EL MUNDO
› CRISIS EN LA OTAN POR LAS ACUSACIONES A LA CIA
W. no tortura ni lo repetirá
› Por Rupert Cornwell*
Desde Washington
En un nuevo intento de bajar el tono de la discusión sobre el trato que Estados Unidos da a los terroristas detenidos, Condoleezza Rice, la secretaria de Estado, declaró que a la CIA y a los militares estadounidenses les está prohibido el uso de la tortura, no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo. Pero los grupos de derechos humanos dijeron que cualquier “concesión” era cosmética y que los propios asistentes de Rice dijeron que sus declaraciones eran una clarificación y no un cambio de política, mientras algunos ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN señalaron que tratarían el tema cuando se reúnan con Rice en Bruselas hoy.
Hablando en Kiev en la penúltima parada en un viaje por Europa dominado por la controversia de la tortura, Rice dijo que las obligaciones de Estados Unidos bajo la existente convención internacional contra la tortura se “extendían a todo el personal estadounidense donde fuera que estuvieran, ya sea dentro o fuera de Estados Unidos”. Sus afirmaciones fueron el tercer intento en la misma cantidad de días de detener la feroz crítica en Europa y más allá de una cantidad de supuestas prácticas por Estados Unidos incluyendo la “entrega” de sospechosos capturados a países donde se podrían enfrentar a la tortura, y la supuesta operación por la CIA de prisiones secretas en el exterior.
En Estados Unidos también continúan volando los chispazos sobre el tema de la tortura. En un importante discurso sobre la reconstrucción económica en Irak ayer, el presidente Bush no se refirió a la controversia. Pero crecen los indicios que la Cámara de Representantes se unirá al Senado exigiendo una prohibición legal especial sobre el “cruel, inhumano y degradante” trato de prisioneros, como está estipulado en la Convención Contra la Tortura firmada por Estados Unidos. Toda esta semana, Rice estuvo insistiendo, que eso ya se cumple. Pero, por lo menos hasta ayer, la acción del Congreso estaba siendo resistida por la Casa Blanca, con el vicepresidente Dick Cheney discutiendo que, salvo que la CIA fuera excluida de la provisión, las manos del gobierno estarían atadas en la lucha contra el terrorismo.
No sólo esa instancia provocó una amarga crítica en el país, sembrando la duda sobre la afirmación de Bush de que “Estados Unidos no tortura”; sino que en el exterior socavó cada esfuerzo de su secretaria de Estado para convencer a las audiencias escépticas que Washington respeta las normas internacionales. En octubre, el Senado pasó su enmienda con un masivo voto bipartidario de 90 a 9, cuando todos salvo un puñado de la mayoría republicana hicieron causa común con los demócratas exigiendo una definida prohibición sobre la tortura. El duro viaje de Rice es la última entrega de una controversia que proviene de los ataques terroristas de septiembre de 2001. Sosteniendo la la "necesidad" de obtener información sobre los futuros ataques terroristas, la Casa Blanca efectivamente puso en peligro las Convenciones de Ginebra
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.
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