Lun 24.01.2005

EL MUNDO

Un clima preelectoral de terror en el estado 51

El próximo domingo se celebran elecciones en Irak. Ayer, el
líder de la insurgencia y hombre de Bin Laden, Al Zarqawi,
amenazó con una “guerra feroz” contra el proceso.

Por Patrick Cokburn *
Desde Bagdad

A una semana de los comicios, los iraquíes dicen sentirse atemorizados. Un potencial votante dijo con miedo: “Bagdad seguramente arderá durante los días de las elecciones. Pienso más en sobrevivir de lo que pienso en la campaña de las elecciones”. El militante jordano Abu Musab al Zarqawi –el hombre de Al Qaida en Irak– llamó a declarar “una guerra feroz” en contra de implementar en el país lo que los norteamericanos “llaman una democracia” y que para el líder insurgente es “la dominación norteamericana-hiíta” del país.
Muchos en Bagdad han partido ya para Jordania, Siria y Dubai. Otros, que ya estaban en el exterior por negocios o en el peregrinaje hacia La Meca, están demorando su retorno. Estudiantes de las universidades en la capital dicen que seguirán en sus casas, hasta después de la elección. Algunos funcionarios gubernamentales rechazan concurrir a sus trabajos. Muchos dicen que los comicios del 30 servirán para cristalizar las diferencias entre las tres principales comunidades iraquíes: los chiítas, los sunnitas y los kurdos. El gobierno ha anunciado medidas de seguridad rigurosas en el día de las elecciones con toques de queda y puestos de control. Pero probablemente, no tengan más éxito que en el pasado para detener a los suicidas que detonan bombas. Es difícil ver cómo pueden impedirles que entren en los centros de votación y se vuelen a sí mismos.
Los candidatos a la elección fueron denunciados ayer como “semi-ídolos” y a los votantes como “infieles” por Al Zarqawi, el líder militante islámico. En su sitio web, un texto atribuido al jefe de la insurgencia en Irak, decía: “Hemos declarado una guerra feroz contra este malvado principio de la democracia y a aquéllos que siguen esta errónea ideología”. “Los norteamericanos han organizado esta elección para instalar a los chiítas en el poder”.
La elección no tendría mucho efecto en el levantamiento contra la ocupación norteamericana, porque los rebeldes provienen mayoritariamente de la comunidad de 5 millones de sunnitas: un quinto de los 25 millones que conforman la población iraquí. Pocos sunnitas probablemente voten. Estados Unidos busca presentar a la insurgencia como el accionar de unos pocos fanáticos aislados como Zarqawi, pero en las regiones sunnitas, éste es muy apoyado. Ese respaldo no muestra señales de disminuir.
El gran ayatolá Ali al Sistani, un líder religioso chiíta influyente, ha exigido una elección desde que Saddam Hussein fue derrocado. Opuesto al sectarismo, quiere que los 15 a 16 millones de chiítas ganen una mayoría en la Asamblea Nacional de 275 miembros y que se termine con centurias de marginación política de los iraquíes chiítas. Se espera que la lista Irak Unida, auspiciada por Al Sistani, sea la que gane la mayoría de votos. Es un grupo que combina la variopinta gama de partidos islámicos como el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak y el Partido Dawa junto con seculares como el Congreso Nacional Iraquí de Ahmed Chalabi, en otro momento, candidato de los neoconservadores del Pentágono. Los líderes de la lista son chiítas, pero aparte de eso, no tienen mucho más en común. Iyad Allawi, el primer ministro interino, que lidera la lista iraquí podría tener una mejor actuación de la esperada. Esto se debe en parte a que puede llegar a obtener el voto de los iraquíes seculares, aterrorizados por la resistencia sunnita y temerosos de los partidos religiosos chiítas. A Ghazi al Yawer, el presidente, también puede irle bien, considerado un líder sunnita tan respetado como ineficaz.
La lista de la Alianza de Kurdistán combina a los principales partidos kurdos y será el tercer gran ganador. La Unión Patriótica de Kurdistán y el Partido Democrático Kurdo son los partidos mejor organizados del país. Después de décadas de rebelión, comandan fuerzas militares poderosas. Su respaldo es esencial para Estados Unidos, ya que los kurdos son la única comunidad iraquí que respalda la ocupación. El próximo gobierno iraquí será probablemente, una fotocopia del actual sobre todo, porque dependen enteramente de la fuerza militar norteamericana. El ejército iraquí y la policía juegan aún un rol auxiliar para respaldar a la ocupación. Esto significa que cualquiera sea el resultado de la elección, el nuevo gobierno carecerá de legitimidad a los ojos de muchos iraquíes, porque depende de los EE.UU.
La elección no cambiará la miseria económica en la que viven la mayoría de los iraquíes. Más de la mitad de la población activa está desempleada, por lo que las milicias, junto con la Guardia Nacional y la policía, consiguen reclutar fácilmente los hombres que quieran cargar con un arma. La nueva Asamblea Nacional estará diseñada para que ninguna comunidad pueda dominar a la otra. Elegirá a un presidente y a dos vicepresidentes que deben recibir dos tercios de los votos de la Asamblea. Estos tres elegirán un primer ministro y al resto de los ministros. Todo ello es una receta para un gobierno débil con cada ministro representando una facción separada. La Asamblea también bosquejará una constitución para el 15 de octubre y luego celebrará elecciones para un nuevo gobierno en diciembre. Si los miembros no pueden acordar una constitución, entonces, habrá elecciones para una nueva Asamblea Nacional que tratará de escribir una nueva constitución. Los miembros de la Asamblea deben llevar a cabo estas dificultosas conversaciones bajo continua amenaza de asesinato.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Alicia B. Nieva.

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