Dom 21.04.2002

EL MUNDO

De qué hablamos cuando hablamos de “Imperio”

El sábado 27 de abril a las 19 se presentará en la Feria del Libro “Imperio e imperialismo”, la respuesta de Atilio Boron a Toni Negri y Michael Hardt. Este es un anticipo.

Por Atilio Boron

Son muchas las razones que nos movieron a escribir el pequeño libro que el lector ahora tiene en sus manos. En primer lugar, la necesidad de considerar muy seriamente una obra producida por dos autores del calibre intelectual de Michael Hardt y Toni Negri. Su trayectoria intelectual y política, dilatada y fecunda especialmente en el caso del segundo de los nombrados, los hace merecedores de todo respeto y nos obliga, por eso mismo, a examinar muy cuidadosamente el mérito de los planteamientos que desarrollan a lo largo de un libro tan polémico y de tan notable impacto público como Imperio... En segundo término, por la importancia sustantiva del tema que se aborda en ese libro: el imperio o, tal vez, en una definición que nos parece más apropiada, el sistema imperialista en su fase actual.
Las dificultades para acometer una empresa de este tipo no son pocas. Se trata de dos intelectuales con quienes compartimos una postura crítica en relación al capitalismo y a la mundialización neoliberal y que, por añadidura, tuvieron la valentía de abordar el examen de un tema de crucial importancia en la coyuntura actual. En efecto, por profunda que sea nuestra disidencia teórica con la interpretación que Hardt y Negri acaban proponiendo es preciso reconocer que una revisión y una puesta al día como la emprendida por nuestros autores era necesaria. Por una parte, porque las deficiencias de los análisis convencionales de la izquierda en relación a las transformaciones experimentadas por el imperialismo en el último cuarto de siglo eran inocultables y exigían una urgente actualización. Por la otra, porque las falencias del “pensamiento único” sobre esta materia –divulgado urbi et orbi por el FMI, el Banco Mundial y las agencias ideológicas del sistema imperial– y que se plasma en la teoría neoliberal de la “globalización” son aún mayores. Para quienes, como el autor de este libro, la misión fundamental de la filosofía y la teoría política es cambiar el mundo y no sólo interpretarlo –para citar la recordada Tesis Onceava de Marx sobre Feuerbach– una teoría correcta se constituye en un instrumento insustituible para que los movimientos populares que resisten la mundialización neoliberal puedan navegar con un margen razonable de certidumbre en las turbulentas aguas del capitalismo contemporáneo. Uno de los factores que más nos impulsó a escribir esta pequeña obra es la rotunda convicción de que la respuesta que ofrecen Hardt y Negri a este desafío es altamente insatisfactoria y que puede ser fuente de renovadas frustraciones en el terreno de la práctica política.
Es evidente que un fenómeno como el del imperialismo actual –su estructura, su lógica de funcionamiento, sus consecuencias y sus contradicciones– no se lo puede comprender adecuadamente procediendo a una relectura talmúdica de los textos clásicos de Hilferding, Lenin, Bujarin y Rosa Luxemburg. No porque ellos estuvieran equivocados, como le gusta decir a la derecha, sino porque el capitalismo es un sistema cambiante y altamente dinámico que, como escribieran Marx y Engels en El Manifiesto Comunista, “se revoluciona incesantemente a sí mismo”. Por consiguiente, no se puede entender al imperialismo de comienzos del siglo XXI leyendo solamente a estos autores. Pero tampoco se lo puede comprender sin ellos. No se trata, por supuesto, de la monótona y estéril reiteración de sus tesis. El objetivo es avanzar en una reformulación que partiendo desde la revolución copernicana producida por la obra de Marx –y que nos suministra una clave interpretativa imprescindible e irreemplazable para explicar a la sociedad capitalista– reelabore con audacia y creatividad la herencia clásica de los estudios sobre el imperialismo a la luz de las transformaciones de nuestro tiempo. El imperialismo de hoy no es el mismo de hace treinta años. Ha cambiado, y en algunas de sus facetas el cambio ha sido muy importante. Pero no se ha transformado en su contrario, como nos propone la mistificación neoliberal, dando lugar a una economía “global” donde todos somos “interdependientes”. Sigue existiendo y oprimiendo a pueblos y naciones, y sembrando a su paso dolor, destrucción y muerte. Pese a los cambios conserva su identidad y estructura, y sigue desempeñando su función histórica en la lógica de la acumulación mundial del capital. Sus mutaciones, su volátil y peligrosa mezcla de persistencia e innovación, requieren la construcción de un nuevo abordaje que nos permita captar su naturaleza actual. Esta continuidad del imperialismo es precisamente la que ha sido pasada por alto en la obra de Hardt y Negri. El precio de tamaña negación es lo que estos autores denominan “imperio”. Lo que trataremos de demostrar en este libro es que la realidad del imperialismo no se disuelve conmovida por fantasías discursivas o por un mero cambio de nombre, tal como las murallas de Jericó no se derrumbaron pese al empeño de Josué y los sacerdotes que daban vueltas en su alrededor haciendo sonar sus trompetas.
No es un dato menor el hecho de que una reflexión como la que nos proponen Hardt y Negri tenga lugar en momentos en que la dependencia de la periferia y la dominación imperialista se hayan profundizado hasta llegar a niveles desconocidos en nuestra historia. Por ello, la necesidad de contar con un renovado instrumental teórico para comprender al imperialismo y luchar contra él es más urgente que nunca. Sin pecar de teoreticistas, nos parece que será muy difícil librar con éxito dicha batalla si no se comprende muy claramente cuál es la naturaleza del fenómeno. Es precisamente debido a esa necesidad de saber que Imperio... ha tenido tan extraordinario impacto entre las enormes masas de jóvenes y no tan jóvenes que desde Seattle en adelante se han movilizado en todo el mundo para poner coto al sistemático genocidio que el imperialismo practica a diario en los países de la periferia capitalista, a la regresión social y la desciudadanización que tienen lugar en las sociedades más avanzadas y atrasadas por igual, a la criminal destrucción del medio ambiente, al envilecimiento de los regímenes democráticos maniatados por la tiranía de los mercados y al paroxismo militarista que, desde el atentado a las Torres Gemelas y el Pentágono, se ha adueñado de la Casa Blanca y otros lugares privilegiados desde los cuales se toman las decisiones que afectan las vidas de miles de millones de personas en todo el mundo. Pese a sus nobles intenciones y la honestidad intelectual y política de sus autores, temas sobre los cuales no puede existir la menor duda, este libro –saludado por muchos como “el Manifiesto Comunista del siglo XXI” o como un redivivo “librito rojo” de los mal llamados “globalifóbicos”– contiene gravísimos errores de diagnóstico e interpretación que, en caso de pasar desapercibidos y ser aceptados por los grupos y organizaciones que hoy pugnan por derrotar al imperialismo, podrían llegar a ser la causa intelectual de nuevas y más duraderas derrotas, y no sólo en el plano de la teoría. Es por eso que nos hemos aventurado a plantear nuestras críticas y a asumir los costos y riesgos que conlleva el cuestionamiento a un texto que, por distintas razones que no viene al caso examinar aquí, se ha convertido en una importante referencia teórica para los movimientos críticos de la globalización neoliberal. Creemos que un debate franco y sincero con las tesis planteadas en Imperio... puede ser un poderoso antídoto para despejar tales acechanzas.

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