Lun 13.03.2006

EL MUNDO  › BACHELET, EN LA TUMBA DE SU PADRE MUERTO POR LA DICTADURA

Surge el nuevo Chile de lo social

Traducir los buenos números de la economía en una redistribución de los ingresos es el principal desafío y prioridad de la nueva presidenta Michelle Bachelet, quien en su primer acto de gobierno homenajeó a su padre muerto en la era Pinochet.

› Por Fernando Cibeira
Desde Santiago

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, anunciará hoy en la conferencia de prensa que dará a medios nacionales y extranjeros sus primeras medidas de gobierno: aumento de las jubilaciones mínimas y medidas en materia de salud, como el acceso gratuito a la atención en hospitales para los mayores de 60 años. De esta forma, sin perder un día, Bachelet quiere emprender una gestión “a toda máquina”, como adelantó en su primer discurso en el Palacio de la Moneda. Mientras afila el lápiz, Bachelet participó ayer de un acto ecuménico en la Catedral de Santiago y en el festival “América canta”, en el que se destacaron la actuación de artistas mujeres como Javiera Parra, Julieta Venegas y Maria Bethania. Temprano, visitó la tumba de su padre, el general de la Fuerza Aérea Alberto Bachelet, al cumplirse 32 años de su muerte por la tortura de la dictadura pinochetista.

Bachelet habló en la Moneda de una “patria inclusiva” y de “las muchas necesidades insatisfechas” de los chilenos, en una declaración de principios de lo que se anuncia como una gestión rápida y eficaz, de cuatro años de duración sin reelección. “Sabemos que en cuatro años no vamos a resolver todos los problemas, pero vamos a dar un paso adelante”, aseguró la presidenta. Los socialistas admiten como tarea pendiente trasladar los números positivos de la economía –el PBI creció un 6 por ciento en el 2005– a todos los sectores sociales de manera de reducir la amplia brecha entre ricos y pobres. “Conseguir mejores oportunidades de empleo es uno de los grandes desafíos de Bachelet”, explicó a Página/12 el profesor de Asuntos Internacionales de la Universidad Nacional de Chile, Carlos Huneeus. “Aquí el empresariado es muy conservador y siempre ha buscado sacar mayores réditos a sus ganancias. Por eso, la presidenta tiene que buscar revertir esa tendencia”, agregó.

No obstante, no habría que esperar cambios drásticos, pero sí ciertas modificaciones a un modelo que ya se probó exitoso. De hecho, nadie espera un vuelco. Según una encuesta realizada por la consultora Opina SA que publicó ayer el diario El Mercurio, el 57 por ciento de los chilenos considera que el gobierno de Bachelet será igual al de Lagos, mientras que un 49,5 por ciento cree que el hecho de que la presidenta y varias ministras y secretarias sean mujeres no modificará nada. Del mismo trabajo surge que Bachelet asume con un 65,3 por ciento de apoyo popular.

Pero las exigencias serán mayores. Varios especialistas remarcaron por estos días que Bachelet toma las riendas de un país encaminado, sin grandes crisis en el horizonte exceptuando la del sistema previsional, cuya solución será uno de sus primeros objetivos económicos. Además, contará con mayoría propia en ambas cámaras. Uno de los aspectos en los que Bachelet apunta a realizar una gestión diferente es el ítem de la participación ciudadana. “Un gran pacto entre la ciudadanía y los gobernantes”, mencionó en su discurso.

¿Modelo K?

Aunque nada indica que haya buscado imitarlo, algunos de los primeros pasos de Bachelet parecerían tener alguna inspiración en lo realizado por Néstor Kirchner en la Argentina. Por ejemplo, así como el argentino inauguró desde el vamos una relación entre despectiva e indiferente con el Partido Justicialista, la chilena sorprendió el sábado al ignorar olímpicamente cualquier referencia a la Concertación en su discurso. Los políticos chilenos, al igual que los argentinos, tienen una mala imagen en las encuestas, pero Bachelet integra el grupo selecto de los que logran diferenciarse. Ese dato, más las rispideces nacidas durante el último tramo de la campaña electoral, son fundamentales para entender el frío vínculo entre la presidenta y la dirigencia partidaria. De allí también, al igual que Kirchner, su proclamada intención de buscar el contacto directo con la gente, salteando los intermediarios.

Otra coincidencia llamativa es el manejo centralizado de las medidas de gobierno y de la información de Bachelet, muy similar al que hoy campea en la Casa Rosada. La semana pasada, antes de asumir, Bachelet realizó un seminario en un resort en la localidad de Marbella con su equipo de funcionarios, para que se conozcan y delinear los primeros pasos. Según reveló ayer el diario La Tercera, Bachelet evitó los encuentros grupales y recibió a cada ministro por separado en un salón cerrado para evitar la filtración de sus instrucciones, con la misma lógica con la que Kirchner eliminó de su agenda las reuniones de gabinete. Por otra parte, desde su triunfo electoral, Bachelet no dio más entrevistas y evitó siempre que pudo el contacto directo con la prensa. Los medios chilenos ya hablan de un estilo “hermético”.

Un tema aparte será ver cómo administra Bachelet el “fantasma Lagos”. El ex presidente que entregó su banda en un mar de halagos, con la gente y la clase política hablando abiertamente de su candidatura para 2010, lo que volverá inevitables las comparaciones. “Bachelet ya se diferenció”, aseguraba el especialista Huneeus. “Lagos fue muy conservador en materia económica y nunca tuvo una política social fuerte. Con el discurso tan acentuado en materia social que viene enarbolando, Bachelet marca una diferencia importante en ese sentido”, finalizaba.

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