EL MUNDO › ELIGIERON PRESIDENTE A UN CENTRODERECHISTA
Sumergida en una crisis económica, Portugal optó por la centroderecha después de 32 años, pero deberá cohabitar con el premier socialista, José Sócrates. Más de la mitad de los cerca de nueve millones que votaron ayer en las elecciones presidenciales depositaron su confianza en un profesor de economía austero y serio al que muchos recuerdan por la bonanza que vivió el país a mediados de los ochenta cuando era primer ministro y recibió los beneficios por la entrada a la Unión Europea. Su nombre es Aníbal Cavaco Silva, tiene 66 años, es la segunda vez que se postula y logró derrotar a una izquierda fragmentada que sólo planeaba unirse en una segunda vuelta que nunca habrá.
En la campaña, el principal atractivo del futuro presidente fue el recuerdo de su gestión como primer ministro, entre 1985 y 1995. Aumento de sueldos, mejora de las prestaciones sociales y rápido crecimiento económico son algunas de las características que signaron ese período, debido principalmente a los aportes al país que significó su entrada al bloque europeo en 1986. Esta imagen fue retomada en un momento en que Portugal atraviesa una importante crisis de la que el gobierno socialista de Jorge Sampaio no ha podido salir.
Quizá por esto y porque el socialismo se presentó separado –por un lado, “el padre de la democracia” portuguesa, Mario Soares, y por otro, el poeta y fundador del partido, Manuel Alegre–, el oficialismo quedó lejos en un segundo y tercer lugar. No obstante, es alarmante para el hasta ahora partido gobernante que sumados sus dos candidatos –a pesar que Alegre no recibió el apoyo oficial de la institución– mantendría una distancia de casi 20 puntos porcentuales con Cavaco Silva (obtuvo el 50,8 por ciento). A considerable distancia quedaron los otros tres candidatos de la izquierda portuguesa: el comunista Jerónimo de Sousa, el radical Francisco Lousá y el abogado Antonio García Pereira, candidato de la extrema izquierda.
Cientos de partidarios de Cavaco Silva se concentraron para festejar la victoria de su candidato en su cuartel general. Antes, decenas de vecinos del virtual presidente se reunieron ante su domicilio particular, poco después del cierre de las urnas, ondeando banderas y gritando frases de ánimos. El escenario era otro en los bunker socialistas, en donde reinaba las caras de seriedad y decepción.
La victoria de Cavaco Silva inaugura una era de cohabitación entre él y el primer ministro socialista, José Sócrates, que goza de mayoría absoluta en el Parlamento. A pesar que analistas locales aseguran que esta convivencia será pacífica, priorizando a la crisis económico, y que el presidente sólo tiene poderes limitados a la hora de gobernar, muchos destacan la capacidad de disolver el Parlamento que posee y podría utilizar para debilitar al gabinete socialista.
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