Los números a Lula le sonríen. No sólo la economía brasileña está pasando por un momento pujante, con un cinco por ciento de crecimiento económico alcanzado en 2004, sino que el índice de aprobación a su gobierno creció de un 58,8 a un 65,4 por ciento, según datos revelados ayer por la encuestadora Sensus, recabados en el mes de diciembre. La encuesta también les dio luz verde a las expectativas del mandatario para un segundo período: Lula ganaría en primera vuelta unas elecciones presidenciales si hubiera comicios hoy. Aunque varios disidentes y otrora aliados como la senadora petista Heloísa Elena y algunos caudillos del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) se postulan para candidatearse por su cuenta, Lula, en un gesto para evitar que se dividan las aguas, confirmó ayer en sus puestos a los ministros del PMDB que su partido había instado a renunciar, so pena de expulsarlos de sus filas.
“Si quedaron sorprendidos con el crecimiento de la economía en 2004, van a quedar más sorprendidos con el crecimiento de 2005”, exclamó un Lula un poco más popular, en opinión de un 65 por ciento de brasileños que aprueban su gestión según sondeos revelados ayer. Según la encuesta, la mayoría de los consultados mostró optimismo por el crecimiento de la economía y un 75 por ciento opinó que en este terreno 2005 va a ser mejor que 2004. Estimaciones públicas y privadas apoyan la percepción de la opinión pública, al arrojar para 2005 una expectativa de alza de crecimiento de un 3,5 por ciento respecto de 2004. En un discurso de inauguración de una nueva terminal de carga en la ciudad industrial de Manaos, el presidente brasileño prometió ayer que el ciclo de crecimiento no será una burbuja temporal sino el comienzo de un ciclo sostenido. “Así como el siglo XIX fue el siglo de Europa y el XX el de EE.UU., el siglo XXI será el de Brasil”, dijo Lula, exultante, con más probabilidades de ser presidente por segunda vez consecutiva. La encuesta de Sensus también le asignó a Lula la presidencia en primera vuelta si los comicios presidenciales fuesen en este momento.
Mientras tanto, varios disidentes de la coalición con el PT comenzaron a reclutar adeptos para sus filas, a fin de presentarse como candidatos independientes en las presidenciales de 2006, y disputarle la reelección a Lula. El PMDB, en una controvertida reunión del partido el domingo, optó por retirarse del gobierno, pero los expertos negaron que esto afectase la gobernabilidad de Lula. De hecho, la fractura del PMDB se evidencia en que sus dos ministros en el gobierno (en Comunicaciones, Eunicio Oliveira, y en Previsión Social, Amir Lando) no han renunciado a sus cargos, como se lo ha exigido su partido, y han sido confirmados por Lula ayer.
Incluso alas más radicales del PT en varias autocríticas han señalado a Lula el mismo punto que motivó a la mayoría de los disidentes a irse del lado de Lula: su política económica ortodoxa y sus promesas incumplidas a los más carenciados. Sin ir más lejos, la senadora Heloísa Elena, que el año pasado fue expulsada del PT por sus constantes críticas al presidente, será candidata a la presidencia. Las aspiraciones de la senadora fueron anunciadas ayer por los dirigentes del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), una nueva formación de tendencia marxista integrada en su mayoría por disidentes del Partido de los Trabajadores (PT) o militantes de izquierda desilusionados con el rumbo conservador del gobierno de Lula. Aunque el nuevo partido que ya recogió las 400 mil firmas necesarias para registrarse tiene reducidas posibilidades de ganar, según Elena, la senadora afirmó que aceptó el desafío para promover las posturas de izquierda radical de su partido. Entre los fundadores del PSOL también figuran los diputados Luciana Genro, Joao Fontes y Joao Batista de Araújo “Babá”, también expulsados del PT por rechazar el sistema de pensiones y régimen tributario propuesto por el gobierno.