EL MUNDO
› LA ACTUALIDAD SEGUN OTROS DIARIOS DEL MUNDO
Cuatro años más de la doctrina Bush
George W. Bush tomó posesión el jueves pasado como el 43º presidente de Estados Unidos. En su discurso inaugural arengó a instalar la democracia en todo el mundo. La palabra “libertad” apareció no menos de 42 veces en su oratoria. Así, la segunda administración Bush comienza con el propósito de “acabar con las tiranías del mundo”. Bush no explicitó a qué países hay que “liberar”, tampoco dio detalles sobre su misión empantanada en Irak. Su vice, Dick Cheney, dijo que Irán “está a la cabeza de los países problemáticos” y que su país está preocupado por la ambición nuclear de Teherán.
Washington Times:
Que no se diga que el 43º presidente no tiene para Estados Unidos grandes aspiraciones: “Estamos listos para los grandes logros en la historia de la libertad”, declaró Bush en su segundo discurso de inauguración. Fue una oratoria corta, con pocos detalles y muchos ideales –en pocas palabras: un discurso típicamente norteamericano–. Las palabras del presidente Bush se hacían eco de algunos de sus mejores predecesores, recordando el idealismo que conduce a los defensores de la libertad: “Hemos encendido un fuego... un fuego en las mentes de los hombres. Les dará calor a aquellos que sientan su poder, quemará a aquellos que luchan contra su progreso y un día este fuego de libertad llegará a los más oscuros rincones del planeta.” En esa tarde fría de invierno esas palabras eran cálidas y bienvenidas.
(Editorial)
The New York Times:
El individuo que ocupa la Casa Blanca casi siempre está en el centro de la vida política norteamericana, pero el día de inauguración se trata de la presidencia, no del presidente. Por lo tanto, estaba bien que la ceremonia no focalizara tanto en George W. Bush sino en el puesto para el que había sido elegido para ocupar por otros cuatro años más. Se espera que el presidente haga un discurso que resalte los principios básicos que unen el país. En ese sentido, Bush hizo bien su trabajo. Antes de que terminara el desfile, los demócratas ya señalaban que Bush no había hablado del lío en Irak, había evadido detalles específicos de la agenda y había dado pocos indicios de cómo planeaba llevar a cabo esa promesa de cerrar las divisiones políticas de la nación.
(Editorial)
Los Angeles Times:
El pequeño hombre (en nuestra opinión), que llegó a ser presidente por un accidente de nacimiento y una corrupción de la democracia, ha sido legitimado por una reelección y agrandado por la historia (con la forma del 11-S). Su segundo discurso de inauguración fue, efectivamente, el de un gran hombre, tejiendo de forma elocuente los grandes temas de su presidencia y de su vida en una filosofía coherente y una valiente visión de cómo pretende que este país pase los próximos cuatro años. En pocas palabras: después de la Guerra Fría, Estados Unidos estaba en período “sabático”. Y después, con el “Día del Fuego” –11 de septiembre de 2001– el país comprende que es vulnerable. La raíz de nuestra vulnerabilidad es que “regiones del mundo viven resentidas y bajo tiranías.” Por lo tanto, “que la libertad de nuestra tierra sobreviva depende del éxito que tenga la libertad en otras tierras.”
(Editorial)
The Guardian:
George W. Bush comenzó su segunda administración haciendo un llamado a la acción norteamericana en el extranjero, comprometiéndose a la expansión de la democracia global y terminando con la “tiranía en nuestro mundo”. Fue probablemente el discurso de inauguración más combativo en 50 años, Bush dejó en claro que la guerra en Afganistán e Irak no habían disminuido su determinación de llevar la campaña antiterrorista a los enemigos de Estados Unidos. Ha descripto esos conflictos como parte de una misión más amplia, de la que habló en términos mesiánicos. Su discurso impregnado con un lenguaje religioso estaba dirigido, en primer lugar, al mundo y en segundo término a los norteamericanos. Bush describió un planeta consumado en una lucha entre la libertad y la tiranía en la que Estados Unidos no se mantendrá al margen.
(Julian Borger)
Le Figaro:
George W. Bush inauguró su segundo mandato como “liberador”. En medio de una ceremonia solemne entumecida por el frío, pero embellecida por la nieve, juró sobre la Biblia antes de anunciar urbi et orbi: “América, en este joven siglo, proclama la libertad a través del mundo y para todos sus habitantes. Puestos a prueba, pero no debilitados, estamos dispuestos a las mayores realizaciones en la historia de la libertad”. Esta profesión de fe no es un simple voto piadoso sino que pretende traducirse en la “doctrina Bush”, se dice entre los medios presidenciales. En realidad, el discurso yuxtapuso su filosofía y su programa político y abrió perspectivas ambiciosas para el porvenir.
(Philippe Gélie)
Corriere della Sera:
En el discurso de inauguración, preparado después de hacer 21 borradores, el presidente parte del tema más caro: la libertad. “Freedom” es la palabra que repite más seguido: en total 27 veces. Ni “war” (guerra) ni “Irak” son vocablos que haya utilizado. “Nuestro objetivo final es el fin de la tiranía –dice el inquilino de la Casa Blanca–; América buscará difundir la democracia. Bush se presenta al país y al mundo como un paladín de la libertad, “el único recurso contra la violencia y el odio”. Luego pasa a los temas de la política interna. Y anuncia que trabajará en la construcción de una “ownership society” una sociedad de propietarios. La administración Bush espera que la revolución de la “ownership society”, una sociedad donde domina la propiedad privada, sea para los republicanos lo que el New Deal del presidente Franklin Roosevelt fue en el pasado para los demócratas.
(Editorial)