En un insólito apartado de su informe anual sobre derechos humanos en el mundo, el Departamento de Estado atacó a la policía y al nuevo ejército de Irak, a los que el mismo Washington entrenó.
Dime quién te enseña y te diré quién eres. Tres años después de que las fuerzas de Estados Unidos invadieran Irak para “acabar con las violaciones de derechos humanos” del régimen anterior, el informe que anualmente hace público el Departamento de Estado sostiene que ese país está sumido en la violencia y malos tratos, que van desde asesinatos hasta detenciones arbitrarias y torturas. El documento sostiene que las peores violaciones de derechos humanos en Irak, país ocupado por 130.000 soldados estadounidenses, son las que cometen la policía y algunos grupos del nuevo ejército iraquí, a quienes irónicamente capacitaron fuerzas estadounidenses, acusados de malos tratos y tortura en la base naval de Guantánamo en Cuba. Pero eso no es todo, ya que la cárcel Abu Ghraib, mayor exponente de esos crímenes en territorio iraquí, será cerrada y los detenidos serán trasladados a otros establecimientos.
El informe anual sobre el estado de los derechos humanos en el mundo elaborado por el Departamento de Estado norteamericano no hace más que exponer la derrota que está sufriendo la administración Bush en Irak y el intento fallido de estabilización. El texto informa de un aumento de asesinatos de representantes del gobierno de Irak, que son motivados por la situación política que atraviesa el país. “La actual insurgencia, unida a la violencia sectaria y criminal, afectó gravemente la actuación del gobierno en materia de derechos humanos”, destaca el texto. El gobierno iraquí está “incapacitado” para actuar adecuadamente debido al impacto de la insurgencia y el terrorismo en el país. “Los maltratos de la policía iraquí incluyen amenazas, palizas y suspensión por las manos o los pies, así como el uso de electricidad como forma de tortura”, señala el documento. Estos métodos degradantes recuerdan inmediatamente aquellos utilizados en la base estadounidense de Guantánamo, donde se encuentran detenidos 500 “combatientes enemigos”, muchos de ellos en huelga de hambre, un símbolo de protesta ante el incumplimiento de sus derechos.
En referencia a ello, más de 260 médicos pidieron al gobierno de Estados Unidos que abandone la alimentación forzosa de los reclusos en huelga de hambre en Guantánamo en una carta publicada en el último número de la revista The Lancet. Los profesionales, procedentes de siete países, resaltan que hay acuerdos internacionales que impiden a los médicos obligar a alimentar a las personas que, por propia elección, han decidido no comer como medio de protesta. En la misiva se subraya también que está prohibido recurrir a sillas especiales para retener a los reclusos mientras se los conecta a tubos de alimentación forzada y se reclama que los médicos que forman parte de esas actividades deben ser sancionados.
Numerosas autoridades vinculadas con los derechos humanos han pedido el cierre de Guantánamo, pero Estados Unidos se niega a cumplir dichas demandas. Sin embargo, la prisión que sí cerrará sus puertas es Abu Ghraib, en las afueras de Bagdad, que se convirtió en sinónimo de tortura primero bajo el régimen de Saddam Hussein y recientemente bajo la ocupación estadounidense. Según anunció ayer el vocero de las fuerzas armadas norteamericanas, alrededor de 4500 prisioneros mantenidos allí serán trasladados a otras prisiones dentro de Irak. “Vamos a transferir las operaciones de Abu Ghraib a la prisión Camp Cropper una vez que la construcción de este penal se termine”, señaló el portavoz. “No se ha establecido por el momento ninguna fecha para el cierre, pero el plan deberá de aplicarse durante los próximos dos o tres meses.” Camp Cropper, donde se dice que se proveerán mejores condiciones a los reclusos, es una prisión cercana al Aeropuerto de Bagdad que actualmente alberga a 127 detenidos de “gran valor”, entre ellos Saddam Hussein.
Para muchos defensores de los derechos humanos el cierre de Abu Ghraib es un alivio. La prisión era conocida bajo el régimen de Saddam como un lugar donde un número no especificado de prisioneros políticos y otros reclusos eran torturados y ejecutados. Pero fue luego del derrocamiento del líder iraquí cuando Estados Unidos tomó control de la prisión, que ganó notoriedad a nivel mundial. La aparición de cientos de fotos que mostraban tropas estadounidenses abusando, torturando, y en algunos casos aparentemente matando a prisioneros iraquíes, dejó una permanente mancha en la reputación de Estados Unidos.
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