EL MUNDO
› OTRAS 30 BAJAS SE SUMAN A
LAS VICTIMAS DE LOS REBELDES EN IRAK
Si Ud. va a votar, considérese muerto
La resistencia sunnita prosiguió ayer su boicot a las elecciones de este domingo en Irak con al menos 30 muertos. Los sunnitas prevén que las elecciones darán el poder a la mayoría chiíta, a la que oprimieron desde la independencia del país del Imperio Británico.
Irak se prepara para lo peor. Las amenazas de intimidaciones de los insurgentes, que ayer dejaron al menos 30 muertos en todo el país, han vaciado las calles de Bagdad y de las principales ciudades, antes incluso de que hoy se adelante el toque de queda a las siete de la tarde. A las cinco, muchos hombres hacían cola ante las panaderías para abastecerse antes de que cerraran. Algunos comercios ya habían puesto las rejas y en la calle apenas se veían mujeres. “No sabemos qué va a pasar”, confiaba Abbas, evitando aclarar si piensa votar en las elecciones del domingo.
“Es el primer paso”, trataba de convencerse Mahmud H., profesor de Bioquímica en la Universidad de Al Mustansiriya. Tras años de aislamiento intelectual, Mahmud regresó de un congreso de su especialidad en Europa y aunque ser recibido por soldados norteamericanos no era lo que esperaba del nuevo Irak, teme que su partida sea aún peor. “Si se van, estallará una guerra civil”, asegura mientras arrastra penosamente una enorme maleta de plástico. Las bolsas de sus ojos testimonian un cansancio de años.
Eso es lo que parecen temer los iraquíes ante la fractura que han abierto las elecciones del próximo domingo entre quienes las apoyan (mayoritariamente árabes chiítas y kurdos) y quienes se oponen a ellas (principalmente árabes sunnitas). “Tengo la impresión de que la comunidad sunnita es rehén de los extremistas, alentados en buena medida desde fuera del país por gobiernos que temen, como denunciaba Al Zarqawi en su última diatriba, que todo el poder se concentre en manos chiítas”, analiza un diplomático europeo.
“Créame, no es cuestión ni de ideología ni de religión, sino de una descarnada lucha por el poder”, explica el profesor convencido de que los insurgentes sólo quieren “controlar este o aquel ministerio y hacerse con los beneficios”. “Nos pusimos tan contentos cuando nos libraron de Saddam”, rememora convencido de que la situación “se les ha ido de las manos”.
Esa era la impresión que dejaba el recuento de víctimas de ayer, a pesar del incremento de las medidas de seguridad que se ha hecho patentes en los últimos dos días. El atentado más sangriento se produjo en Samarra, a un centenar de kilómetros al norte de Bagdad. Dos coches bomba, al parecer conducidos por sendos suicidas, estallaron en un breve intervalo de tiempo. El segundo causó la muerte a ocho soldados iraquíes y tres civiles que habían acudido a rescatar a los heridos en el primer ataque, perpetrado contra un edificio que iba a servir de colegio electoral el próximo domingo.
Poco antes, cuatro soldados y un civil perdieron la vida en un enfrentamiento con insurgentes que al parecer trataban de destruir otro centro de voto en esa misma ciudad. Un incidente similar dejó al menos un muerto en Ramadi, al oeste de la capital, según informaban las agencias de prensa. En Bakuba, al noroeste, un coche bomba contra la sede del gobierno provincial mató a cinco personas, incluido un oficial de policía. Al parecer, el gobernador estaba reunido con jefes tribales de la zona.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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