Dom 14.11.2004

EL MUNDO

Cómo dar varias patadas al avispero de los espías

La CIA está en crisis. Y el motivo parece ser el estilo de conducción de su nuevo director, Porter Goss. Ya renunció el número 2 y muchos agentes de primer nivel amenazan con seguirlo.

Por Andrew Buncombe *
Desde Washington

El número 2 de la CIA renunció después de una serie de confrontaciones entre altos funcionarios y el jefe de personal del nuevo director de la agencia. John McLaughlin, quien asumió el control temporario de la agencia en agosto tras la renuncia de su ex director George Tenet, calificó su decisión de renunciar después de 32 años como “puramente personal” y afirmó que le había llegado el momento de dedicarse a otros asuntos. Pero trascendidos sugieren que la verdadera causa fue una serie de candentes confrontaciones entre altos funcionarios de la agencia y el jefe de personal de Porter Goss, el congresista designado para encabezar la CIA en septiembre. El jefe de personal, Patrick Murray, habría tratado a funcionarios de manera irrespetuosa, gatillando una ola de renuncias. El hombre a cargo de las operaciones en el exterior, Stephen Kaepes, ofreció su renuncia el viernes, pero fue disuadido de efectivizarla, al menos temporariamente, por la Casa Blanca.
La agencia ha estado en el ojo del huracán durante buena parte de este año en momentos en que combate a Al Qaida y rastrea a insurgentes en Irak, y en el marco de movimientos en el Congreso para reorganizar la agencia, que se ha visto duramente cuestionada por sus fracasos en Irak y en los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos. Informes diversos dicen que el nuevo jefe parece desconectado y rehusa verse envuelto en “asuntos de personal”. Goss, un republicano de Florida que en el pasado prestó servicios en la CIA, viene de presidir el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, que tuvo una relación frecuentemente tensa con la agencia. Cuando fue designado para encabezar la CIA llevó a cuatro ayudantes del comité con él a las oficinas ejecutivas del séptimo piso. Estos ayudantes eran conocidos por sus irritantes estilos de conducción y por sus críticas a los servicios clandestinos de la agencia. Según The Washington Post, McLaughlin advirtió a Goss que Murray estaba “tratando en forma irrespetuosa a altos funcionarios y que arriesgaba renuncias en cadena”. Otro funcionario dijo al diario: “Decididamente pienso que todo esto está alterando el trabajo de la gente. Todo el mundo está esperando que el ciempiés tire todos sus zapatos”.
McLaughlin, un analista de asuntos europeos y rusos, ingresó en la CIA en 1972 y progresó hasta convertirse en subdirector. Apodado “Merlín” por sus colegas, se lo conocía por consumar inesperados trucos de magia, como convertir un billete de un dólar en otro de un valor diferente.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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