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› UN SONDEO LE ASIGNA UNA VENTAJA DE OCHO PUNTOS AL ACTUAL MANDATARIO
Listos y preparados para el debate
A 48 horas del primero de los tres duelos televisados, el presidente George Bush y su rival demócrata John Kerry siguen sus campañas y ajustan los guiones de cada oratoria. Ayer, Bush dijo que es difícil debatir con su contendiente porque “cambia de opinión” y Kerry lo atacó nuevamente en el flanco de Irak.
Por José Manuel Calvo*
Desde Washington
George W. Bush y John Kerry se preparan desde el fin de semana para el debate del jueves en Miami, el primero de los tres previstos y el más importante, porque marcará la fase final de la campaña y porque estará dedicado a la política exterior, con Irak en el centro de la pista y la seguridad de Estados Unidos como comodín electoral. Desde 1992 no había tanta expectación y tantos espectadores potenciales como ahora ante un debate presidencial que será transmitido en simultáneo por todos los canales. Tanto Bush como Kerry mantienen, en vísperas de su encuentro de Miami, un fuerte enfrentamiento en torno de Irak. Un sondeo de USA Today/CNN divulgado ayer le dio 8 puntos arriba al presidente, aunque la ventaja se estrechó en los últimos días.
El demócrata Kerry es el que más se juega. A Bush lo conoce todo el país y tiene bien definidos sus amores y sus odios; pero hay muchos estadounidenses que, aunque rechazan al presidente, no se sienten arrastrados por el senador. Teniendo en cuenta que un tercio de los votantes dice que verá todo el debate y otro 49 por ciento promete ver parte, Kerry necesita encontrar el mensaje claro –y las palabras simples para expresarlo– que le permita llegar a la mayoría de los norteamericanos que creen que el país no va en la buena dirección y cada vez son más críticos con la guerra de Irak, pero no acaban de ver en el demócrata al hombre fuerte que les dé garantías de seguridad. En busca de ese mensaje, Kerry asesta con contundencia desde hace dos semanas sus críticas sobre Irak y Bush se mantiene sin cambios.
La línea republicana, que será machacada hasta el final, es la del texto de un nuevo anuncio de televisión: “¿Cómo puede protegernos John Kerry si ni siquiera sabe qué terreno pisa?”. A continuación cita una antigua frase del senador –“la brillante victoria en la guerra”– y una reciente –“la guerra equivocada, en el lugar y la ocasión erróneos”– para dibujar su caricatura de indeciso. En Ohio, Bush indicó que el debate era “un poco difícil de preparar porque (Kerry) cambia todo el tiempo de punto de vista sobre el tema de la guerra contra el terrorismo”. “Kerry podría pasar 90 minutos de debate con él mismo”, dijo irónicamente. Por su parte, el aspirante demócrata llamó a terminar la guerra de avisos de propaganda política que lo han enfrentado a él y a Bush.
En la preparación del debate, los candidatos celebran sesiones de entrenamiento en las que contestan las preguntas que se supone que van a recibir ante las cámaras. Es lo que hizo Bush en Crawford durante dos horas el sábado y otras dos el domingo; el senador republicano Judd Gregg actuó de Kerry. En Wisconsin, el que hace de Bush en el entrenamiento de Kerry es Gregory Craig, un influyente abogado de Washington cercano al senador Ted Kennedy que, entre otras cosas, representó al padre del niño cubano Elián González en el año 2000. En un acto electoral, Kerry pidió a sus partidarios que plantearan con sinceridad interrogantes con el evidente propósito de preparar mejores respuestas y ataques para el debate.
En cuanto a los importantes detalles de la puesta en escena, el equipo del actual presidente, que jugaba con la presión de no aceptar todos los debates, ha conseguido pactar una distancia de tres metros entre Bush y Kerry, para que se note menos que el demócrata es más alto. La letra pequeña del acuerdo sobre los debates ocupa 32 folios en los que se especifica todo lo posible para evitar sorpresas. De estos encuentros siempre se dice –siempre desde 1960, cuando empezaron a celebrarse– que pueden ser decisivos. A la hora de la verdad, su influencia en los votantes es relativa, pero es imposible anticipar si habrá sorpresas. Bush, interrumpió ayer su estancia en Texas para ir a Ohio. Ningún presidente republicano ha llegado a la Casa Blanca sin haber ganado allí, y tan en serio se lo toma Bush que la visita de ayer fue la número 26, y la que hará el sábado, la 27. Ohio, con 20 votos electorales, y Florida, con 27, son dos de los estados decisivos para el 2 de noviembre. Los expertos coinciden en que el candidato que gane en esos dos lugares se llevará las elecciones. Los sondeos dan ahora una pequeña ventaja a Bush en Ohio –entre dos y nueve puntos–, mientras que en Florida hay tres encuestas en las que empatan y cuatro en las que gana Bush.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12
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