EL MUNDO › EL PREMIER DIO POR TERMINADA LA CRISIS DE LAS VIÑETAS
› Por Enric González*
Desde Roma
La coalición de Silvio Berlusconi dio ayer por cerrada su crisis de las viñetas. La xenófoba Liga Norte se mostró conciliadora tras la dimisión de uno de sus ministros, Roberto Calderoli, que desató la crisis al aparecer en televisión con una camiseta estampada con las caricaturas de Mahoma, y descartó la posibilidad de romper los pactos con el resto de la derecha y acudir en solitario a las próximas elecciones. El propio Calderoli presentó ante el consejo federal de la Liga Norte una propuesta de cinco puntos para reforzar el consenso con Forza Italia, Alianza Nacional y Unión de Centro. El primero de los puntos establecía que Silvio Berlusconi debía realizar en el programa electoral “la defensa de las raíces cristianas europeas”.
Desde Forza Italia llegó de inmediato una respuesta positiva. Berlusconi declaró que compartía “los planteamientos” de la Liga y que éstos serían incluidos en el “próximo programa de gobierno”. Además de la defensa de la tradición cristiana, los cinco puntos del partido populista y xenófobo, empeñado en conseguir la independencia de la región del norte bautizada como Padania, incluían la lucha contra el fundamentalismo, el empeño por conseguir el triunfo del Sí en el referéndum sobre la reforma constitucional, el federalismo fiscal y el fomento de las familias numerosas mediante los incentivos económicos directos. El consejo liguista aprobó también una moción de respaldo al ministro dimisionario.
La exhibición de la camiseta de Calderoli fue seguida, el viernes, por el incendio del consulado italiano en Bengasi (Libia) por parte de una multitud exaltada. La policía libia repelió el asalto con disparos que causaron la muerte de 11 de los atacantes. Berlusconi se apresuró a telefonear a Muammar al Kaddafi para templar los ánimos y asegurarse, sobre todo, de que no habría represalias energéticas.
Ningún partido italiano, salvo en la izquierda radical, creyó que el asalto al consulado hubiera sido espontáneo (en Libia no se mueve una hoja sin que lo sepa la policía), pero la dependencia del gas y del petróleo, y el temor a que Kaddafi lanzara desde sus costas una oleada de inmigrantes sobre Italia aconsejaron una respuesta prudente.
En el caso Calderoli, la camiseta que provocó su dimisión fue la guinda de una larga carrera de provocaciones. En anteriores actos públicos, el ex ministro había dicho frases como las siguientes: “Mi cerdito se muere de ganas de hacer pipí sobre una mezquita”; “la oposición es demasiado permisiva con los homosexuales y los musulmanes”; “Italia se ha convertido en una reserva albanesa”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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