La tensión vuelve a Medio Oriente. Un soldado israelí fue muerto ayer y otros tres resultaron heridos en un intercambio pesado de fuego automático y de morteros con hombres armados de Hezbolá a través de la frontera libanesa. La batalla más seria en seis meses en el frente norte se produjo cuando una patrulla interceptó a una célula armada de Hezbolá que se había infiltrado en Israel. En lo que el vocero del ejército definió como un ataque coordinado, la milicia apoyada por los iraníes disparó una andanada de morteros sobre las posiciones israelíes a lo largo de la frontera. Israel respondió con descargas de morteros y misiles.
La ofensiva sucedió en un momento en que la confrontación entre el gobierno de Ariel Sharon y los enemigos de derecha de su plan para evacuar la Franja de Gaza se está agudizando. Los extremistas judíos están dando batalla al ejército y provocando a los palestinos locales en Gaza e interrumpiendo el tránsito en los caminos de Israel. Cuatro palestinos y dos israelíes, un soldado y un civil, fueron heridos durante los disturbios entre los okupas judíos y los campesinos árabes en Muwassi. Los activistas israelíes, que salieron de los asentamientos de Gaza, habían tomado una casa árabe de tres pisos vacía y se habían barricado en ella. Cuando la fuerza se acercó, los judíos y los árabes comenzaron a atacarse entre sí con piedras. Después que la policía arrestara a ocho judíos, los motines se hicieron más violentos. Dentro de Israel, miles de colonos, con gorras naranjas y remeras, paralizaron los caminos principales durante la hora pico de la noche, así como durante parte del día, tirando miguelitos y aceite en la autopista que une Jerusalén con Tel Aviv, bloqueando la entrada a Jerusalén.
En una reunión de gabinete ayer, Sharon dijo que no permitiría que una pandilla de forajidos arrastrara al país cuesta abajo. “Esto es sólo el comienzo”, dijo un funcionario. “Otras órdenes de restricción están en el gasoducto. Sabemos quiénes son los extremistas.”