EL MUNDO
› BUSH RECONOCIO QUE UN MENSAJE DIVINO LE ORDENO LA GUERRA ANTITERRORISTA
Jefe de las armas por la gracia de Dios
George W. Bush pronunció ayer un discurso en el que dijo que la guerra contra el terrorismo no admite otro resultado que una victoria total. Y altos líderes palestinos contaron que el presidente les había dicho que actuaba movido por las órdenes de Dios.
Por Rupert Cornwell *
George W. Bush declaró que Dios le dijo que invadiera Irak y atacara la fortaleza de Osama bin Laden en Afganistán como parte de una misión divina para llevar la paz a Medio Oriente, seguridad a Israel, y un Estado propio para los palestinos. El presidente hizo esta aseveración durante su primera reunión con líderes palestinos en junio de 2003, según un nuevo programa de la BBC emitido anoche. La emisión salió al aire el mismo día que Bush lanzó un virulento ataque en Washington contra los militantes islámicos, haciendo un paralelo entre su ideología y la del comunismo, acusándolos de tratar de “esclavizar a naciones enteras” y establecer un imperio islámico radical “que se expanda de España a Indonesia”, y afirmando que la guerra contra ellos no admite otro desenlace que una “victoria total”.
En el programa Paz esquiva: Israel y los árabes, el ex canciller palestino Nabil Shaath afirma que Bush les dijo a él y a Mahmud Abbas, ex primer ministro y ahora presidente palestino, que “me impulsa una misión de Dios. Dios me decía, ‘George, ve y lucha contra esos terroristas en Afganistán’. Y lo hice, y entonces Dios me dijo: ‘George, ve y pon fin a la tiranía en Irak’ y lo hice”. Y “ahora nuevamente”, dicen que Bush dijo a los dos hombres, “siento las palabras de Dios viniendo hacia mí: ‘Ve y consígueles a los palestinos su Estado y a los israelíes su seguridad, y consigue la paz en Medio Oriente’. Y por Dios, lo haré”. Y Abbas recuerda cómo el presidente de Estados Unidos dijo que tenía una “obligación moral y religiosa” para actuar.
La Casa Blanca se ha negado a comentar sobre lo que considera una conversación privada. Pero el relato de la BBC es totalmente posible, dado que a lo largo de su presidencia, Bush, un cristiano renacido, nunca ocultó la importancia de su fe. Desde el comienzo se ha referido a la “guerra global contra el terror” en términos casi religiosos, como una lucha entre el bien y el mal. Los terroristas de Al Qaida son descriptos rutinariamente como malhechores. Para Bush, la invasión a Irak siempre ha sido parte de una lucha contra el terrorismo y parece verse a sí mismo como el ejecutor de la voluntad divina.
Bush dijo a Bob Woodward –cuyo libro de 2004 Plan de Ataque es el relato más completo hasta ahora del camino de la administración hacia la guerra en Irak– que después de dar la orden de invadir, en marzo de 2003, caminó por el jardín de la Casa Blanca rezando “que nuestras tropas estén seguras, que estén protegidas por el Todopoderoso”. Mientras pasaba por este período crítico, le dijo a Woodward, “rezaba por tener la fuerza de cumplir la voluntad de Dios. Por cierto no voy a justificar la guerra basándome en Dios. Entienda eso. Sin embargo, en mi caso, ruego ser el mejor mensajero posible para cumplir su voluntad. Y por supuesto, ruego por el perdón”.
Otra señal indicativa de la religiosidad de Bush fue su respuesta a la pregunta de Woodward sobre si había pedido a su padre –el ex presidente que se negó a lanzar una invasión en gran escala sobre Irak después de sacar a Saddam Hussein de Kuwait en 1991– consejo sobre qué hacer. El actual presidente respondió que su padre terrenal era el “padre equivocado al que pedirle consejo, hay un padre más arriba al que yo me dirijo”.
La misma sensación de misión trasuntó su discurso en la Fundación Nacional por la Democracia ayer. Su principal noticia fue la afirmación de Bush de que los servicios de seguridad occidentales habían impedido 10 ataques importantes planificados por Al Qaida desde el 11 de septiembre de 2001, tres de ellos contra tierra firme en Estados Unidos. Más impactante, sin embargo, fue su implacable descripción del islamismo radicalizado como una amenaza global a la que sólo las fuerzas de la libertad, conducidas por Estados Unidos, pueden repeler. Esto fue dicho en un momento en que las tasas de aprobación interna del presidente están en su punto más bajo –en gran parte por la guerra contra Irak, en que unas 1950 tropas murieron, y de la que no se divisa un final–, y en medio de unarenovada violencia en el terreno, nueve días antes del crítico referéndum sobre una nueva Constitución que ofrece quizás la última oportunidad de conseguir un Irak democrático y unido.
“Los militantes creen que controlando un país van a movilizar a las masas musulmanas, lo que les permitiría derrocar a todos los gobiernos moderados en la región” y establecer un imperio radical que se extendería de España a Indonesia, dijo el presidente. El objetivo de los insurgentes era “esclavizar a todas las naciones e intimidar al mundo”. Describió a los radicales islámicos como un único movimiento global, desde Medio Oriente a Chechenia y Bali y las junglas de las Filipinas. Bush también rechazó las afirmaciones, cada vez más frecuentes, de que la presencia militar de Estados Unidos en Irak estuviera alimentando el terrorismo. El 11 de septiembre ocurrió mucho antes de que las tropas estadounidenses pusieran un pie en Irak, recordó, y la oposición de Rusia a la invasión de marzo de 2003 no detuvo a los terroristas que llevaron a cabo la atrocidad de Beslan en el sur de Rusia donde murieron más de 300 chicos de una escuela.
Bush formuló también una advertencia implícita a Siria y a Irán, acusándolos de apoyar grupos radicales. Esos dos países y otros estados patrocinantes del terrorismo “tienen una larga historia de colaboración con terroristas y no merecen paciencia de las víctimas del terror”. Estados Unidos, advirtió, “no hace distinción entre aquellos que cometen actos de terrorismo y aquellos que los apoyan y los asilan, porque son igualmente culpables de asesinato”.
“Las guerras no se ganan sin sacrificio y esta guerra requerirá más sacrificio, más tiempo y más resolución”, declaró Bush. Pero, afirmó, se estaban logrando progresos en Irak pese a las disputas sobre la Constitución y las muertes diarias. Y proclamó: “Vamos a mantener nuestra calma y ganaremos esa victoria”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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