida por personas de alto rango para ‘pararse ahí, sostener la correa, mirar a la cámara’”. “Luego tomaron fotos para PsyOps (operaciones psicológicas).” Yo no quería realmente estar en ninguna foto, le dijo a la emisora, añadiendo que pensaba que los hechos eran “algo extraños”. El abogado de la soldado England añadió en una entrevista por separado en televisión que aquellos que dieron las órdenes eran “de IM (Inteligencia Militar) y OGA (Otras Agencias del Gobierno, una referencia ampliamente usada para la CIA)”. Después de que se sacaron las fotos, la soldado England dijo que ella y sus colegas fueron elogiadas por sus superiores, quienes les dijeron: “Hey, ustedes lo están haciendo muy bien, sigan así”.
England agregó que en la prisión pasaban cosas peores que las que mostraban las fotos ya hechas públicas, que incluían, aparte de los fotos sexuales humillantes, una de un detenido amenazado y luego aparentemente mordido por perros ovejeros alemanes sostenidos por soldados en trajes de combate. Mientras hablaba, miembros selectos del Congreso, del Senado y la Cámara de Representantes veían algunas de las “cientos” de fotos y docenas de videos mostrando el abuso de prisiones y en algunos casos violaciones y tortura, en posesión del Pentágono. Por insistencia del Pentágono, esta muestra de fotos sucedía en secreto, en habitaciones protegidas especialmente en el Capitolio. Los congresistas coincidieron en que el nuevo material, como había advertido Rumsfeld la semana pasada, es mucho peor que el que ha sido divulgado públicamente. Y han surgido fuertes divergencias sobre si debían darse a conocer al público, con algunos sosteniendo que cuanto antes se conociera todo, sería mejor. Otros senadores y congresistas, sin embargo, dicen que después de la emisión del video que mostraba la decapitación de un empresario estadounidense, Nicholas Berg, por militantes islámicos, dar a conocer más fotos de abuso en la prisión sólo empeoraría la situación. Sea como fuere que se resuelva esta situación, sigue habiendo intensa presión sobre el cuestionado secretario de Defensa Donald Rumsfeld, a pesar de su continua negativa a renunciar y el fuerte apoyo público del presidente Bush.
Ayer, en una audiencia en el Senado sobre un pedido de la Casa Blanca de 25.000 millones de dólares en fondos suplementarios para la operación Irak, Rumsfeld desechó las quejas de que las técnicas de interrogación usadas en Irak violaban las convenciones de Ginebra. Le dijo a Richard Durbin, un demócrata de Illinois, que los abogados del Pentágono habían aprobado la privación del sueño, los cambios dietarios y otros métodos. Rumsfeld desechó de cuajo la acusación de Durbin de que estas técnicas iban “mucho más lejos que las convenciones de Ginebra”, aunque también sostuvo que los castigos a los responsables de los abusos se aplicarán “en todos los niveles”. Aun así, especialistas militares y observadores cercanos a Rumsfeld creían que podía ser forzado a dimitir, posiblemente por la publicación del material hasta ahora secreto. Aun senadores republicanos leales a la administración sostienen que los oficiales de bajo y medio rango no pueden ser los únicos chivos expiatorios de un episodio que ha golpeado la reputación de Estados Unidos en todo el mundo, y ha hecho retroceder gravemente las esperanzas de restaurar la estabilidad en Irak.
John Kerry, el candidato presidencial demócrata, insistía ayer que Rumsfeld distaba de ser indispensable y que “gran cantidad de personas” podrían reemplazarlo. Estos incluyen a los senadores republicanos John McCain y John Warner, su colega demócrata Carl Levin de Michigan y el ex secretario de Defensa de Bill Clinton, William Perry.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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