EL MUNDO
› LOS CANDIDATOS DEBATEN MAÑANA EN UN CLIMA DE SUSPENSO
Segundo round entre Bush y el nuevo JFK
Por Andrew Buncombe*
Desde Cleveland
La batalla entre los demócratas y los republicanos aumentará con el enfrentamiento entre George Bush y John Kerry mañana a la noche después de que ambos bandos se adjudicaran la victoria en el mordaz debate vicepresidencial del martes a la noche. Kerry y el presidente Bush se reunirán en St. Louis, Missouri, para el segundo de los tres debates televisados, mientras las encuestas muestran a los dos hombres empatados, tanto en el crucial campo de batalla de Missouri como en la toda nación.
Después de la pobre actuación de Bush en el primer debate presidencial de la semana pasada en Miami, los republicanos recibieron algo de impulso del pendenciero encuentro entre el vicepresidente, Dick Cheney, y el compañero de fórmula de Kerry, John Edwards, en Cleveland, Ohio. Ambos lados se adjudicaron la victoria en el debate, donde se vio al ampliamente experimentado y a veces fastidiado Cheney igualado por el más vigoroso y carismático aunque menos habilidoso Edwards. Pero las encuestas inmediatas llevadas a cabo por organizaciones de noticias de Estados Unidos estaban muy divididas, reflejando la opinión de la mayoría de los expertos que reconocieron que ambos hombres, a pesar de ser tan distintos, estaban muy parejos. Por cierto, ninguno dio un knock out. Gran parte del debate se centró en la seguridad nacional y la guerra contra Irak, con Edwards, de 51 años, acusando a Cheney, de 63, de engañar repetidamente al país con el supuesto compromiso de Saddam Hussein en los ataques del 11 de septiembre. “Usted todavía no es honesto con el pueblo estadounidense”, declaró Edwards, sonando más enérgico que de costumbre, mientras Cheney estaba sentado a solo unos metros. “Señor vicepresidente, no hay ninguna conexión entre los ataques del 11 de septiembre y Saddam Hussein. La Comisión del 11 de septiembre lo dijo. Su propio secretario de Estado lo dijo. Y usted ha estado dando vueltas por el país sugiriendo que hay una conexión. No la hay.” Cheney, uno de los ideólogos más conservadores de la administración Bush y probablemente el vicepresidente más poderoso de la historia, estaba listo para defenderse. Aunque cuando comenzó el debate parecía nervioso e intranquilo, gradualmente se calmó y comenzó a pelear, aun cuando hizo una serie de declaraciones que rápidamente demostraron ser falsas. En un momento declaró que nunca había conocido personalmente a Edwards –un ataque a las supuestas inasistencias reiteradas en Washington del senador de Carolina del Norte–, aunque los asistentes del demócrata rápidamente pudieron encontrar una fotografía de ambos tomada en 2001. Los conservadores dijeron que por lo menos Cheney había frenado el impulso que los demócratas habían logrado después de la agitada y superficial actuación de Bush la semana pasada en Florida.
Los candidatos hicieron lo que correspondía para dar a sus respectivos compañeros de fórmula una sólida plataforma sobre la cual construir mañana. Cheney se aseguró de señalar la posición percibida como confusa y oscilante de Kerry sobre Irak, un punto sobre el que Bush no golpeó con eficacia la semana pasada. “Usted no es creíble respecto de Irak por las enormes inconsistencias que John Kerry y usted han mostrado una y otra vez durante el curso de la campaña”, le dijo Cheney a Edwards. “Según requieran las presiones políticas del momento, ahí es donde están”. A su vez, Edwards consolidó la declaración de Kerry de ser capaz de proteger al pueblo estadounidense contra la amenaza de terrorismo. También insistió con el argumento de que la guerra en Irak, que se ha cobrado las vidas de más de 1000 soldados de Estados Unidos y miles de civiles iraquíes, era innecesaria, basada en inteligencia falsa y desviando recursos destinados a la búsqueda de Al Qaida. “Fuimos atacados por Al Qaida y por Osama bin Laden. Fuimos a Afganistán y muy rápidamente la administración tomó la decisión de desviar la atención de eso y en su lugar comenzó a planear la invasión a Irak.”
Mientras se dirigía a su oficina en Cleveland el miércoles por la mañana, Robert Simon de 51 años, un profesor universitario de Asuntos Urbanos en el Levin College y una de esas raras especies, un votante indeciso, declaró que el debate no había alterado la dinámica de la contienda. “Ambos estuvieron muy bien. Ambos son muy sólidos”, dijo Simon, quien sostuvo que esperaría a las conclusiones de los debates presidenciales antes de decidir su voto. “Creo que es un empate. Lo de anoche no cambió nada.”
De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.