Jue 02.03.2006

EL MUNDO  › BUSH PROMETIO CAPTURAR A BIN LADEN Y VOLVIO A ADVERTIR A IRAN POR SU PLAN NUCLEAR

Un saludo a la bandera en Afganistán

George W. Bush, en camino hacia un importante acuerdo nuclear con India, realizó ayer una visita sorpresa a Afganistán y volvió a prometer la captura de Osama bin Laden y a advertir a Irán que Washington no tolerará que ese país adquiera armas nucleares.

› Por José Manuel Calvo *
Desde Nueva Delhi

En su primera y no programada visita a Afganistán –“Vengo como amigo y como aliado; estamos impresionados por los progresos que está haciendo su país, y mucho tiene que ver con su liderazgo”–, George W. Bush pasó ayer cuatro horas en Kabul en medio de grandes medidas de seguridad. Tras reunirse con su par afgano, Hamid Karzai, dijo que “confía en que Osama bin Laden comparezca ante la Justicia”. El presidente, que no se desanima por la hasta ahora larga e infructuosa persecución, reiteró que no se trata de si Bin Laden y los suyos van a ser apresados, sino de cuándo. Y volvió a decir que EE.UU. no permitirá que Irán desarrolle armas nucleares.

La visita a Afganistán no se anunció, por razones de seguridad, hasta que el Air Force One aterrizó en la base aérea de Bagram, centro de mando de las tropas estadounidenses desplegadas en territorio afgano. Desde allí, el presidente, acompañado de su mujer, Laura –que ya estuvo en Afganistán el pasado año–, se trasladó en helicóptero y fuertemente protegido a Kabul para entrevistarse con Karzai; los dos demostraron total sintonía y se dedicaron grandes elogios. “Bienvenido a Afganistán; a su apoyo debemos mucho de lo que se está reconstruyendo en este país: la paz, la democracia, los sólidos pasos hacia el futuro”, dijo Karzai. La visita se produce en plena ofensiva de ataques y atentados de los restos de Al Qaida en Afganistán, más de cuatro años después de la guerra desencadenada tras el 11-S que sacó del poder al régimen de los talibanes. El esquivo Bin Laden deja en evidencia a las fuerzas estadounidenses y también arroja sombras sobre la eficacia de las tropas paquistaníes comprometidas con su captura. Se supone que Bin Laden está oculto en algún lugar de la frontera con Pakistán y Bush dijo que el sábado abordará con el presidente Pervez Musharraf el problema de la vigilancia fronteriza. En todo caso, añadió, “hay fuerzas afganas que buscan a Bin Laden, y fuerzas paquistaníes, y también le voy a decir a Musharraf que es importante que llevemos a esta gente ante la Justicia; él lo entiende, porque, al fin y al cabo, han intentado matarlo cuatro veces. Tenemos una alianza destinada a eliminar a estos malvados que han secuestrado una gran religión y han matado a inocentes en nombre de esa religión”.

La rápida visita se cerró con un saludo a unos 500 soldados –de los 19.000 que hay en Afganistán– en Bagram: “Les aseguro que el gobierno no pestañeará, no retrocederá... EE.UU. no es de los que abandonan”, dijo entre aplausos de los uniformados, según el testimonio de los presentes en la base.

Tras la relativa sorpresa de la primera parada, Bush llegó anoche a Nueva Delhi para una visita de dos días de duración destinada a consolidar la relación entre India y EE.UU. Después de presentar el habitual homenaje en el monumento dedicado a Mahatma Gandhi, en Rajghat, Bush mantuvo un primer encuentro con el primer ministro indio, Manmohan Singh. Posteriormente se reunió con empresarios indios y estadounidenses, con líderes religiosos, con el jefe de la oposición y con Sonia Gandhi, viuda del primer ministro Rajiv Gandhi (asesinado en 1991), el hijo de Indira Gandhi (también muerta en el atentado de 1984). Sonia Gandhi es la presidenta del partido en el poder, el Congreso Nacional Indio, que gobierna apoyado por una amplia y a veces contradictoria coalición, la Alianza Progresiva Unida.

Mientras tanto, el Departamento de Estado seguía intentando cerrar el acuerdo sobre la cooperación nuclear con la India que se anunció en julio del año pasado. Según ese acuerdo, EE.UU. cooperará en el desarrollo de la energía nuclear india de uso civil a cambio de que la India –que no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear, y por lo tanto no debería poder beneficiarse de esa ayuda– separe su programa nuclear civil del militar y abra sus instalaciones a los inspectores de la AIEA. El objetivo es que esa separación garantice que no hay transferencias de la ayuda para la parte civil del programa nuclear indio que acaben en la parte militar. Las dificultades en el Congreso estadounidense –que creen que la excepción que pide Bush es un peligroso precedente que estimulará a China a hacer lo mismo con Pakistán, por ejemplo– y en varios sectores indios –que contemplan el acuerdo como una renuncia a la soberanía y a la capacidad de decisión de la India– complican el cierre del pacto. Por eso, y aunque quedan pocos capítulos para concluirlo, el propio Bush se puso ayer la venda antes de la herida: “Nuestra relación con India va más allá del debate sobre la energía; es una relación estratégica, que tiene vínculos sólidos por razones económicas y de seguridad”. El asunto es “difícil para ambos gobiernos y se mantendrá el debate, esperemos que para lograr el acuerdo”. ¿Y si no? “Continuaremos trabajando hasta que lo consigamos, porque nos interesa, a nosotros y a todos los países, que India desarrolle una industria de energía nuclear.”

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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