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TEMEN UN RETIRO APRESURADO DE LA OCUPACION
Váyanse, pero quédense un rato más
La violencia de posguerra volvió a ganar la calle ayer en Irak con el secuestro de un soldado de EE.UU. por un grupo extremista. Y tras los festejos por las elecciones del domingo, hay temores a represalias terroristas contra la población civil, que comparte con el gobierno el miedo a un vacío de poder.
Por Angeles Espinosa *
Desde Bagdad
El tráfico volvió ayer a las calles de Bagdad, después de tres días sin coches por las medidas de seguridad en la jornada electoral. Pero con la retirada de los bloques de cemento de numerosos lugares de la capital, regresaba el temor a que los insurgentes venguen la alta participación con un atentado. Estos sentimientos encontraron eco en el máximo nivel del gobierno interino: el presidente Ghazi al Yawar admitió una posible reducción de fuerzas norteamericanas para fin de año, pero dijo que esa salida sería una “insensatez” hasta que no se “erradique el terrorismo, se impermeabilicen las fronteras y se garanticen la estabilidad política y la seguridad”. Al Yawar, sunnita, la rama del Islam que menos participó en las elecciones, llamó a su pleno involucramiento en la redacción de una nueva Constitución.
A pesar de la felicitación del gobierno a las fuerzas de seguridad locales, la confianza de los iraquíes en ellas es aún baja, lo que motiva su esquizofrenia hacia las tropas extranjeras. “Quiero expresar mi gratitud a nuestros soldados y policías por su valentía, y el esmero con el que han protegido el país”, manifestó el ministro de Interior, Falab al Naquib, al hacer balance del dispositivo especial de seguridad. “Ha sido un éxito; hemos demostrado que podemos defender a Irak y a los iraquíes”, añadió satisfecho porque “se han equivocado quienes dudaban de la capacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes”. “¡Menos mal que al final los americanos no han permanecido acuartelados como anunciaron!”, manifestaba por su parte un embajador europeo el día de las elecciones. El plan inicial era que los uniformes extranjeros se mantuvieran fuera de las calles para subrayar el carácter iraquí de los comicios. Sin embargo, y aunque la seguridad de los colegios electorales estuvo exclusivamente en manos de la policía y la Guardia Nacional de Irak, los soldados estadounidenses multiplicaron sus patrullas en Bagdad y otras ciudades del país (y los británicos lo hicieron en Basora).
Tanto los diplomáticos acreditados en Bagdad como los propios iraquíes subrayan las numerosas carencias materiales y de formación que aún tienen los cuerpos de seguridad locales. Salta a la vista. Hayder H. acaba de terminar su guardia intensiva de tres días y espera a la puerta del hotel que le ha tocado vigilar para que alguien la acerque a su casa. ¿No tienen sistema de transporte? “No, podemos tomar un taxi o esperar a que nos lleve cualquier patrullero”, responde como si fuera lo más normal del mundo. Tampoco va de uniforme porque el único que tiene “se está lavando”. Hayder era soldado en el ejército de Saddam y, aunque extraña la vida castrense, está encantado con su salario como policía. “Entonces cobraba 27.000 dinares al mes y estaba destinado en Nasiriya. El sueldo apenas me llegaba para pagar el viaje a casa una vez al mes. No podía alimentar a mi familia”, recuerda. Ahora gana 300.000 dinares (unos 200 dólares), lo que le ha permitido comprar una heladera y una televisión. Además Al Naquib ha anunciado una prima de 100.000 dinares para todos los miembros del cuerpo por el esfuerzo especial de estos días. Al concluir enero, EE.UU. daba por entrenados a 125.000 policías y soldados, un 46 por ciento del objetivo final, ampliado recientemente a 271.000 desde los 195.000 previstos el pasado verano. En consecuencia, la fecha en la que estarán plenamente operativos también se ha retrasado de esta primavera hasta la del próximo año. Los responsables iraquíes consideran que necesitan por lo menos 150.000 soldados y 170.000 policías.
Los partidos políticos que pedían la vuelta a casa de las tropas extranjeras suavizaban esa exigencia al final de la campaña. La Alianza Unida Iraquí cambió el segundo punto de su programa (“fijar un calendario para la salida de las fuerzas multinacionales de Irak”) por el más ambiguode “el Irak que queremos es capaz de proteger sus fronteras y su seguridad sin depender de fuerzas extranjeras”. “Todos los iraquíes queremos que se vayan los soldados americanos”, señala Asad. “Pero no inmediatamente –se apresura a aclarar este funcionario sunnita–, porque sería un desastre.” Al Naquib cree que en 18 meses sería posible.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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