Después de mantener la expectativa, la principal candidata a la presidencia chilena, Michelle Bachelet, presentó ayer su programa de gobierno y les respondió a sus rivales que la criticaban por la demora: “Es muy fácil redactar un programa sabiendo que no se va a ser gobierno”. “Este es un programa para el próximo gobierno, no promesas que no se pueden cumplir”, sentenció la mujer que todas las encuestas aseguran será la primera presidenta de Chile. El anuncio se realizó cuando los candidatos se preparaban para el “gran debate” de hoy. Por primera vez, los cuatro principales aspirantes a suceder a Ricardo Lagos medirán fuerzas frente a las cámaras de televisión, locales y extranjeras.
“En esta nueva etapa debemos asegurarnos que nuestra economía siga creciendo, pero también debemos reducir las desigualdades, acabar con la pobreza, combatir la discriminación y la exclusión”, explicó la candidata de la Concertación. El texto, de casi 100 páginas, mantiene los pilares sustentados por los tres gobiernos de la Concertación, sin hacer grandes modificaciones en materia económica ni en la conducción política y social. Bachelet plantea reducir la brecha entre ricos y pobres a través de la instauración de un “gran sistema de protección social”, que acompañe a las personas desde la cuna hasta la tercera edad. El programa, a grandes rasgos, tiene otros dos grandes ejes de acción: una nueva política de desarrollo y un nuevo trato a los ciudadanos.
El sistema de seguridad social está centrado en mejorar el acceso a la educación y de las mujeres al mercado del trabajo. Al mismo tiempo, se dirige a ampliar la cobertura de la salud pública y reestructurar el sistema de pensiones, que tiene una escasa participación de trabajadores independientes. La primera etapa de las medidas debiera financiarse con un incremento real del gasto público del 6 por ciento en 2006, aunque no se prevé aumentar la actual carga impositiva. El IVA se mantendría en su tasa actual del 19 por ciento.
En el plano político, el equipo de Bachelet propone fortalecer el orden democrático a partir de una reforma electoral: implantar un sistema proporcional y automatizando la inscripción de los votantes. También se comprometió a la promoción permanente de los derechos humanos y afirmó que durante su gobierno “no habrá una ley de punto final” por las violaciones cometidas durante la dictadura del general Augusto Pinochet. Este es un punto que ya había provocado controversia cuando su mentor político, Lagos, indultó a un oficial retirado acusado de crímenes durante la dictadura.
Con un 45 por ciento de intención de voto –que se viene manteniendo intacto desde el principio de su candidatura–, Bachelet llega al “gran debate” de hoy con una clara e indiscutida ventaja sobre sus tres principales rivales: el economista Joaquín Lavín, de la derechista Unión Demócrata Independiente; el empresario Sebastián Piñera, del Partido Renovación Nacional, y el izquierdista Tomás Hirsch, apoyado por los partidos Comunista y Humanista. A pesar de la clara tendencia de los sondeos de opinión, los chilenos esperan con grandes ansias el primer debate presidencial a apenas ocho semanas de la elección.