EL MUNDO
Evo estrena su antiimperialismo
El fin del libre contrato de trabajadores e importación de mercancías marcan algunas de las primeras medidas de Evo Morales.
› Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
“Ya no estamos en tiempo de seguir quejándonos por los 500 años... ahora se trata de ver qué hacemos”, dice el presidente electo de Bolivia, Evo Morales, ya sumergido en el armado de la transición política que culminará el 22 de enero próximo con la investidura del primer presidente indígena (y cocalero) de la historia boliviana. Para ello, el Movimiento al Socialismo (MAS) puso en marcha tres comisiones –política, económica y social– que comenzaron a actuar como un “gabinete en la sombra”. Y, de a poco, van surgiendo algunas definiciones de lo que será el gobierno de la izquierda indígena que, con el 53,7 por ciento de los votos, mayoría en Diputados, tres prefecturas (Oruro, Potosí y Chuquisaca), una votación arrasadora en La Paz (66,6 por ciento) y un sorpresivo apoyo en Santa Cruz de la Sierra (33,2 por ciento) dejó enmudecida a una derecha que aún intenta escudriñar las causas de su fracaso sin precedentes en la historia boliviana moderna. Según fuentes del MAS, entre las primeras medidas del gobierno estará la derogación de la libre contratación de trabajadores y de la libre importación de mercancías, dos de los pilares de las reformas neoliberales introducidas dogmáticamente en el país desde mediados de los años ’80.
Por otra parte, el responsable de la cartera política y experto en temas de seguridad, Juan Ramón Quintana, anunció ayer que el próximo gobierno no aceptará ayuda de Estados Unidos y eliminará todo tipo de injerencia (norteamericana) en la policía y Fuerzas Armadas, incluidas las acciones militares conjuntas. “La Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn) se ha convertido en un apéndice de la DEA, con el enorme riesgo que esto implica para la seguridad del Estado; todos los organismos y capacidades institucionales deben retornar al control gubernamental”, afirmó Quintana en declaraciones reproducidas por el matutino La Prensa. El aspirante a un ministerio en la próxima administración –que podría ser Interior o Defensa– agregó que el MAS está dispuesto a sacar a los militares de las tareas de interdicción y encargará la responsabilidad total del control de la producción, comercialización y consumo de drogas a la policía, a través de sus organismos especializados.
Uno de los temas que el MAS promete abordar con “patada voladora” es el de la austeridad en la administración pública. “Vamos a tener que pelearnos con algunas instituciones, pero eso no quiero adelantar, lo vamos a hacer porque se trata de sacar al país adelante, le vamos a meter con todo”, anunció Morales. Entre las medidas a tomar está la rebaja a la mitad del salario presidencial (que determina el resto de las remuneraciones en el Estado) y la eliminación de las dietas a diputados y senadores suplentes (en Bolivia cada legislador tiene un suplente), lo que puede generar disgusto incluso en las filas del MAS. “Necesitamos gente inclaudicable en temas ideológicos y culturales, impecables en el tema económico, patriotas, leales, no con Evo Morales, sino con la nación, con el pueblo, con los pobres... No va a ser fácil, va a costar, pero lo vamos a conseguir”, continuó el presidente electo en diálogo con La Prensa, admitiendo que algunas de las dificultades del próximo gobierno pueden pasar por la falta de buenos técnicos con “compromiso político”.
Con el bastón y la banda cerca, los bolivianos hablan de cómo se vestirá “el Evo” para la asunción y quién será la primera dama, teniendo en cuenta que tanto el presidente como el vice son solteros. “Estaría bien un poncho indígena”, dice una chica joven en el cuartel general masista. “Evo tiene que seguir siendo él mismo, un poncho es demasiado andino, y sacamos más del 30 por ciento de los votos en Santa Cruz”, contesta otro participante en la improvisada discusión. Sobre la primera dama, el presidente electo –un soltero cuya cotización aumenta en proporción a los días que faltan para que ponga sus pies en el Palacio y la residencia presidencial– ironizó: “Mi primera dama se llamará Bolivia”. Un chiste ácido de la derecha dice que se llamará Incertidumbre.