Lun 20.09.2004

EL MUNDO  › ASI LO VEN

La trampa iraquí

La violencia en Irak recrudece. El secuestro es el arma de batalla en el país ocupado, y caen como presas tanto ciudadanos de los aliados a la administración norteamericana como los opositores a la guerra, ejemplo Francia. Imágenes de decapitaciones, reclamos de diversos grupos islamistas y coches bomba son moneda corriente. Pero los ocupantes dicen que la situación mejora.

The Guardian

Cuando Simona Torreta regresó a Bagdad en marzo de 2003, en el medio de un bombardeo aéreo sorpresivo, sus amigos iraquíes la saludaron diciéndole que estaba loca y con un “¡Vuelve a Italia!” Pero Torreta no volvió. Hoy la vida de Torreta está en peligro junto con la de Simona Pari y sus colegas iraquíes Raad Ali Abdul Azziz y Mahnouz Bassam. Los cuatro fueron secuestrados a punta de arma en su oficina en Bagdad y nada se sabe desde entonces. Ante la ausencia de comunicación directa con los secuestradores surge la controversia política. Los que apoyan la guerra usan el incidente para pintar a los pacíficos como crédulos, que apoyan inocentemente una resistencia solidaria con una red internacional de secuestros y decapitaciones.
(Naomi Klein)

New Stateman

El mundo está dividido en dos campos hostiles: Islam y nosotros. Ese es el mensaje de los gobiernos occidentales, prensa, radio y televisión. Cuando ven Islam, ven terroristas. Es una reminiscencia de la Guerra Fría, cuando el mundo estaba dividido entre “los rojos” y “nosotros”, y cualquier estrategia de aniquilación estaba permitida en nuestra defensa. Ahora sabemos que gran parte de eso era una charada, a partir de la desclasificación de los documentos que dejaron claro que la amenaza soviética era sólo para consumo público. La nueva amenaza recibe ímpetu con cada ataque terrorista. Visto desde este espejo unilateral nuestros líderes cometen grandes errores, pero sus buenas intenciones no se cuestionan.
(John Pilger)

The New York Times

Richard VandeGeer no fue el último soldado que murió en la Guerra de Vietnam, pero casi. Fue parte del último grupo de norteamericanos que murieron. Parado enfrente de su tumba, no podía evitar preguntarme cuánto tardaríamos en llegar a la última muerte en combate norteamericano en Irak. El teniente VandeGeer murió heroicamente en una operación de rescate fracasada, considerada la última actividad de combate de la guerra de Vietnam. Como no hemos aprendido nada de Vietnam, estamos destinados a repetir la agonía, esta vez en Irak. Bush hoy está tan entrampado en Irak como en Vietnam. Me pregunto quién será el último hombre o mujer que muera por este terrible error.
(Editorial)

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