EL MUNDO
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Lula y su diplomacia del fútbol
Página/12 en Brasil
Por Darío Pignotti, desde San Pablo
Un video de Ronaldo, subtitulado en árabe, sorprendió a los televidentes iraquíes ávidos de información sobre las elecciones de hoy. No es una publicidad futbolística sino la última invención diplomática de Lula quien, a través del astro, espera convencer a un grupo rebelde de que libere al brasileño que mantiene secuestrado hace 10 días. Joao José Vasconcellos, contratado para reconstruir una usina termoeléctrica, fue raptado en Beiji, ciudad próxima a Tikrit, tierra de Saddam Hussein. El hecho acabó arrastrando indirectamente a Brasil hasta el conflicto iraquí, del que Luiz Inácio Lula da Silva siempre guardó distancia.
Enfundados en camisetas del Real Madrid, donde revista Ronaldo, un grupo de jóvenes improvisaban esta semana un partido de fútbol en la periferia de Bagdad, indiferentes a la multiplicación de atentados terroristas perpetrados en vísperas de los comicios. Reporteros brasileños, que narraron la anécdota, constataron la afición de los iraquíes por el fútbol –Irak brilló en las olimpíadas– y la extraordinaria popularidad de Ronaldo. La solución del caso, estiman en Brasilia, tiene una de sus claves en la sociedad civil árabe y en las bases de Saraya Al Mujaidín, la organización que asumió la autoría del secuestro tras enviar un video mostrando documentos y algunos billetes de 10 reales, aunque no al ingeniero Vasconcellos, quien podría estar herido. A partir de esa premisa, Lula telefoneó a España y persuadió al delantero del Real Madrid. “Creo necesario hacer todo lo posible para la libertad de un ciudadano brasilero. Ojalá los secuestradores tengan un poco de piedad” dijo el pentacampeón del mundo. Menos solícito que Ronaldo fue Pelé, que también fue sondeado por el mandatario para tomar parte en la cruzada.
Lula, que el año pasado montó en Haití un partido de la selección brasileña para edulcorar la intervención militar que comanda el ejército verdamarelho, sabe que esta vez con el fútbol no basta. En la Triple Frontera, ministros brasileños acordaron con los referentes de la colectividad musulmana la grabación de otro video, en el que realizan una súplica por la vida de Vasconcellos. En otra cinta, que ya estaría realizada, los religiosos del sur brasileño se dirigen a sus colegas de la Asociación de Clérigos Musulmanes de Irak. Paralelamente, Lula ordenó a su enviado personal a Oriente Medio, el embajador Alfonso Celso de OuroPreto, que tome contacto con la citada Asociación de Clérigos, de orientación sunnita, radicada en Bagdad. Fue esa organización la que hace un año presionó, con éxito, para que los guerrilleros de Saraya Al Mujaidín liberaran a tres rehenes japoneses. Muthana al Dhari, el dirigente sunnita que posiblemente recibirá al enviado de Lula, es visto con desconfianza por diplomáticos y militares de Estados Unidos, que ya lo detuvieron bajo sospecha de connivencia con la resistencia armada. Pero estos antecedentes, antes que disuadir, persuadieron a Lula, quien confía en que sus diferencias respecto de Washington puede ser el mejor argumento para rescatar con vida al ingeniero de la constructora brasilera Norberto Odebrercht. Brasilia siempre denunció la invasión de Irak y, continuando una tradición histórica, mantuvo relaciones diplomáticas con Saddam Hussein hasta último momento. Si Lula fue tildado como superficial al convocar a Ronaldo, las críticas no fueron menores cuando se supo quetambién pidió la colaboración del presidente sirio para resolver esta crisis. Bashar Al Assad recibió una comunicación del brasileño, horas después de que el presidente George W. Bush reiterara las “desconfianzas” sobre la complicidad de Damasco con la guerrilla iraquí sunnita. Refutando las críticas, el canciller Celso Amorim afirmó que Brasil “negociará con quien sea”, frase que deja en claro que para el gobierno de Lula, el rescate con vida del ingeniero es máxima prioridad y que está dispuesto a entablar contactos con los secuestradores.
La jugada de Lula, especialmente sus contactos con líderes árabes indigeribles para la Casa Blanca, pone a prueba la eficacia de la política externa llevada en dos años de gestión. En diciembre de 2003, en la que fue su gira más controvertida, por lo menos desde el punto de vista de la prensa local, Lula Da Silva visitó a varios países árabes, entre ellos Siria y Libia, que todavía no había recuperado su certificado de buena conducta librado poco después por EE.UU. Ahora Lula quiere probar, si consigue rescatar al secuestrado, que su diplomacia no se agota en la retórica tercermundista y puede reportar resultados prácticos. No sería la primera vez que Brasil concluye con éxito una operación delicada en Irak: en 1990 Saddam Hussein retuvo como escudos humanos a 400 brasileros ante la inminencia del ataque norteamericano. Las pacientes negociaciones comandadas por Itamaraty (que deben haber incluido el compromiso a mantener neutralidad en la guerra a la que Argentina envió un par de navíos) consiguieron que los rehenes volvieran a casa sanos y salvos.