Jue 14.10.2004

EL MUNDO

Cómo son las batallas en el “corredor del cactus”

Por J. M. Calvo *
Desde Phoenix

Son sólo tres estados, su población suma nueve millones de habitantes y su fuerza electoral es pequeña: aportan 20 votos a un Colegio Electoral en el que hacen falta al menos 270 para ser presidente. Pero Nuevo México, Nevada y Arizona se han convertido en lugares clave, en los sitios más bombardeados por la publicidad y visitados por los candidatos –junto a Ohio, Pennsylvania y Florida– y en los que más esfuerzo están haciendo los ejércitos de voluntarios dedicados a registrar a nuevos votantes. No hay prácticamente campaña en Nueva York o en Texas; demócratas y republicanos no gastan tiempo ni dinero en sus feudos. Las batallas se libran sólo en la cuarta parte del país, en lugares como el “corredor del cactus”.
El “corredor del cactus” –estrictamente, las 100 millas que separan Tucson de Phoenix, aunque la denominación sirve para Arizona, Nevada y Nuevo México– es una zona de rápido crecimiento económico y demográfico. Nevada, con un 82 por ciento de aumento, y Arizona, con un 50 por ciento, son los dos lugares de EE.UU. que más han crecido en población en los últimos 14 años; Nuevo México ocupa el sexto lugar. Al este del Mississippi, los viejos estados industriales, como Michigan, Ohio y Pennsylvania, pierden población y vigor económico; al oeste, la dinámica es inversa. A corto plazo, los republicanos se benefician, porque el oeste –más individualista, más conservador, más religioso– gana peso: si Bush consiguiera dentro de 19 días el mismo apoyo popular que en el 2000, sus votos en el Colegio Electoral pasarían de los 271 que logró a 278. La población aumenta en el oeste porque la gente va detrás de las oportunidades, y las oportunidades dependen del crecimiento. “El porcentaje de empresas nuevas que eligen el corredor del cactus para empezar es el doble que el promedio nacional. Hay universidades importantes y hay un clima económico y empresarial que ha permitido un fuerte desarrollo en nuevos sectores”, señala Francine Hardaway, de la dirección de un grupo de Phoenix que asesora a nuevas empresas para su instalación.
El corredor es una de las tres patas que decidirán el 2 de noviembre, junto con Florida y con el “cinturón oxidado” compuesto por los estados de economía tradicional. El desempleo en Arizona es del 4,4 por ciento, un punto por debajo de la media, aunque el crecimiento va acompañado de numerosos problemas: la colonización voraz del desierto, la contaminación y la demanda excesiva de agua. Y “también aquí se ha notado la recesión, a pesar de ser una de las zonas de mayor crecimiento económico del país”, según Paul Ringer, presidente del Consejo Económico del Gran Phoenix. El Gran Phoenix es uno de los centros neurálgicos del corredor. Tiene 3,4 millones de habitantes, que serán 4,2 en el 2010. Sus industrias punteras están en los servicios, las telecomunicaciones, el sector aeroespacial, la biotecnología y alta tecnología. “Arizona se afianzó en la nueva economía en el 2000, cuando estalló la burbuja en Silicon Valley. Fue cuando nos tomamos en serio la creación de un clima propicio para las inversiones y los nuevos proyectos. Aún pesa demasiado el turismo y hay demasiados empleos en servicios, lo que no está mal, pero necesitamos apostar más por las nuevas tecnologías”, dice Hardaway, que valora positivamente la celebración del debate presidencial: “Es una muestra de que Arizona ha cambiado y se toma las cosas en serio. Lo típico de este estado sería luchar por ser la sede de la final del campeonato de béisbol o de fútbol americano”.
Los sondeos favorecen a Bush en Arizona y Nevada, y el presidente y Kerry están empatados en Nuevo México, en donde Gore ganó en el 2000 por 366 votos. En esta situación, el voto latino va a ser clave. En Nuevo México, la población hispana alcanza el 42 por ciento; en Arizona supera el 25 y en Nevada roza el 20 (la media de hispanos en EE.UU. está en torno del 13 por ciento de la población). El gobernador de Nuevo México, el demócrata Bill Richardson, afirma que en su estado y en el corredor del cactus “son los hispanos los que van a decidir el resultado”.
Los hispanos tienden al voto demócrata –sobre todo los mexicanos, mayoría en EE.UU. y mayoría absoluta en sudoeste– en una proporción de dos a uno. Pero su participación es baja, a pesar de los esfuerzos de diversas agrupaciones. Según Naleo, uno de esos grupos, en Arizona habrá este año 70.000 nuevos votantes hispanos, un avance notable aunque insuficiente para una comunidad de 1,3 millón de personas. En 2000, Bush logró un importante respaldo hispano, un tercio de los votos a nivel nacional. Si repite o mejora esa proporción, sus posibilidades de victoria aumentarán, pero Kerry también necesita vitalmente a los latinos en el sudoeste. Las predicciones son arriesgadas, porque la comunidad es volátil, poco previsible, según Earl de Berge, director de investigación del Centro de Comportamiento de Phoenix: “Bush ha perdido mucha credibilidad entre los hispanos por lo que ha ocurrido en Irak, porque los latinos se movieron con una enorme ola de patriotismo después del 11-S, incluida la guerra. Pero tampoco las jóvenes generaciones latinas, atraídas por las iglesias evangélicas y con modelos basados en el triunfo individual, son ya bastiones demócratas como lo eran las anteriores generaciones”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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