Dom 05.02.2006

EL MUNDO  › ESTALLO EL DEBATE EN FRANCIA POR LA LIBERTAD DE EXPRESION

Publicar o no publicar, ésa es la cuestión

Por Eduardo Febbro
Desde París


Lejos de apaciguarse, la polémica sobre las caricaturas de Mahoma aparecidas en la prensa europea no ha hecho más que crecer cada día. De todos los medios europeos, France Soir fue el más sacudido por la crisis. Entre el miércoles y este sábado, el diario “perdió” a dos responsables: el director, Jacques Lefranc, fue despedido y su reemplazante, Eric Fauveau, dimitió. El caso de este diario se explica porque su propietario es un empresario egipcio, Raymond Lakah. Sin embargo, el conjunto de la prensa europea se metió en el túnel de un oscuro debate sobre la libertad de expresión y el respeto de la fe.

El carácter antimusulmán de algunos sectores no tardó en salir a la luz. Los diarios conservadores como ABC, España, Die Welt, Alemania, Il Corriere della sera, Italia, mezclaron en sus editoriales la legítima libertad de expresión con la poco legítima crítica a los musulmanes y a sus principios, que calificaron de “retrógrados”. Las sanciones y las amenazas no recayeron únicamente sobre la prensa occidental. En Jordania, la revista Shihane reprodujo tres de los 12 dibujos. En el texto que los acompañaba, Shihane se preguntaba “¿Qué perjudica más al Islam? ¿Estas caricaturas o la imagen de un secuestrador cortándole la garganta a un rehén delante de las cámaras?”. La revista fue inmediatamente cerrada.

Los humoristas se han sentido interpelados por el escándalo y muchos encuentran exagerada la forma en que reaccionaron los musulmanes. Pétillon, uno de los dibujantes del semanario satírico Canard Enchainé, sostiene que “este asunto se ha vuelto un delirio. Esos dibujitos no merecían todo esto. Me parece que la mayoría son anodinos, excepto el del Profeta con la bomba en el turbante. Eso no está bien. No se puede decir cualquier cosa sobre la comunidad musulmana. Sin embargo, pese a todo, creo que la libertad de expresión no es negociable”. Willen, el dibujante de Libération, no acepta ningún límite impuesto. Según sostiene en las páginas del diario, “se debe trabajar sin tener el sentimiento de que alguien nos está vigilando por encima. El único límite es el racismo. Pero sobre la religión no me retengo”. Plantu, el dibujante estrella del vespertino Le Monde, declara que “cada vez más hay como una tapa que cae sobre los dibujantes y los humoristas cuando se habla de religión. No nos damos cuenta hasta qué punto, fuera de la Iglesia Católica a la que se le puede pegar y se muestra moderada, se ha vuelto imposible criticar lo religioso”.

Abdelwahab Meddeb, profesor de literatura comparada y gran especialista del Islam en Francia, explica que en el Islam “la imagen está consideraba como algo nefasto, maléfico”. Meddeb explica que elaborar imágenes implica, de alguna manera, imitar la vida, es decir, imitar a Dios: “Esa mímesis está considerada como irrisoria porque participa en una suerte de competencia divina perdida por adelantado. Por más que se quiera, no serán más que imágenes que jamás tendrán el soplo del alma. La imagen es una imitación incompleta. Peor aún, mentirosa”. Sin embargo, Meddeb detalla que existen varias tradiciones del Islam y que no todas prohíben de manera tan radical la existencia de iconografías. Esa prohibición es particularmente radical en Arabia Saudita (Islam wahhabita) pero “manejada” según variables más moderadas en otras vertientes. No obstante, en el caso preciso de las caricaturas aparecidas en la prensa occidental, la combinación de elementos blasfematorios y agresivos llevó la situación a su paroxismo. El especialista francés reconoce que “está la cuestión de la imagen”, pero agrega que eso no es todo: “Si se muestra al Profeta como un terrorista es obvio que estamos presenciando la polémica tradición antimusulmana y antiMahoma muy arraigada en la conciencia occidental desdela Edad Media. En esa tradición, el Profeta del Islam aparece denunciado como un falso Profeta, como un impostor porque es erótico y guerrero. Ambos atributos aparecen como incomprensibles en la tradición profética”. Meddeb pone el acento en un detalle. Esa “lectura” cristiana del Profeta deja de lado el Antiguo Testamento: “En el Antiguo Testamento constatamos la presencia de profetas guerreros y eróticos, empezando por el Rey David”.

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