Por José Manuel Calvo *
Desde Washington

Douglas Feith, subsecretario de Defensa para Asuntos Políticos, abandonará el Pentágono, oficialmente por razones personales. Feith, de 51 años y uno de los representantes más calificados de la tendencia neoconservadora en el gobierno estadounidense, ha informado ya de su decisión al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. “Lamentablemente, ha decidido irse. Lo extrañaremos. Confío en que permanezca en su puesto hasta que encontremos un sustituto”, declaró Rumsfeld. El portavoz del Pentágono, Lawrence DiRita, declaró que la marcha de Feith se debe a que quiere pasar más tiempo con sus hijos.
Casi todas las tareas que dependen de Feith están de una u otra forma en el ojo de la tormenta. A su Unidad para la Evaluación del Contraterrorismo se le atribuye un papel fundamental en la construcción de los argumentos previos a la invasión de Irak, la existencia de armas de destrucción masiva y los lazos de Saddam Hussein con Al Qaida, elementos clave de la intervención que no pudieron nunca ser confirmados. La Unidad ha sido acusada de provocar cortocircuitos en la CIA y proporcionar a la Casa Blanca información sobre Irak que, en numerosas ocasiones, procedía de Ahmed Chalabi, el exiliado iraquí que pasó de ser la estrella invitada de Washington a la ruptura total con EE.UU. tras quedar al descubierto sus engaños. De Feith, que estaba al frente de la Oficina de Planes Especiales, también justificó una ausencia de planificación para la posguerra que resultó catastrófica.
Otro de los fiascos relacionados con Feith –primer alto responsable del Pentágono que abandona el puesto en esta administración y quizá la cabeza de turco que asume los errores– fue el escándalo de las torturas en Abu Ghraib. No sólo porque las prisiones militares dependen de él, sino porque fue uno de los que teorizaron que los acusados de terrorismo no merecen la protección de la Convención de Ginebra.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.