EL MUNDO
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Entrega de la “soberanía”
Por Robert Fisk *
Al final, los enemigos de Estados Unidos pusieron la fecha. La ceremonia de entrega de la soberanía fue en secreto para que el ex funcionario de inteligencia de la CIA, hoy “primer ministro” de Irak, pudiera evitar una sangrienta ofensiva por parte de los enemigos de Estados Unidos. Lo que iba a ser la fecha más importante en la historia moderna de Irak fue cambiada, así nomás. Es triste. Se entregó la “soberanía plena” a los iraquíes. Claro, “soberanía plena” si nos olvidamos de los 160.000 soldados extranjeros a quienes el primer ministro Iyad Allawi les pidió que se quedaran en Irak. “Plena” sin haberles avisado siquiera a los iraquíes que habíamos cambiado la fecha.
La soberanía se entregó ritualmente mediante documentos legales. El nuevo gobierno prestó juramento sobre el Corán. El procónsul, Paul Bremer, se dio la mano con Allawi y se subió a su avión para viajar a casa. Es difícil recordar que Bremer fue elegido para cumplir su función porque era un experto en “contraterrorismo” y que lo que denominaba “gente sin salida” o sea, baasistas a morir, lograron que casi toda la población iraquí se vuelva contra Estados Unidos y Gran Bretaña en unos pocos meses.
Según Allawi, los “sin salida” y los “remanentes” pertenecían a Saddam Hussein. Aquellos que no habían cometido crímenes podían unirse a las nuevas autoridades, anunció. Pero ya era claro que Allawi estaba considerando la ley marcial, el sine qua non de cualquier dictadura árabe. ¿Quién fue el último en imponer la ley marcial a los iraquíes? ¿No fue Saddam? No, Allawi y sus compinches no son pequeños Saddames. Allawi fue leal a Saddam hasta que huyó a Londres. Saddam casi lo asesina antes de que aceptara las libras esterlinas del MI6 y los dólares de la CIA y los de otras 12 agencias de inteligencia.
Ayer, Allawi hablaba de un “día histórico”. Los iraquíes ahora disfrutarían de “plena soberanía”. Los que pusimos la palabra “liberación” entre comillas en 2003 ahora deberemos poner también la palabra “soberanía” entre comillas. Quizás lo más notable fue la demanda de Allawi de que “los mercenarios que vinieron a Irak del extranjero” dejen Irak. Hay 80.000 “mercenarios” occidentales en Irak, la mayoría usan ropas occidentales. Pero, claro, Allawi no hablaba de estos hombres. Y aquí hay un problema. Llega un momento en el que debemos dejar de lado los clichés y las pesadillas norteamericanas. Al-Qaida no tiene una base operativa en Irak. Y los iraquíes no planearon el 11-S de 2001. Pero no hay por qué preocuparse. El nuevo primer ministro iraquí ya introducirá la ley marcial. Las elecciones democráticas se celebrarán en Irak, “se espera”, en cinco meses. Ya veremos.
Es cierto, Allawi promete un Irak de una “sociedad de iraquíes, sin importar su etnia, color o religión”. Pero esto no parece incluir a los 5000 prisioneros detenidos en los campos dudosos en Irak. Al menos 3000 seguirán detenidos bajo mando norteamericano. Hubo muchas promesas de enjuiciar a Saddam y sus colegas, aunque abogados iraquíes creen que hay otros temas más importantes. Bremer abolió la pena de muerte pero pareciera que Allawi quiere restituirla. Cuando se le preguntó si Saddam sería ejecutado, respondió que “éste es otro tema que deberá debatido en el sistema judicial iraquí”. Sin embargo, dijo que estaba a favor de la pena capital. Ayer cuando habló, el nuevo primer ministro usó palabras que podrían haber salido de la boca de George Bush.
El problema real de Allawi es que debe ser un líder independiente mientras depende de un alien, una fuerza occidental y cristiana que apoye su gobierno. No puede dar seguridad sin la asistencia de esta fuerza alien. Pero no tiene control sobre ella. No puede ordenarles a los estadounidenses que se vayan. Esta es la cuestión central. Si Allawi realmente tiene intenciones de gobernar Irak, la demostración de poder más fuerte que podría hacer es demandar el retiro inmediato de todas las fuerzas extranjeras. Se convertiría en pocas horas en un héroe en Irak. ¿Allawi se dará cuenta de que este paso podría salvarlo? La dolorosa paradoja en Bagdad hoy es que Allawi depende de un ejército y el retiro de este ejército es lo que necesita para probar su propia credibilidad.
La ocupación occidental ha dejado atrás una legislación dudosa. Se permite a las empresas occidentales quedarse con las ganancias de la reconstrucción. ¿Por qué las empresas estadounidenses y occidentales tienen inmunidad de la ley iraquí? Cuando un mercenario británico o norteamericano mata a un iraquí, no se lo puede llevar a juicio en una corte iraquí. Pero Allawi depende de esos mismos mercenarios, razón por la cual él y su gobierno inevitablemente fracasará. La insurgencia tiene una vida propia, y también tiene un plan propio.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.