EL MUNDO
Boicot electoral en puerta de parte de Jihad y Hamas palestinas
Las dos organizaciones opositoras no se presentarán en los comicios del 9 de enero para elegir al sucesor de Yasser Arafat. Acordaron un alto al fuego de 60 días con el jefe de la OLP, Mahmud Abbas, y uno de los principales candidatos a esa elección.
Por Ferrán Sales *
Desde Jerusalén
La transición palestina se complica. Pocas horas después del intento de asesinato del candidato a la presidencia Mahmud Abbas en Gaza, las dos organizaciones fundamentalistas más importantes de la oposición, Jihad Islámica y Hamas, anunciaban que no participarán de las elecciones presidenciales previstas para el próximo 9 de enero y que mantendrán una tregua por 60 días. En medio de la tensión surgía otro factor de desestabilización: el rumor cada vez más propagado del posible envenenamiento de Yasser Arafat, lo que ha obligado a la Autoridad Palestina a pedir oficialmente a las autoridades francesas los informes clínicos del presidente.
“Nosotros tenemos nuestras propias prioridades para recuperar nuestra tierra, lo que significa que para nosotros es esencial una política de resistencia. El presidente elegido deberá hacer frente a numerosas restricciones impuestas por Israel y Estados Unidos. Por eso nosotros no estamos dispuestos a participar en las elecciones”, aseguraba ayer en Gaza Nafez Asma, portavoz de la organización radical Jihad Islámica, siguiendo así los pasos de los dirigentes de Hamas, que horas antes habían anunciado también su intención de boicotear los comicios. En medio de esta situación de tensión se extendía el rumor del supuesto envenenamiento de Arafat, configurando así un nuevo elemento desestabilizador para la transición en calma que pretende impulsar la Autoridad Palestina. Los rumores son tan persistentes que la oficina del primer ministro Ahmed Qureia se vio obligada ayer a reclamar a las autoridades sanitarias francesas los resultados de los análisis clínicos efectuados al líder palestino durante los trece días que estuvo internado en el Hospital militar de Percy, en París.
La petición se produce pocos días después de que el médico personal de Arafat y ex ministro de Sanidad de Jordania, el doctor Ashraf Kurdi, reclamara a la presidencia palestina practicar una autopsia del cadáver del fallecido, porque en su opinión la muerte de Arafat podría haberse producido por un veneno, lo que explicaría el descenso importante de plaquetas en su sangre, lo que lo dejó indefenso y facilitó su fallecimiento.
Las autoridades sanitarias francesas entregaron una copia de estos informes a la viuda del presidente, Suha Arafat, pocas horas después de su fallecimiento. El contenido de los documentos no ha sido aún revelado, gracias a las leyes francesas que protegen este tipo de datos y los entregan en propiedad a los familiares más allegados. La dirección palestina argumenta en su contra que se trata de un jefe de Estado y que esta información afecta intereses nacionales. La hipótesis de un envenenamiento, inducido por los israelíes, ha sido reiteradamente negada por las autoridades palestinas y también por los portavoces del gobierno israelí, que aseguran que se trata de una acusación gratuita y sin fundamento.
A pesar de estos factores de desestabilización, el candidato presidencial Mahmud Abbas, el nuevo hombre fuerte de la dirección palestina, que ha sucedido a Arafat en la cúpula de la Organización para la Liberación de Palestina, las institución más importante e influyente en el interior y en el exterior de los territorios, reclamaba a facciones políticas y a los cuerpos de seguridad de Gaza calma y su colaboración para participar en la transición pacífica y legal. Abbas se reunió ayer primero con los grupos militares-policiales, después lo hizo con las facciones político-guerrilleras.
Mahmud Abbas acudió a la reunión con los responsables de los diferentes cuerpos de seguridad rodeado de un importante despliegue policial para evitar sobresaltos, como la noche anterior en que un grupo de milicianos trató de darle muerte, mientras se encontraba en un funeral de Arafat. En la reunión Abbas llevó como acompañantes a los dos líderes influyentes de Fatah en la franja de Gaza; el ministro de Asuntos Exteriores, Nabil Shaat, y la ministra de Asuntos Sociales, Intissar Al Wazir, la viuda de Abu Yihad, asesinado por los israelíes en Túnez.
El líder de la OLP pidió a los caudillos el fin de la guerra sin cuartel en que se encuentran sumidos desde hace cerca de un año y que se ha saldado hasta ahora con una decena de muertos, cerca de un centenar de heridos, así como varios secuestros y atentados. Abbas, en un tono amenazador, les recordó que no podía pedir una tregua a las facciones armadas palestinas si previamente los cuerpos de seguridad no firmaban un pacto de no agresión entre ellos y no daban ejemplo de cordura. Horas más tarde Abbas celebraba una segunda reunión, esta mucho más difícil y complicada, con los representantes de las facciones palestinas. Las peticiones de tregua y alto el fuego esgrimidas por el número uno de la cúpula palestina entraron rápidamente en colisión con las demandas de los grupos, que hace cerca de una semana firmaron una plataforma en la que se encuentra diseñado un proceso de transición en el que se plantea como primer paso la formación de un gobierno de unidad nacional, en el que participen todas las fuerzas, incluidas las fundamentalistas, y que no permitan dejar en manos de Al Fatah el monopolio de la situación de transición.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.