Ya es oficial. Ehud Olmert, primer ministro israelí, manifestó ayer su intención de que el controvertido muro de seguridad que separa a israelíes y palestinos en la ocupada Cisjordania constituya la base de las fronteras permanentes del Estado. En caso de que su partido Kadima, creado el año pasado por el convaleciente primer ministro Ariel Sharon, gane las elecciones del próximo 28 de marzo, Olmert trabajará en vistas a que en 2010 no queden colonos israelíes al este del muro y se amplíen los principales asentamientos. Por su parte, líderes de Hamas calificaron el plan de “declaración de guerra” y exhortaron al gobierno israelí a llegar a soluciones negociadas, y no unilaterales. Israel también reflejó el aumento de la tensión con Irán, al referirse al programa nuclear de Teherán y a un posible ataque israelí contra sus instalaciones.

“No vamos a esperar eternamente”, dijo Olmert ayer. “Nos juntaremos detrás del muro. Jerusalén permanecerá unida. Los bloques centrales de asentamientos se preservarán y se ampliarán”, sentenció, y señaló además que el muro, que en algunos tramos llega a los siete metros de altura, podría ser desplazado. El objetivo del primer ministro en funciones es la separación absoluta de la población judía de los palestinos. “A largo plazo, el interés de Israel es la separación. La fricción diaria (de ambas poblaciones) genera violencia”, manifestó el líder israelí. Esta posición marca un cambio con la que dio el país anteriormente, ya que el gobierno israelí siempre afirmó con vehemencia que el muro de seguridad no se construyó para marcar las futuras fronteras en Cisjordania. “Si no hubiera terrorismo, no habría muro”, había dicho el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel. Ahora el objetivo es concentrar la mayor cantidad de población judía dentro de un territorio israelí básicamente defensible, lo que necesariamente amplía las exiguas fronteras de 1967, que podían ser atravesadas por un caminante en menos de un día.

La respuesta de los palestinos fue, como era de esperarse, muy dura. El líder del movimiento radical Hamas, Jaled Mechaal, calificó el plan de Olmert como una “declaración de guerra”. “Se trata de una retirada unilateral de Israel sobre la base de sus intereses de seguridad y no de las exigencias de paz”, manifestó Mechaal. Olmert prevé “una retirada de zonas de alta densidad palestina”. Luego el Estado judío “decidirá unilateralmente sobre las fronteras, lo que claramente no es un plan de paz sino una declaración de guerra”, aclaró el líder de Hamas, que agregó que ese plan ya fue “bendecido por la administración estadounidense”. Por su parte, el presidente del Parlamento palestino, Abdel Aziz Dweik, también miembro de Hamas, dijo que “Israel actúa como si no hubiera nadie más en el mundo. Ahí está la injusticia”. En tanto, el negociador palestino Saeb Erekat también criticó al primer ministro en funciones y dijo que “no puede trazar las fronteras palestinas por imposición”.

Las relaciones israelíes también se tensaron aún más con Irán. Israel manifestó ayer su decisión de impedir que ese país fabrique armas atómicas, aunque se mostró reticente a enarbolar abiertamente la opción militar contra Teherán. “Israel no puede aceptar de ninguna manera la posibilidad de que Irán tenga armas nucleares”, dijo Olmert. Pero también consideró que “hay muchas cosas que no se pueden decir en voz alta”, en relación con las declaraciones de esta semana del general Moshe Yaalon, un ex jefe de Estado Mayor, en Washington. Yaalon había dicho que el Estado hebreo dispone de una opción militar para oponerse al programa nuclear iraní, con un “impacto real” y retrasándolo numerosos años. Además dijo que Israel dispone de medios para “sortear” las defensas antiaéreas de Irán y que puede lanzar, además de acciones aéreas, otro “tipo de ataques”, palabras que le valieron fuertes críticas de la dirigencia y la prensa israelíes por considerarlas “irresponsables”. Esas opciones son claras: el propio arsenal nuclear israelí.