Sáb 04.06.2005

EL MUNDO

Abandonar el euro por el peso o el día en que Italia quedó en Argentina

“Ya estamos yendo a una Argentina, por eso es que hay que cambiar de dirección”, declaró ayer Roberto Maroni, ministro italiano de Bienestar Social, quien reclamó dejar el euro y volver a la lira, a la zaga de los referendos euroescépticos.

Todavía golpeadas por los votos “no”, las capitales europeas vivieron ayer un breve estado de pánico luego de que Roberto Maroni, ministro de Bienestar Social italiano y miembro del partido euroescéptico y xenófobo Liga del Norte, creara una conmoción al sugerir que Italia debería convocar a un referéndum para abandonar el euro y volver a la lira –una idea rechazada por funcionarios de primera línea de su gobierno–. “Ya estamos yendo hacia una Argentina, por eso es que hay que cambiar la dirección”, alertó el ministro italiano. La respuesta desde Bruselas no se hizo esperar: “El euro es para siempre”, aseguró la vocera de Asuntos Económicos y Monetarios de la Comisión Europea, Amelia Torres.
Mientras tanto, la UE sigue hundiéndose más en la incertidumbre. Jean-Claude Juncker, el primer ministro de Luxemburgo, anunció ayer que renunciará si su país vota contra la Constitución el mes próximo; hoy los sondeos ya dan un voto negativo del 32 por ciento. También aseguró que, de no llegar a un acuerdo sobre el presupuesto para la Unión Europa (UE) en la cumbre dentro de dos semanas, provocaría una “gran crisis europea”. El primer ministro Tony Blair, que demanda que Francia y Holanda ratifiquen la Constitución en sus países antes que se realice el referéndum en Gran Bretaña, podría tener el apoyo de otras naciones con referendos inciertos. Se teme un efecto dominó que pueda provocar más votos “no” en Dinamarca, Polonia, República Checa e Irlanda, al igual que en Londres.
“El impacto negativo para el euro fue de corta duración, pues la historia del fin de la unión monetaria empieza ya a cansar a los mercados, y además esas declaraciones provinieron de un ministro abiertamente hostil al euro”, dijo Audre y Childe-Freeman, del Banco Canadiense Imperial de Comercio (CIBC). Tras el corto impacto por estas declaraciones, el euro se recuperó y se ubicó a media jornada en torno de 1,23 dólar. Las cifras del informe mensual sobre el empleo estadounidense, muy inferiores a lo que esperaban, ayudaron a esta recuperación.
El euro “resultó ser inadecuado a la luz de la recesión económica, la pérdida de la competitividad y la crisis laboral”, explicó Maroni y propuso volver a la vieja lira “para darle otra vez al gobierno el control sobre el tipo de cambio”. También citó el ejemplo del Reino Unido, que no tiene el euro y “que crece y se desarrolla y mantiene el control sobre su moneda”, la libra. El canciller italiano, Gianfranco Fini, destacó ayer que esta declaración “fue hecha a título personal y no por el gobierno”.
Este nuevo malestar dio argumento a los euroescépticos, en especial en la city de Londres, que pronostican una implosión de la zona euro –los 12 países que utilizan esta moneda común– debido a las disparidades entre sus integrantes en términos de crecimiento e inflación. En Francia, también, los críticos a la Constitución Europea reprochan al BCE no estar suficientemente centrado en el crecimiento de la zona euro y preocuparse únicamente por el control de la inflación. Incluso en Alemania, que sufre desde hace años un estancamiento económico, se critica el funcionamiento de la unión monetaria, por sus tipos de interés demasiado elevados.
Mientras tanto, la animosidad entre los capitales sugiere una división mayor entre la nueva y la vieja Europa dividida por Irak. Esta división es más probable por la política económica, la futura ampliación de la UE y los intentos futuros de reformar su sistema de subsidios al agro. Surgió que Gerhard Schroeder, el canciller alemán, había intentado formar un “núcleo duro” con los jefes de gobierno de los seis miembros fundadores de la UE, pero el premier holandés, Jan Peter Balkenende, y el italiano, Silvio Berlusconi, se negaron. Balkenende sostuvo que formar un nuevo grupo así sería mandar señales negativas a los otros países y no respetar el espíritu del referéndum holandés que sugiere una dilatación de la integración. Y el presidente del Banco Central belga, Guy Quaden, recordó que si bien “algunos gobiernos recibieron el mandato de su población de no ratificar el proyecto de Constitución, ninguno recibió el mandato de su población para abandonar la Unión Europea o la zona euro”.

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