EL MUNDO
› EL PRIMER DEBATE BUSH-KERRY PUEDE DECIDIR LA CAMPAÑA EN EE.UU.
Esta semana se elige al presidente
Las elecciones norteamericanas son el 2 de noviembre, pero el desenlace puede quedar sellado el próximo jueves, cuando George W. Bush y John Kerry confronten sobre terrorismo, Irak y seguridad nacional, los temas en que el presidente tiene su principal ventaja hasta el momento.
Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
George W. Bush y John Kerry están pasando este fin de semana en reclusión, preparándose intensamente para el primer debate presidencial del próximo jueves: una confrontación sobre terrorismo, Irak y seguridad nacional en la Universidad de Miami, que puede decidir el resultado de las elecciones del 2 de noviembre. Por cierto, la palabra “debate” es un poco inapropiada. Las reglas han sido establecidas con la precisión milimétrica de un acuerdo armamentístico entre superpotencias. Los dos candidatos no podrán hacerse preguntas en forma directa y no se les permitirá acercarse mutuamente más allá de determinada distancia. Cualquiera que busque espontaneidad, y verdadero enfrentamiento intelectual, probablemente saldrá desilusionado.
El “memorándum de entendimiento” de 32 páginas lo dicta todo, desde la altura de los podios (75 centímetros) a la distancia entre ellos (10 metros), y la temperatura de la sala. Especifica el tipo exacto de taburete (con descanso para los pies y respaldo) que se usará en el segundo debate. Esta va a ser una sesión del tipo de “reunión municipal” con votantes indecisos cuyas preguntas deben ser aprobadas por el moderador de antemano. La fatalidad se abatirá sobre aquellos que se atrevan a cambiar sus preguntas en medio de la sesión. Sus micrófonos serán silenciados inmediatamente. Cada lado ha hecho sus concesiones. La campaña de Bush, que quería sólo dos debates de 90 minutos, finalmente aceptó los tres que inicialmente habían sido propuestos por la Comisión de Debates Presidenciales. El equipo de Kerry, sin embargo, acordó mover la seguridad nacional, el tema más fuerte de Bush, al primer debate, siempre el más mirado y el más influyente.
Ya está en pleno auge el bizarro ritual de disminución de expectativas. Escuchá a cualquiera de los dos lados y te van a decir que su hombre seguramente perderá. Demócratas que usalmente desprecian a Bush como un bufón inarticulado ahora lo saludan como el mejor orador público desde Demóstenes. La campaña de Bush juega al mismo juego: es “el mayor polemista desde Cicerón”, según dice con cara seria Matthew Dowd, uno de los principales estrategas de la campaña Bush-Cheney.
Ambos lados, sin embargo, tienen buenas razones para ser cautelosos. Kerry es indudablemente un polemista muy competente, rápido para reaccionar y formidable en la presentación de un argumento. Pero los demócratas son perfectamente conscientes de que es muy fácil subestimar a Bush: solamente pregúntenle a Al Gore. Nadie jamás discutió el encanto campechano de Bush. Pero la corrección de sus dichos es otra cosa. Una sola frase torcida puede resultar entonces en una poderosa victoria.
Las tácticas también reflejan la enorme escala de lo que está en juego el jueves. Los debates han cambiado elecciones: en 1976 una gaffe de Gerald Ford sobre Europa del Este destruyó su credibilidad en política exterior, mientras cuatro años más tarde Ronald Reagan convenció a votantes indecisos de que él no era un extremista tonto a quien no podía confiarse la presidencia.
Esta semana, un desempeño sólido de Bush probablemente liquidaría a su oponente demócrata, que ya está rezagado en las encuestas y se encuentra muy por detrás en la estimación de los votantes sobre quién es el mejor capacitado para “mantener al país seguro”, el tema central de la velada.
Pero los debates finalmente han puesto a Kerry en el mismo escenario, como el igual del presidente. Un desempeño fuerte en un enfrentamiento directo puede cambiar la corriente de lo que es aún una carrera muy reñida. La pregunta clave, sin embargo, es si el demócrata podrá romper el vínculo que Bush ha establecido en la mente de los votantes entre Irak y la guerra antiterrorista. Irak es presentado como “el frente central en esa guerra”, un abordaje que permite al presidente evitar la incómoda pregunta de si la invasión de 2003 no ha convertido a Estados Unidos en un blanco terrorista mayor de lo que era antes.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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