EL MUNDO
El voto cubano no es el de antes, influenciado por los temas sociales
En el tramo final de la carrera a la Casa Blanca, Página/12 constató que, además de los votantes cubanos “históricos” que eligen a Bush, están las nuevas generaciones de cubanos más interesadas en la salud, empleo y educación. Más del lado demócrata.
› Por Eduardo Febbro
“Bush está luchando por la libertad del mundo entero, en contra del terrorismo internacional”, grita el hombre en plena calle 8, el corazón del barrio cubano de Miami. Los que están a su alrededor lo acompañan en la gritería. Otro cubano norteamericano vestido con una camiseta azul que dice Bush-Cheney se abre paso entre la muchedumbre y anuncia: “Si no estuviera Bush, parte del mundo ya hubiera desaparecido. Mira, chico, en este momento para mí sólo existen dos gobiernos: Dios en el cielo y Bush en la Tierra”. La gente del grupo aplaude a risotadas mientras distribuye volantes llamando a votar por la fórmula republicana. Uno de los cubanos suelta: “Castro apoya a Kerry; los comunistas prefieren a Kerry. A Bush lo eligen los demócratas, los sufridos”. La escena parece salida de una película.
Todos los cubanos tienen edades avanzadas, pertenecen a esa generación llamada “los históricos”, es decir, los primeros que vinieron a los Estados Unidos después de que Castro llegara al poder. Son republicanos hasta la médula, antidemócratas por esencia, anticastristas por razones evidentes y sueñan con “una Cuba ideal que ya no existe, que no existirá nunca más”, explica Joe García, el ex presidente de la muy radical Fundación Nacional Cubano Norteamericana hoy miembro de la Nueva Red Demócrata “transferido” a las filas demócratas a raíz de las cambios que afectaron a la comunidad del exilio cubano. Cuando lo ven aparecer por el barrio, los viejos cubanos lo llaman “traidor”.
El voto de los cubanos norteamericanos de Miami ya no es lo que fue. Entre los “históricos” de la primera hora, el mensaje demócrata no pasa. En el 2000, los cubanos norteamericanos habilitados a votar –300 mil– lo hicieron en casi un 90 por ciento por el partido de Bush y en un 17 por ciento por Al Gore. Sin embargo, el corte generacional y las preocupaciones nacionales de los cubanos de Florida distribuyeron las cartas de otra forma. 2004 no es el 2000. La mayoría se mantiene, pero han aparecido otras corrientes “interiores” surgidas de la segunda inmigración masiva, la de los ’80, los famosos “marielitos” que partieron del puerto de Mariel. Ellos, los que llegaron luego y los hijos de exiliados nacidos en los Estados Unidos, tienen otras inquietudes: los temas sociales ligados a la salud, la educación y el empleo los convocan a tomar una posición que concierne a sus vidas cotidianas.
Las encuestas realizadas por varios institutos norteamericanos revelan una tendencia constante. Los republicanos pierden simpatías entre los cubanos. Los universitarios calculan que, en el curso de los últimos cuatro años, el partido de Bush perdió entre dos y tres puntos entre los cubanos norteamericanos de todo el país. Cuba no está ausente, pero incluso en este sector la administración Bush perdió confianza debido a las decisiones que tomó sobre las remesas de dinero enviadas a la isla por los cubanos. Si ello no basta para modificar radicalmente el rumbo del voto, aporta nuevos electores y militantes a las filas de John Kerry.