Las linternas colgadas de la puerta de la casa donde Zhao Ziyang, ex jefe del Partido Comunista que permanece en arresto domiciliario desde hace 15 años, seguían siendo ayer rojas, y no blancas, color tradicional del luto en China. Ziyang, uno de los principales reformadores de China, separado de su cargo tras oponerse a la represión contra los estudiantes en la Plaza Tiananmen, permanecía ayer en estado de coma profundo y podía morir en cualquier momento, según informaron sus familiares. Luego, una organización de defensa de los derechos humanos declaró que había muerto. Los medios periodísticos chinos mantenían silencio sobre la situación.
Zhao, de 85 años, se encuentra bajo arresto domiciliario desde 1989, año en que el gobierno chino reprimió a los manifestantes (la mayoría estudiantes) que se congregaron en la Plaza Tiananmen, para pedir por una apertura democrática. Zhao se opuso a la represión e intentó disuadir pacíficamente a los manifestantes de seguir protestando, cuando con lágrimas en los ojos los instó a abandonar la plaza ante la inminencia del desalojo por la fuerza. El ex secretario general del Partido Comunista permanecía en coma profundo ayer en un hospital de Pekín, tras haber sufrido varios derrames cerebrales. “La situación no es buena –dijo una fuente cercana a la familia–. Puede morir en cualquier momento. El nivel de oxígeno en la sangre estaba más bajo de lo normal.” “Zhao Ziyang murió”, declaró anoche Frank Lu, director del Centro de Inoformación sobre Derechos Humanos de Hong Kong.
El silencio de los medios oficiales chinos se debe a que la muerte de este personaje tan querido y reconocido en el país podría provocar protestas masivas, como las ocurridas cuando murió en 1976 el líder populista Zhou Enlai y Hu Yaobang. El principal periódico estatal en inglés, China Daily, no mencionó a Zhao en las noticias de ayer, pese a que habitualmente este medio informa sobre fallecimientos o enfermedades de ex líderes comunistas.