EL MUNDO
› LA INSURRECCION EN KIRGUIZTAN
DESALOJO DEL PODER A ASKAR AKAYEV
Otro líder pro ruso cae de su trono
Miles de manifestantes obligaron ayer a abandonar el poder a las autoridades de la república centroasiática de Kirguiztán, sin grandes recursos económicos pero de importancia militar estratégica. Es un nuevo golpe para Rusia y otra luz verde para Estados Unidos.
Por Rodrigo Fernández*
Desde Moscú
El régimen del presidente Askar Akayev cayó ayer en Kirguiztán, república centroasiática donde la oposición se hizo con el poder después de varios días de desórdenes y protestas por los resultados de las elecciones parlamentarias. Los partidarios de la oposición tomaron en la mañana el edificio del gobierno sin que la policía ni las tropas opusieran una resistencia seria. Akayev, de 60 años, huyó en su avión con rumbo a Moscú, pero luego cambió de idea y aterrizó en el vecino Kazajstán, adonde su familia había escapado en helicóptero. Akayev tiene estrechas relaciones con el líder kazajo, Nursultan Nazarbayev.
El poder ha pasado a manos del Consejo Coordinador de Unidad Nacional, encabezado por Kurmanbek Bakiyev, político que proviene de la provincia de Jalababad, una de las regiones, junto con la de Osh, donde comenzaron las protestas que culminaron con la toma de la sede del gobierno en Bishkek. Esta revolución rosa-amarilla –los colores de la oposición– que acaba de triunfar en Kirguiztán es vista por muchos analistas como una continuación de la revolución de las rosas de Georgia –que acabó con el régimen del veterano soviético Eduard Shevarnadze– y de la naranja en Ucrania, que llevó al poder al liberal Victor Yuschenko. Rusia ha tratado infructuosamente de evitar estas revoluciones y ayer su Ministerio de Relaciones Exteriores no pudo evitar traslucir su malestar por los acontecimientos en Bishkek.
“Es necesario garantizar lo antes posible el cumplimiento de la Constitución kirguiza, abstenerse de toda acción que pueda poner en peligro la paz cívica y la seguridad pública, y restablecer el orden”, se dice en una declaración del portavoz ruso, Alexandr Yakovenko. Mientras tanto, el canciller Serguei Lavrov, claramente irritado, declaró que Moscú espera que “la OSCE se comportará de manera responsable, porque mucho dependen de cómo y qué diga” y dijo que “deben elaborarse criterios claros para el nombramiento de los jefes de misiones de la OSCE, ya que ahora son designados de acuerdo con criterios incomprensibles y pueden hacer declaraciones por las cuales no tienen ninguna responsabilidad”. El jefe del Centro de la OSCE en Bishkek, Marcus Muller, había dicho hace unos días que había “ciertos motivos para las protestas” y llamado al gobierno a dialogar con la oposición.
El general Felix Kulov, ex alcalde de la capital kirguiza y ex vicepresidente de la república, no tuvo necesidad de esperar a que las masas lo fueran a liberar de la cárcel donde cumplía una condena de diez años, acusado de prevaricato. Las autoridades de la prisión decidieron dejarlo en libertad para evitar enfrentamientos y de inmediato este político, que goza de gran popularidad, ocupó su lugar junto a los líderes de la oposición que lograron derribar a Akayev. Kulov intervino por la televisión kirguiza para saludar a la revolución y llamar a la calma. “Debemos demostrar al mundo que somos gente civilizada”, dijo Kulov, al tiempo que afirmaba que no tiene rencor contra el presidente Akayev ni contra el juez que lo condenó y pedía “no golpear a nadie”. “Debemos pensar en el mañana. Los que desean desestabilizar la situación serán castigados”, subrayó el político, que ya había cumplido cuatro años de su condena.
El empresario Daniyar Usenov, otro líder opositor, también pidió por televisión a los ciudadanos que mantengan el orden público y, sobre todo, subrayó la necesidad de conservar todos los documentos en el edificio del Servicio de Seguridad Nacional. Este último llamamiento se debe a que se produjeron actos de vandalismo durante la toma de la sede del gobierno, desde cuyas ventanas los jóvenes que irrumpieron en ella comenzaron a lanzar a la calle computadoras, equipos de aire acondicionado y documentos. Según algunas informaciones, la multitud ha saqueado también algunas tiendas. Durante los enfrentamientos que se produjeron ha habido algunos heridos, al menos uno de ellos grave.
Dos ministros del antiguo régimen, Essen Topoyev de Defensa y Kalik Imankulov de Seguridad, cayeron en manos de los opositores que tomaron la sede del gobierno, pero después de unas horas fueron puestos en libertad. El primer ministro Nikolai Tanayev presentó su dimisión a los líderes de la oposición, según aseguró Bakiyev, mientras que la Corte Suprema declaró inválidas las últimas elecciones legislativas celebradas en febrero y marzo. Kurbanmek Osmonov, presidente del alto tribunal, explicó que con ello la Corte reconocía al antiguo Parlamento bicameral como legítimo.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.