Mié 06.10.2004

EL MUNDO

“Podemos estar ante una limpieza étnica junto a una ingeniería social”

Darfur, en la frontera oeste de Sudán, es eje de una crisis político-humanitaria. Aquí habla Irene Khan, de Amnistía Internacional.

› Por Marcelo Justo

Página/12
en Gran Bretaña

Desde Londres

La crisis en Sudán sigue en el centro de la atención internacional. En el medio de una espiral de violencia que ha causado un millón de desplazados y más de 50.000 muertos se encuentra una sociedad dividida entre el norte musulmán y el sur cristiano y animista, entre las tribus nómades árabes y las comunidades rurales sedentarias. Amnistía Internacional es la primera organización de derechos humanos que visita el país desde que se desató la crisis. La misión estuvo encabezada por la secretaria general de la organización, Irene Khan, y tuvo acceso directo a los campos de refugiados y las zonas calientes del conflicto. En diálogo con Página/12, Khan se refirió al alcance de la crisis, las limitaciones de la resolución de la ONU a fines de septiembre y el papel que debe cumplir la comunidad internacional en la resolución del conflicto.
–Usted acaba de volver de Darfur. ¿Qué impresión trae?
–Sigue habiendo desplazamiento de gente de sus hogares debido a nuevos combates entre el gobierno y la guerrilla, pero también a ataques sobre civiles. En los campos de refugiados la situación es muy precaria. No hay seguridad en los campamentos. Nadie se atreve a salir porque ha habido muchas instancias de asesinatos y violaciones. La situación es tal que la mayoría nos ha dicho que si no mejora la seguridad, no volverán a sus tierras y se verán obligados a huir al Chad. Hay un serio peligro de que esta crisis nacional se convierta en una crisis internacional. Y lo peor es que el gobierno niega todo. Niega que haya ningún vínculo entre ellos y el grupo paramilitar Janjaweed, a pesar de que un informe de las Naciones Unidas ha revelado que este vínculo efectivamente existe. Niega toda responsabilidad. Esto es muy grave porque, si el gobierno no reconoce cuál es el problema, será imposible solucionarlo.
–Dos términos que se han utilizado para describir la situación son limpieza étnica y genocidio. ¿Encontró pruebas de esto?
–No cabe duda de que hubo un plan deliberado de desplazamiento de gente de su lugar. Hemos visto pueblos abandonados en los que ahora crece la hierba y en los que pastorean los camellos y animales de las tribus nómades. Si los grupos sedentarios que han sido desplazados de su hogar no consiguen recuperar lo que perdieron, nos encontraremos ante un proceso no sólo de limpieza étnica, sino de ingeniería social, por el cual esta población nómade habrá desplazado a la población sedentaria. No cabe duda tampoco de que ha habido todo tipo de atrocidades y crímenes contra la humanidad. Distintos miembros de la delegación que visitaron varios pueblos escucharon historias idénticas sobre violaciones y asesinatos. Ahora bien, la definición de genocidio de las Naciones Unidas estipula que debe haber un intento deliberado de eliminar una raza o etnia. Como se trata de algo deliberado, es necesario probar la intencionalidad. Por eso, nosotros proponemos que la ONU cree una comisión independiente para determinar si hubo una intención o no. Un primer paso importante es que el Consejo de Seguridad de la ONU se haya puesto de acuerdo sobre la necesidad de formar esta comisión.
–¿Cree entonces que la resolución que aprobó el Consejo de Seguridad a fin de septiembre puede ser la vía para una solución del conflicto?
–Nosotros pensamos que la resolución es un tanto vaga al decir que el secretario general de la ONU debe formar una comisión sin darle un marco específico de acción. Nosotros proponemos que la comisión tenga un mandato muy concreto. La comisión debe documentar lo ocurrido, debe realizar un examen forense de las áreas donde se denunciaron violaciones a los derechos humanos, debe tener listas de las personas que fueron asesinadas, de los pueblos destruidos. La comisión debe, además, determinar quién lo hizo. No basta con decir que lo hizo la milicia Janjaweed. Para nosotros, hablar de Janjaweed es ocultar quiénes son los que están detrás de estos hechos. Es claro que el gobierno armó y organizó esta milicia. En este sentido pensamos que el Consejo de Seguridad debería aprobar un embargo militar total al gobierno. El embargo existente es a las milicias, pero es ineficaz porque no abarca al gobierno, que es el que suministra las armas al Janjaweed. En caso de que la comisión pruebe que efectivamente ha existido un genocidio, la comunidad internacional deberá adoptar las medidas que correspondan.
–Sudán aseguró que aceptaba la resolución de la ONU. Usted estuvo en contacto con altos funcionarios gubernamentales. ¿Percibió algún cambio de actitud?
–Ha habido algunos avances. El primero es que se permite a las ONG realizar su labor y tener acceso a las zonas en conflicto. El gobierno también ha acordado el aumento de los monitores de la Unión Africana y de la ONU. También reconocemos que ha aumentado el número de policías que patrulla Darfur. Todo esto es positivo. Pero no se trata simplemente de aumentar números. Se necesita que estén equipados apropiadamente para realizar su tarea. Se necesita que el gobierno desarme a la milicia como prometió que haría. Tenemos información de que está ocurriendo exactamente lo contrario: que el gobierno está incorporando a la milicia a su propia policía y aparato de seguridad.
–¿Qué puede hacer la comunidad internacional?
–Creo que la ONU debe asegurar que haya suficiente presencia internacional en el país. Esto lo puede hacer a través de la Unión Africana y la ONU misma. Pero, como decía antes, no se trata únicamente de números. Es necesario que los observadores de la ONU y los monitores de la Unión Africana tengan un mandato claro y preciso. La ONU tiene además que encontrar medios de mantener la presión sobre el gobierno para normalizar la situación.
–La resolución de la ONU del sábado anterior menciona la posibilidad de sanciones si la situación no mejora. ¿Cree que esta vía puede ayudar a cambiar la situación?
–El problema es que no parece haber unidad en el Consejo de Seguridad sobre el tema. El otro problema es que el antecedente de las sanciones de la ONU a Irak no es muy bueno. Creo que es necesario imaginar soluciones más creativas para esta situación. Otro aspecto que es muy importante es la puesta en marcha de un proceso político. Estos problemas son de larga data. Creemos que es necesario que la ONU, la Liga Arabe y la Unión Africana inicien un diálogo con el gobierno de Sudán para resolver el problema central de esta crisis. Y el núcleo central de la crisis es que este país tiene una gran diversidad étnica. Hay diferentes religiones, etnias, tribus e historias y la única manera en que el país puede gobernar esto es mediante un acuerdo que gire en torno al concepto de derechos humanos igualitarios para todos. Esta es la misma historia que ya ocurrió en el sur del país.
–¿Es optimista o pesimista?
–Creo que los avances que ha habido se deben a la presión internacional. En el sur del país hay un difícil proceso político en marcha. Restaurar la seguridad va a ser esencial para que la gente pueda volver a sus hogares y vivir dignamente.

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