Lun 01.08.2005

EL MUNDO

El MAS puso a Evo Morales en carrera a la presidencia

El líder de la izquierda boliviana, Evo Morales, fue designado otra vez candidato a ocupar la presidencia para los comicios de diciembre. Página/12 estuvo en el acto, realizado en Cochabamba.

› Por Pablo Stefanoni
Desde Cochabamba

El optimismo abundó ayer en el Coliseo cerrado de Cochabamba, donde Evo Morales fue proclamado candidato presidencial del Movimiento al Socialismo (MAS) con las tradicionales guirnaldas y papel picado característicos de las festividades populares andinas. “Sólo un hombre que nació en la Bolivia marginada, que conoce el hambre y la miseria, puede garantizar que en este país no haya más exclusión”, respondió el diputado Santos Ramírez a la pregunta de por qué Evo Morales debe ser el candidato a presidente del MAS. Y agregó: “Evo ha mantenido una conducta inclaudicable en la lucha contra el neoliberalismo y contra el imperio”. “Los aymaras, quechuas y guaraníes queremos ver a Evo Morales como el presidente de los pobres y oprimidos”, expresó el referente del MAS en La Paz, Lino Willka, ante los aplausos del público que cantaba: “Bolivia de pie, nunca de rodillas”.
La oportunidad para proclamar al candidato de izquierda –la elección de su acompañante de fórmula deberá esperar hasta fin de mes– fue un ampliado nacional partidario que comenzó el sábado, en el que se debatió el programa de gobierno para las elecciones del 4 de diciembre y se aprovechó para presentar apoyos de reciente cosecha. Entre ellos, la Federación de Cooperativas Mineras, la de micro y pequeños empresarios, algunas federaciones provinciales de maestros y las organizaciones indígenas del oriente boliviano. “Mientras Quiroga y Doria Medina (los candidatos del centroderecha) elaboran sus programas con los técnicos del Banco Mundial, nosotros lo hacemos desde lo más profundo del pueblo”, se entusiasmó Santos Ramírez, referente económico del MAS.
Haciendo gala de su fama de hiperactivo, el “líder indiscutible” –como denominaron varios oradores a Evo– llegó casi sin dormir: “Me acosté a la 1.30 de la mañana, porque estuve abocado a las olimpíadas del trópico de Cochabamba (su región), y me levanté a las 4 para llegar puntual a la reunión”, abrió el juego Morales, quien dirigió las dos jornadas de discusión con intervenciones de tono pedagógico no exentas de reproches –muy aplaudidos– a los asesores y dirigentes regionales. Los ejes del programa de gobierno del MAS serán la nacionalización de los hidrocarburos, la Asamblea Constituyente “que refunde el país” y el apoyo a la producción nacional. Y los palos fueron para el “modelo neoliberal”, “los partidos tradicionales” y “el imperialismo yanqui”.
Sin embargo, esta tienda política aún navega en un mar de ambigüedades que deberá resolver en el primer tramo de la campaña. “Hablamos de nacionalización... ¿qué clase de nacionalización queremos: expulsión de las transnacionales o nacionalización concertada?”, disparó el líder cocalero hacia el final de la primera jornada. Y continuó: “Decimos industrialización del gas: ¿con qué plata?; hablamos de la deuda externa: ¿proponemos desconocimiento, reprogramación o condonación?, ¿qué efectos puede traernos cada alternativa?, ¿cómo vamos a garantizar una mayoría indígena y popular en la Constituyente? En las intervenciones sólo hay menciones generales a estos temas y debemos ser responsables porque somos la primera fuerza del país... algunos sólo están preocupados por salir elegidos diputados”.
Las preguntas del jefe masista sólo fueron débilmente respondidas en la jornada de ayer. Por ejemplo, se resolvió que en caso de llegar al poder se demandará la condonación total de la deuda externa y se buscará socios –incluyendo empresas extranjeras– para explotar los hidrocarburos, “pero con el Estado boliviano como socio mayoritario”. Y una paradoja, advertida y reprochada por el propio Morales: en la primera ronda de propuestas por departamento (provincia) no se mencionó ninguna referida a la problemática de la coca.
En el acto sobrevolaron las acusaciones del subsecretario de Estado para América latina, Roger Noriega, quien la semana pasada denunció desde el Capitolio que “no es un secreto que Evo Morales se reporta a Caracas y a La Habana, donde tiene sus mejores aliados”; lo cual fue repetido –algunas horas después– por el ministro de Hacienda boliviano, Luis Carlos Jemio, de visita en Estados Unidos. “Chávez y Fidel no son ningún eje del mal, son comandantes de las fuerzas libertarias en el continente”, devolvió el líder del MAS al final del discurso de proclamación. “Cuando los pueblos pierden el miedo al imperio, sus acusaciones se transforman en nuestra fortaleza”, concluyó. Y Morales sabe de qué habla: cuando en 2002 el entonces embajador estadounidense, Manuel Rocha, amenazó con cortar la ayuda a Bolivia si ganaba “un narcotraficante”, las acciones del cocalero en el mercado electoral pegaron un salto que casi lo deja en el sillón presidencial. Y, otra vez, el MAS parece tener algunos “jefes de campaña” en Washington.
El principal desafío de este partido –hegemónico en el campo y virtual partido único en regiones como el Chapare– es enamorar a los sectores populares y medios de las grandes ciudades; de allí el cuidado en la selección de un candidato a vicepresidente que funcione “como complemento” de Evo –se habla de “un cruceño o una cruceña”–. En la misma línea de avance hacia los centros urbanos, los masistas intentan juntar fuerzas con el Movimiento Sin Miedo del alcalde paceño Juan del Granado, quien mientras negocia con el MAS está armando un “frente de alcaldes” con un perfil más moderado.
Una ventaja para el partido de Morales es que las alternativas a su izquierda –como la propiciada por Jaime Solares de la COB o sectores alteños– no logran despegar. Pero, por otro lado, su renuncia al financiamiento estatal pone al MAS en cierta desventaja frente al “barón del cemento”, Samuel Doria Medina, y al ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga. “Las elecciones deben servir para cambiar la historia de Bolivia, no para cambiar un gobierno neoliberal por otro... estamos cerca, podemos ganar, pero hace falta más movilización, más organización, menos peleas internas y atraer a la gente”, cerró Morales, un convencido de que “la conciencia puede vencer a la plata”.

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