EL MUNDO
› HARRIET MIERS DEBIO RENUNCIAR A SU POSTULACION A LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Cómo ser más de derecha que George W.
Las filas más conservadoras del oficialismo hundieron ayer la posibilidad de que Harriet Miers, abogada personal de George W. Bush, accediera a la Corte Suprema. También se temía el escrutinio de su asesoría al presidente en temas muy calientes para él.
Por Andrew Buncombe*
Desde Washington
La administración Bush, ya bajo asedio por el posible procesamiento de importantes miembros de la Casa Blanca, sufrió un humillante revés ya que la nominada del presidente para la Corte Suprema fue forzada a retirarse entre intensas presiones sobre su conveniencia y experiencia. En una movida que subrayó la creciente vulnerabilidad de la Casa Blanca, Harriet Miers dijo que renunciaba a la candidatura para evitar un esfuerzo del Congreso para obtener acceso a documentos internos que revelarían su rol como asesora legal del presidente Bush. En realidad, retiró la candidatura como resultado de una ascendente campaña entre conservadores que cuestionaron su competencia y conveniencia para el cargo.
En una carta formal al presidente, Miers dijo: “He sido honrada y me siento humilde por la confianza que han tenido en mí y he apreciado inmensamente su apoyo y el apoyo de muchos otros. Sin embargo, me preocupa que el proceso de confirmación presenta una carga para la Casa Blanca y nuestros funcionarios que no son acordes al mejor interés del país”. El momento de la decisión sorprendió a muchos observadores. Se suponía que la Casa Blanca estaba planeando una campaña fresca para persuadir a senadores republicanos y grupos conservadores de la conveniencia de Miers y a responder a acusaciones de que carece de las credenciales judiciales necesarias para el cargo. El Comité de Asuntos Judiciales del Senado iba a comenzar el 7 de noviembre las que serían las audiencias de nominación a la Suprema Corte más contenciosas desde que se confirmó a Clarence Thomas en 1991.
La mayor parte de Washington, en cambio, estuvo esperando ávidamente noticias del fiscal especial que investiga el asunto de la filtración de la CIA. Se anticipa claramente que al menos un importante funcionario de la Casa Blanca puede enfrentar cargos criminales como resultado de una investigación acerca de la filtración de la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame, esposa del embajador Joe Wilson que públicamente cuestionara las declaraciones de la administración sobre Irak. Ahora se anticipa que un anuncio del fiscal Patrick Fitzgerald tendrá lugar en algún momento de hoy. La atención se enfoca en la posibilidad de que tanto Karl Rove, el consejero especial de Bush, y Lewis “Scooter” Libby, el jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, podrían enfrentar procesamientos.
Además de prepararse para esa situación probable y ampliamente devastadora, la administración Bush, que tenía previamente la aprobación asegurada, tiene que encontrar ahora una nominación alternativa para la Corte Suprema. Aún queda por verse si Bush buscará nominar a alguien que agrade más a los ultraconservadores de su partido o en cambio optará por alguien con credenciales judiciales más obvias. Públicamente Bush ha respaldado a Miers mientras en privado funcionarios estaban conscientes de la oposición a la que se enfrentaba. El hecho de que la Casa Blanca eligió “aceptar” la renuncia y desistió de la candidatura antes que decidirse a seguir apoyándola remarca la vulnerabilidad que enfrenta en otros frentes.
Además de la filtración de la CIA, Bush –cuyos números de popularidad personales ya son pobres– esta semana tuvo que lidiar con el número de muertes de tropas estadounidenses en Irak pasando los 2000.
Bush, a quien Miers llamó por teléfono con su decisión en la noche del miércoles, dijo ayer: “Los senadores no estarían satisfechos hasta obtener acceso a documentos internos concernientes a consejos llevados a cabo durante su ejercicio en la Casa Blanca –revelaciones que minarían la habilidad de un presidente de recibir consejos francos–. La decisión de Harriet Miers demuestra su profundo respeto por este aspecto esencial de la separación constitucional de poderes, y confirma mi profundo respeto y admiración hacia ella”. Pero el líder demócrata del Senado, Harry Reid, dijo: “El ala derecha radical del Partido Republicano mató la nominación de Harriet Miers”.
La valoración de Reid fue claramente más precisa que la de Bush. En la noche del miércoles el líder republicano del Senado, Bill Frist, habló con el jefe de gabinete de la Casa Blanca Andy Card y ofreció una “evaluación franca de la situación en el Comité y en el Senado completo” con respecto a Miers. Aparentemente dijo que no podía confirmar una mayoría de respaldo republicano para su nominación ni en el Comité ni en todo el Senado. Conservadores del ala derecha dudaron de si Miers sería una aliada y cuestionaron su deseo de oponerse a los derechos al aborto o de si había desarrollado una “filosofía judicial conservadora de base firme y consistente”.
La renuncia a la candidatura de Miers significa que la jueza a la que debía reemplazar, Sandra Day O’Connor, demorará aun más su retiro. Las especulaciones acerca de la nueva nominación nuevamente girarán en torno al secretario de Justicia Alberto Gonzales, el amigo de años de Bush que sería el primer hispano en la corte, y el abogado corporativo Larry Thompson, que fue el funcionario negro de más alto rango del gobierno durante el primer mandato de Bush.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Virginia Scardamaglia.