Sáb 02.07.2005

EL MUNDO

Cómo hacerle la Corte a George W.

La renuncia de una jueza de voto oscilante en la Corte Suprema de EE.UU. abre el camino a un refuerzo de los conservadores.

Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

Sandra Day O’Connor, la primera mujer que integró la Corte Suprema de Estados Unidos y a menudo con un crucial voto oscilante, renunció ayer, gatillando una batalla épica que podría configurar un alto tribunal en un momento en que su importancia en la vida de Estados Unidos nunca fue mayor. La partida de O’Connor, de 75 años, marca el primer cambio en la Corte desde 1994, una era de estabilidad de 11 años sin precedentes desde comienzos del siglo XIX.
Nombrada por Ronald Reagan en 1981, O’Connor ha sido el vital voto oscilante entre los nueve jueces. Con todos salvo uno de los jueces habiendo ya excedido por mucho la edad de retiro, los partidos políticos y una serie de grupos de interés han estado preparándose por meses para una batalla de nominación. Sin embargo, la noticia cayó como una bomba en Washington. Las expectativas habían sido que el primero en retirarse sería William Rehnquist, el presidente de la Corte, que tiene 80 años, está cada vez más frágil y padece un cáncer de tiroides. En cambio, ha resultado ser O’Connor, eje de una Corte que a menudo se divide entre derecha e izquierda. Ella ha dado el voto decisivo en una serie de decisiones por 5 a 4 votos en temas que van desde el aborto y los derechos de los gays hasta la discriminación positiva en favor de las minorías, en una era en que la Corte Suprema, y no el Congreso, ha arbitrado las guerras culturales que dividen a Estados Unidos. Lo mismo sucedió en el fallo de diciembre del 2000, que le dio la presidencia a George W. Bush.
Reemplazar a Rehnquist con otro conservador duro cambiaría en muy poco la composición ideológica de la Corte. Ahora, sin embargo, Bush tiene una oportunidad para reformarla, nombrando a un conservador absoluto para suceder a la moderada y pragmática O’Connor. “Esta es una noticia mucho más importante que si Rehnquist se hubiese ido”, dijo David Garrow, un historiador de la Suprema Corte.
O’Connor ha sido una de las mujeres más admiradas en Estados Unidos, viniendo de medios modestos en Texas y Arizona hasta convertirse en una de las juristas más respetadas del país. Ayer, Bush le rindió tributo a “una funcionaria pública de gran integridad” diciendo que su “intelecto, sabiduría y decencia” inspiró a todos los estadounidenses. Prometió ser “preciso y cuidadoso” en la búsqueda de un sucesor y consultar con especialistas legales y senadores claves en el Capitolio.
Hace tiempo que la Casa Blanca tiene preparada una lista corta de candidatos potenciales y algunos ya han sido entrevistados. Se cree que incluye a Alberto Gonzales, un ex consejero de la Casa Blanca y ahora secretario de Justicia. Gonzales cumpliría la ambición de Bush de nombrar al primer hispano de la Corte. Un conservador moderado como Gonzales ganaría la rápida aprobación del Senado. Pero Bush ha expresado su admiración por los dos jueces más conservadores, Clarence Thomas y Antonin Scalia. Si sigue sus instintos y elige a un magistrado de derecha, la batalla podría eclipsar en ferocidad a las audiencias de 1991 cuando Thomas fue finalmente confirmado.
Bush dijo que anunciaría su elección pronto, de manera que el nuevo juez pueda ser confirmado cuando comience el nuevo período de la Corte en otoño. Atento al fracaso con Thomas, el presidente apeló a un “proceso de confirmación digno”. Pero que su deseo sea concedido depende no sólo de él, sino del ánimo de un Congreso muy politizado. Batallas sobre un puñado de nominados de Bush a cortes federales de apelación ya llevaron a obstrucciones demócratas y la amenaza del liderazgo republicano del Senado de acudir a la “opción nuclear” de cambiar las reglas de manera que un candidato pueda ser aprobado por una mayoría de 51 votos en lugar de 60.
Esa confrontación, que paralizaría a la Legislatura, ha sido prevenida por un trato consumado por la “Banda de los 14” centristas republicanos y demócratas. Pero el trato puede no sobrevivir el clima ultracargado de una batalla de confirmación de la Corte Suprema. John McCain, un arquitecto de ese arreglo, sonaba moderadamente esperanzado ayer. “No será un día de campo, pero estoy cautelosamente confiado en que no será una situación de obstrucciones”, dijo.
La renuncia de O’Connor puede ser sólo el comienzo. Todavía se espera que Rehnquist se vaya el año que viene, mientras otro juez, John Paul Stevens, que es aún mayor, a los 85 años.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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