EL MUNDO
› LOS IRAQUIES SE PREPARAN PARA VOTAR
MAÑANA BAJO MAXIMAS MEDIDAS DE SEGURIDAD
Las elecciones más armadas del mundo
Impresionantes medidas de seguridad se desplegaban ayer en Irak con vistas a los históricos comicios de mañana. La minoría sunnita del país, que tuvo el poder desde la independencia, es escéptica, pero la mayoría chiíta espera hacer una gran demostración de fuerza.
Por Patrick Cockburn *
Desde Bagdad
En las horas previas a las elecciones de mañana, Bagdad se ve como una ciudad preparándose para una guerra. Helicópteros estadounidenses rugen por encima de los techos, disparando las alarmas de los automóviles. Policías iraquíes de uniformes azules manosean nerviosamente sus rifles de asalto. La mayoría de la gente no quiere correr riesgos y se queda en su casa, de manera que las calles, normalmente atestadas de tráfico, están extrañamente vacías. En la superficie, las medidas de seguridad del gobierno parecen impresionantes. El viceprimer ministro, Barham Saleh, anunció que el consejero militar del más buscado militante islámico, Abu Musab al Zarqawi, un iraquí llamado Anad Mahammed Qais, había sido arrestado, pero existía escepticismo sobre la declaración, que llega en la víspera de los comicios.
Mientras los iraquíes en el exterior comenzaron a votar ayer, las fronteras del país se cerraron, los viajes entre las 18 provincias de Irak fueron prohibidos, y hay un toque de queda desde las 7 de la noche hasta las 6 de la mañana. El Ministerio del Interior emitió contradictorias y confusas instrucciones sobre la prohibición de usar los automóviles mañana. Pero como las tropas de Estados Unidos y las fuerzas de seguridad iraquí son de gatillo fácil, en el mejor de los casos, la mayoría de los iraquíes elegirá el lado de la precaución y se mantendrá alejada de las calles. Podría suceder que las extremas medidas de seguridad, en lugar de dar seguridad a los votantes potenciales, sean contraproducentes y creen una atmósfera tan amenazadora que la gente se quede en sus casas por seguridad. Ayer, cinco soldados estadounidenses resultaron muertos en diferentes ataques.
Un grupo de gente que se está negando a ir a sus hogares son los conductores de automóviles que están atascados en colas, a veces de tres kilómetros de largo, esperando cargar nafta. “Estoy esperando en mi automóvil desde las 4.30 de ayer a la tarde y no me he movido ni un metro”, dijo Abu Ali Anwar. Abrió la puerta de su automóvil para mostrar la pila de frazadas sobre las que había dormido esa noche. Añadió furiosamente: “No nos movemos porque la policía en la estación de servicio está aceptando coimas de 25 mil dinares (15 dólares) para que otros conductores no hagan la cola y se pongan adelante nuestro”. La mayoría de los iraquíes habla más sobre los problemas de la supervivencia diaria que sobre las elecciones. “Estamos sufriendo muchas crisis: falta de comida, de electricidad y de nafta”, dijo Anwar. “Ya era bastante malo bajo Saddam, pero ahora es diez veces peor. Me gradué en la universidad, pero debo trabajar como conductor de taxi y no tengo dinero ni para comprarme zapatos.” Varios iraquíes entrevistados ayer dijeron que ellos veían los comicios como una película dirigida por los estadounidenses para impresionar al mundo exterior. “Es como una película en la que los iraquíes son dirigidos por Estados Unidos para hacer lo que se les manda”, dijo Abu Draid, un carpintero desocupado. “Son los estadounidenses los que controlarán el próximo gobierno, pase lo que pase en las elecciones.”
No todos están de acuerdo. En el distrito de Jadriyah, un grupo de hombres, musulmanes chiítas, estaban descargando garrafas de gas, que los iraquíes utilizan para cocinar, de una destartalada camioneta. Su estado de ánimo era amargo y cínico. Señalaron que las garrafas que antes se vendían por el equivalente a 0,20 centavos de dólar, ahora costaban más de 4,50 dólares. Pero varios dijeron que no pensaban que las elecciones fueran una pérdida de tiempo y que votarían por la lista de candidatos chiítas unidos bajo los auspicios del gran ayatola Ali al Sistani, el más influyente de los clérigos chiítas.
Probablemente una mayoría de iraquíes piensa que las elecciones son un paso adelante, pero pocos creen que resolverán la crisis permanente en la que están viviendo. Los insurgentes denuncian los comicios como un complot de Estados Unidos para legitimizar el gobierno, pero en realidadWashington rechazó las elecciones durante mucho tiempo temiendo que pusieran en el poder a los chiítas bajo líderes religiosos. Sólo cuando los ataques de la guerrilla en los distritos sunnitas escaló a fines del 2003, Estados Unidos se dio cuenta de que el gobierno directo por su parte era imposible. No podía darse el lujo de alienar a los chiítas y a los sunnitas al mismo tiempo. La administración estadounidense tuvo que aceptar la demanda del ayatola Al Sistani de una elección en la que los chiítas esperan demostrar que son la mayoría.
Las elecciones, por lo tanto, sirven como un referendo en que los chiítas pueden demostrar su fuerza. Pero el premier interino Iyad Allawi ha hecho lo mejor de lo que se podría haber esperado dado el estado del país, porque se está presentando como un candidato chiíta secular. En Bagdad y Basora en particular, los partidos políticos religiosos no son populares. Los sunnitas moderados también pueden sentirse atraídos por el pasado baazista de Allawi. Todos los iraquíes con los que hablamos en la calle ayer culpaban a Estados Unidos por sus problemas, los votantes y los no votantes, sunnitas y chiítas por igual. El crecimiento de la desconfianza en Estados Unidos es probablemente el desarrollo más significativo en Irak desde la invasión. “Saddam era el mejor de todos”, gritó un trabajador chiíta, un sentimiento que no se hubiera animado a expresar 10 meses atrás.
Hasta el sitio web del partido de Allawi en árabe decía que el primer ministro interino quería un retiro de escena de las fuerzas de Estados Unidos. Cuando los estadounidenses protestaron, rápidamente se rectificó, dando entrevistas en inglés y diciendo que deberían quedarse.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.