Mar 07.03.2006

EL MUNDO  › BRASIL MOVILIZO 1200 SOLDADOS A OCHO FAVELAS DE RIO DE JANEIRO

Todo sea por diez fusiles y una pistola

Aunque parezca increíble, la justicia militar brasileña movilizó ayer 1200 soldados y ocupó ocho favelas de Río de Janeiro para recuperar menos de una docena de armas que fueron robadas el sábado pasado por presuntos narcotraficantes. La excesiva medida, que comenzó el mismo día del robo y que no finalizará hasta que se encuentren las armas –según adelantaron fuentes militares–, reveló no sólo la vulnerabilidad –y sensibilidad– del ejército brasileño frente a las bandas que viven en las favelas de la ciudad carioca, sino también la libertad de acción de las Fuerzas Armadas. Ayer, la cruzada militar se cobró su primer muerto, un joven de unos 16 años.

Todo comenzó cuando un grupo armado y encapuchado, vestido con uniformes de camuflaje del propio ejército, invadió el Establecimiento Central de Transportes, en el norte de Río. Los siete se llevaron diez fusiles FAL y una pistola 9 milímetros. Inicialmente el ejército movilizó a unos 600 soldados, pero desde el domingo el número de hombres fue duplicado para aumentar los patrullajes, las redadas y las tareas de inteligencia. El operativo se completa con el apoyo de varios helicópteros y al menos cinco camiones blindados. El portavoz del ejército defendió el aumento del número de efectivos como una medida para proteger a la población civil: “Si el ejército entra a la favela con poca gente, va a sufrir tiros y al responder puede haber muertes y la población sufrir mucho”. Distintos voceros militares anunciaron que ayer los soldados que ocupaban la favela del cerro Providencia fueron atacados con una bomba casera y luego con disparos por personas no identificadas. Aunque estos enfrentamientos no dejaron ninguna víctima, pocas horas después una bala perdida mató a un joven de la zona, que sólo fue identificado como Eduardo. Desde el ejército aseguraron que se desconoce el origen del disparo y prometieron investigar.

El trasfondo de esta peculiar ofensiva es la pugna por hacerse cargo de la seguridad en un país en el que el narcotráfico posee un férreo control de ciertas zonas, situación de más marcada en las favelas cariocas. Se podría hablar de dos sectores. El primero está más ligado al ministro de Justicia de Luiz Inácio Lula da Silva, Márcio Thomaz Bastos, que sostiene que todos los asuntos de orden interno deben ser manejados por la policía, provincial y federal. El segundo sector, ampliamente fortalecido por la derrota gubernamental en el referéndum del año pasado para ilegalizar la tenencia de armas, pregona un control de tinte más militar, que no sólo incluiría a la policía militar, sino también un rol activo del ejército. El coronel Fernando Lemos, portavoz del Comando del Este, demostró ser un representante de este último grupo al defender ayer la intervención: “Recibimos un mandato de la justicia militar porque fue un delito militar y es juzgado por la justicia militar”.

Sin negar esta disputa política, la movilización militar de estos últimos días también revela la vulnerabilidad de los arsenales bélicos en Río. Ya hubo otros casos en que el ejército avanzó sobre las favelas para recuperar armamento robado; sin embargo, por la falta de información, es la primera vez que se ve una operación de tal magnitud, incluyendo tropas de otras provincias. En abril pasado, la policía encontró ocho minas terrestres antipersonales, 161 granadas M-3 y M-20 y gran cantidad de municiones en manos de narcotraficantes en una favela carioca.

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