Jue 23.09.2004

EL MUNDO

La kamikaze que rompió con siete meses de calma

Una terrorista suicida palestina mató a dos israelíes en Jerusalén. El premier israelí, Ariel Sharon, aseguró que el líder palestino Arafat puede correr la misma suerte que los líderes de Hamas.

Por Ferrán Sales *
Desde Jerusalén

Tras siete meses de tranquilidad y cuando falta menos de una semana para que la Intifada cumpla cuatro años, una bomba sacudió ayer por la tarde Jerusalén, provocando la muerte de dos policías israelíes y heridas en una veintena de peatones. El atentado lo llevó a cabo una suicida palestina, que hizo estallar el artefacto que llevaba adosado a su cuerpo, cuando se encontraba esperando en una parada la llegada de un ómnibus.
La explosión se produjo en el apeadero de French Hill, en la intersección de las carreteras que conducen al mar Muerto, Ramalá, Jerusalén y Tel Aviv: un punto estratégico que se encuentra normalmente repleto de gente, sobre todo a partir de las cuatro de la tarde, precisamente la hora que eligió ayer la suicida para llevar a cabo el ataque. Este es el tercer atentado en esta parada de autobús desde que empezó la Intifada.
La suicida, que llevaba la cabeza cubierta con un pañuelo, hizo explotar el artefacto en el momento que dos policías se acercaron a ella para tratar de identificarla y registrar una bolsa sospechosa que llevaba en la mano y en cuyo interior podría haber escondido la bomba, que según los artificieros pesaba entre tres y cinco kilos.
“Hizo un gesto con la cabeza. Como echándola hacia atrás. Luego se oyó un estallido y más tarde su cuerpo quedó envuelto en llamas”, aseguró uno de los testigos presenciales, mientras los bomberos, policía y sanitarios trataban de ayudar a los heridos y rescatar a un grupo de transeúntes que había sufridos cortes por la rotura de los cristales de una garita de las fuerzas de seguridad.
Esta es la octava mujer que protagoniza un ataque suicida en Israel desde que se iniciara la Intifada. En esta ocasión, como en los otros siete casos restantes, la operación fue reivindicada por las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, un grupo formado con disidentes de Al Fatah, convertido junto con Hamas en la punta de lanza de la revuelta palestina. Un comunicado de la organización aseguró que el ataque era la venganza por las muertes de los dirigentes de la organización ocurridas en los últimos días en Nablús y Jenín, por disparos u operaciones selectivas del ejército israelí.
Este atentado suicida no sorprendió a las fuerzas de seguridad israelíes, que desde hace varios días habían alertado a la población sobre un presunto ataque terrorista en la ciudad. Fuerzas del ejército patrullaban desde hacía 48 horas por las calles de Ramalá, tratando de abortar una operación que consideraban inminente. El ataque se produjo a la misma hora que un destacamento irrumpía en la plaza de Menara, en el corazón de la capital cisjordana, para practicar una serie de arrestos.
Esta situación de tensión llevó ayer al primer ministro israelí, Ariel Sharon, a levantar la voz contra el presidente palestino, Yasser Arafat, al que anunció el mismo final que los dirigentes de Hamas, el jeque Ahmed Yassin y Abdelaziz Rantisi, abatidos la pasada primavera en Gaza: “Hemos actuado contra los jefes de Hamas y contra otros de la manera que consideramos más adecuada y en el momento que nos convenía. Cuando llegue el momento oportuno de ocuparnos del caso (Arafat), se actuará de la misma manera”. Las amenazas de Sharon, pronunciadas a través de la radio pública israelí, eran difundidas pocas horas después de que el presidente norteamericano George W. Bush, desde la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, conminara a la comunidad internacional a dar la espalda a Arafat, como castigo por haber traicionado a su pueblo.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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