Jue 09.03.2006

EL MUNDO  › AUMENTA EL DESPLIEGUE MILITAR EN TORNO DE LAS FAVELAS

Cuando Irak queda en Río de Janeiro

“Si los soldados entran, esto será peor que Irak”, advirtió ayer un habitante de una de las diez favelas de Río de Janeiro, que desde hace seis días están cercadas por unos 1500 soldados, cuya única misión es encontrar diez fusiles FAL y un arma 9 milímetros que fueron robadas de un destacamento militar el viernes pasado. Ayer, volvió a haber tiroteos esporádicos, pero sin víctimas. Fuentes militares reconocieron que más de un centenar de las tropas desplegadas son veteranos de Haití, en donde Brasil mantiene el contingente militar más importante –menor al que mantiene cercada actualmente a la ciudad carioca–.

Los habitantes de las favelas ni les hablan a los soldados que los paran para pedirles que se identifiquen y revisarles sus bolsos y paquetes. Tampoco dicen estar impresionados por las armas de los soldados, ya que los “bandidos”, como llaman a los narcotraficantes, usan armas tanto o más poderosas –algunas robadas del arsenal del ejército–. Algunos de los soldados se dedicaron ayer a entregar panfletos que decían: “Denuncia ya. Los bandidos que robaron las armas no se preocupan por el bien de tu familia. Van a usar las armas para aumentar la violencia contra ti”. La estrategia no parece ser efectiva ya que la mayoría no lee los volantes, los arroja al suelo y sigue camino.

La falta de cooperación de los habitantes de la favela se debe a que, mientras que la policía rara vez se atreve a patrullar por esas zonas, los narcotraficantes dan un apoyo directo a las comunidades, asegurando algunos servicios, como los de abastecimiento de gas y de medicinas. A cambio, sólo exigen absoluto silencio ante las autoridades. El castigo, si no, oscila entre la tortura y muerte.

Las operaciones militares, que están amparadas en un orden de la Justicia Militar y son apoyadas por el gobierno y la policía de Río, se extendieron ayer, por primera vez, más allá de las favelas. Las principales rutas que salen de la ciudad y el gigantesco puente que conecta con la vecina ciudad de Niteroi fueron bloqueados en un nuevo esfuerzo por contener cualquier intento de sacar las armas fuera de Río. En tanto, en las favelas sólo se respiraba temor ayer por una eventual incursión de las tropas que pueda terminar en tragedia. “Si entran los soldados habrá una masacre y lo peor de todo es que no van encontrar esa porquería de armas”, advertía una joven de 20 años.

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